Michelle Obama, las colillas de Barack y el matrimonio gay

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Michelle y Barack Obama, el pasado 3 de febrero, en Washngton DC. / Gary Fabiano (Efe)

La regla de oro de la buena primera dama de Estados Unidos (y de Murcia, pero aquí estamos a lo que estamos) es no ofender. No meter la pata y no restar votos. Su principal función es puntuar en las encuestas mejor que el marido, abrazar causas universales e indiscutibles cómo el no a la obesidad infantil, etc. Michelle Obama protagonizó unos inicios duros cuando en la campaña presidencial casi consigue dar la impresión de que Barack tenía a una Black Panther metida en casa. Pero luego se moderó y aprendió latín. Y, quitando el leve traspiés simpático de sus vacaciones en Marbella (mira que llamarla María Antonieta), la verdad es que lo lleva muy bien. Como diría el rey Juan Carlos, es una gran profesional.

Recientemente ha vuelto a demostrarlo con una comida casi íntima con la prensa (apenas doce reporteros de confianza) en el Old Family Dining Room de la Casa Blanca. Por supuesto la comida era más que sana, con vegetales del huerto orgánico que la misma Michelle plantó en la Avenida Pennsylvania, y por supuesto tuvieron también un papel estelar sus esfuerzos para regenerar los hábitos dietéticos de Norteamérica (esto sí que es Reconquista, y no lo de Jordi Pujol ni lo de Don Pelayo). Causó asimismo sensación el anuncio de que el presidente de Estados Unidos ya no fuma. Que hace como un año que no se permite ni un solo pito, después de años de ir y venir del vicio. Por fin se habría desenganchado y Michelle está muy orgullosa. Y con ella el mundo entero, pues la noticia ha acaparado titulares planetarios.

Tan noticia son los humos de Obama que no ha quedado espacio ni casi interés informativo por otro punto curioso de la comida, que se produjo cuando a la primera dama de Estados Unidos se le pidió su opinión sobre el matrimonio gay. Muy cuca y muy diplomática ella afirmó que no tenía ninguna intención de posicionarse sobre este asunto.

Pero lo más curioso no es que se negara a posicionarse sino el argumento que utilizó. Al parecer Michelle ma belle se siente incapaz de pronunciarse sobre el matrimonio entre dos personas del mismo sexo porque ella y su familia son “miembros de una iglesia” (¡) pero no están dispuestos a dar mucho más detalles de su “vida espiritual” (¡!) y por lo demás ella lo pasaría muy mal hablando de “algo tan personal” (¡!!). “Algunas cosas son sólo mías”, zanjó.

De la literalidad de las palabras de la primera dama de Estados Unidos sólo se pueden concluir con cierta lógica dos cosas, y las dos son un bombazo: a) a Michelle Obama le gustaría casarse por la Iglesia con una mujer pero le da vergüenza hablar de ello b) Michelle Obama considera normal hablar de religión cuando le preguntan por el avance legal del matrimonio gay. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? ¿Qué pasa, teocráticos estamos?

Portada de The New Yorker, 21 de julio de 2008

Por supuesto no hay que ser un lince para inferir que la primera dama demócrata juega al ratón y al gato: se abstiene de criticar el matrimonio gay a la vez que deja tácita y a la vez meridianamente claro que ella estas cosas no las ve bien. Que le dan repelús. Y casi lo presenta como una fatalidad religiosa o una idiosincrasia, como cuando uno es alérgico a la panceta o al marisco.

Y ojo que no es ella la única. El mismo Barack Obama ha tratado reiteradamente de nadar y de guardar la ropa en este tema y siempre que le preguntan dice lo mismo: que él el matrimonio gay no lo ve, pero tranquilos que no es por estrechez de miras políticas sino por una cuestión religiosa. Ah, bueno. Si es por eso.

Supongo que a estas alturas ya a nadie se le caen los palos del sombrajo por apercibirse de que Obama es menos técnicamente progre de lo que a algunos les gustaría. Pero ni siquiera es esa la cuestión en este caso. En este caso el tema es la pasmosa facilidad con que uno puede salir de un cuello de botella ideológico decretando una objeción de conciencia que en realidad es un apagón político. Inhibiéndose como el médico que se niega a abortar con el argumento de que ya lo hará otro, aunque en la práctica no sea verdad.

La diferencia es que un médico siempre puede fingir que se creía que había otro. Pero presidentes de Estados Unidos todavía hay menos que controladores aéreos. En realidad sólo hay uno por vez. Por eso no es posible delegar ni cambiar el turno ni cerrar la agenda a los temas vidriosos. No se puede no gobernar para los homosexuales, que además de votar también pagan sus impuestos, van a la guerra y hasta mueren en ella, como argumentó el mismo Obama para cargarse el don’t ask, don’t tell, la infame política que obligaba a todo gay a ocultar su inclinación sexual para servir en el ejército norteamericano, haciéndole el ejército norteamericano, eso sí, el inmenso favor de no investigarle muy a fondo. Como cuando la Hacienda americana se embolsa los impuestos que pagan los inmigrantes ilegales y por supuesto nunca cruza datos con las autoridades de inmigración. En fin, que con Obama es más fácil morir como un marica en Afganistán que casarse como tal en Estados Unidos. Y sin embargo ni el presidente ni la primera dama se quieren hacen responsables de mantener una discriminación legal homófoba.

Alguien debería explicar tanto al señor como a la señora Obama que cuando se ocupa un cargo como el de ellos, de las cosas se puede estar a favor o se puede estar en contra. Lo que no se puede es tirar por el camino de en medio.

Bueno, aunque a lo mejor sí se puede, a la vista está. Y es que para mí lo asombroso no es que Michelle haya dicho esto. Lo verdaderamente alucinante es que haya dicho esto y todo dios haya titulado con las colillas de Barack.

Así va el mundo.

6 Comments
  1. Amsterdam says

    Completamente de acuerdo, el espiritu critico del famoso cuarto poder es realmente patetico…supongo que por eso eran los 12 periodistas de confianza..en cualquier caso, para mi, el matrimonio gay es una cosa muy simple…mientras esto no sea un estado oficialmente catolico, tienen los mismos derechos todos los ciutadanos sin distincion de raza, sexo, etc..si son buenos para pagar impuestos, lo son para casarse si quieren…y a quien le pique, que se rasque…

  2. Iker says

    una mierda más de ese estado k dice estar unido, en el k la hipocresia y la falsedad se maman de kuna o se adquiere a golpe de talonario… menos mal k ahora es china la que parte el pastel. jajaja

  3. Jonatan says

    Pero está bien que cada cual opine lo que crea conveniente, ¿no?

  4. celine says

    Lo del matrimonio a mí es que me parece, de por sí, una homosexualidá…

  5. Amsterdam says

    A Jonatan, estoy de acuerdo que cuando tiene derecho a su propia opinion al respecto pero cuando eres el presidente, lo siento pero no. Tu obligacion es hacer cumplir las leyes y sino te gustan, las cambias que para eso eres el que manda pero eso de salirse de rositas ni hablar..nadie le obliga a ser presidente pero si a comportarse como tal si se ha presentado para el cargo…y no olvidemos que cualquier constitucion que se precie empieza por la declaracion de igualdad de derechos de sus ciudadanos, gays incluidos..

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