Garzón denuncia la transigencia de los españoles con la injusticia y la corrupción

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Baltasar Garzón posa este lunes junto a un cartel con la portada de su libro. / Juanjo Martín (Efe)

Vive Dios que Baltasar Garzón Real es un personaje legendario y sugerente donde los haya. Quijote judicial contra el narcotráfico, el terrorismo, los crímenes de guerra, la corrupción política, el dictador Pinochet…, su figura, hoy malherida y descoyuntada por arremeter contra los molinos de viento que era gigantes, convoca la simpatía de quienes aún en España reclaman la verdad, la justicia y la reparación. Convocados por esa esperanza cercana a la utopía acudieron el lunes a la presentación de su libro La fuerza de la razón (Editorial Debate) medio millar de entusiastas que abarrotaron la sala de columnas, la más grande del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Y allí escucharon su  alegato autodefensivo, muy crítico con los ciudadanos que, según dijo, transigimos demasiado con la injusticia y la corrupción.

Del ascensor al estrado Garzón tardó un cuarto de hora en atender a los periodistas interesados en conocer lo obvio, es decir, cómo le sienta la suspensión de funciones. Mal. En la primera fila, sus compañeros de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, Alfonso Guevara, Ángela Murillo, Teresa Palacios… le acogieron con aplausos. El magistrado del Supremo Martín Pallín le aplaudió también a media luz. A escucharle fueron Santiago Carrillo y el diputado de de IU Gaspar Llamazares. Y también el alto cargo de Exteriores y ex diputado del PSOE Luis Yañez y los actores Juan Diego y Pedrito Ruiz. De la derecha nadie acudió si exceptuamos al abogado y ex diputado del PP Xavier Trias.

Como las desgracias de Garzón son bastantes si nos atenemos a las tres causas por  supuesta prevariación que pesan contra él en el Supremo, no podía faltar una más, y el presentador y presidente del Círculo informó que la cineasta Isabel Coixet no podía asistir porque había sufrido un accidente (leve) y se hallaba retenida en un hospital donde a los pacientes se les llama así por la paciencia que han de tener. La sustituyó Fani Rubio. Y a continuación el escritor gallego que quería ser periodista, Manuel Rivas, cargó contra los medios de comunicación por prestarse a suministrar dosis de arsénico que han acabado intoxicando al personal para destruir, deconstruir a Garzón.

Dijo Rivas que la deconstrucción del magistrado por obra del Supremo y los felones de los medios de comunicación equivale a la corrosión del espacio democrático contra la cuarta persona de los pronombres, es decir, contra nosotros mismos, contra los hijos de los vencidos que 70 años después de los crímenes impunes del franquismo asistimos a la infamia que perpetran contra el único magistrado que se ha atrevido a abrir causa sobre lo ocurrido. Rivas equiparó a los felones con el envidioso personaje del cuento que vendió su alma al diablo para obtener mayor rendimiento y prosperidad agrícola que el vecino. Y cuando a éste le atropelló un camión y regresó con muletas del hospital, no conforme, exclamó: “¡Qué bien cojea este cabrón!

Garzón no cojeó, pero sangró por la herida: “Todavía no sé donde puedo acabar dentro de unos meses, pero la gran diferencia respecto a otros es que estoy preparado para ese momento”. Dijo que seguirá siendo “magistrado” pese a su suspensión y reconoció que le han imputado los peores delitos que se pueden atribuir a un juez, las tres causas abiertas en el Supremo por prevariación que, en su opinión, se resumen en una: la persecución política.  En este sentido reprodujo la frase textual de un político de la derecha que figura en el libro: “Garzón, cuanto más lejos de España, mejor”, y manifestó su deseo de que “en ningún caso, ningún español se tenga que ir de España”.

El justiciero adoptó sin rubor el papel de reo y aunque se mostró dispuesto a discutir si es preciso hacer justicia histórica cuando se trata de valorar los crímenes contra la humanidad cometidos hace setenta años --entonces en España y ahora en Libia-- manifestó que no está dispuesto a renunciar al “principio irrenunciable como juez” de buscar la verdad, la justicia y la reparación, pues la negación de “ese trinomio indestructible” es la negación de la justicia a las víctimas.

Tras estas palabras de rechazo y denuncia del procedimiento contra él por escuchar y amparar a las víctimas de los fusilados en las cunetas por los franquistas durante y después de la Guerra Civil española, el magistrado se refirió a la segunda acusación contra él por aceptar dádivas bancarias para sus cursos en Nueva York, un asunto en el que dijo que se mueve como en una tabla de surf, a la espera de que le derribe la próxima ola y pueda sacar la cabeza para respirar.

Respecto al tercer procedimiento, por supuestas escuchas ilegales a los abogados defensores de los implicados en la trama Gurtel, se quejó de que los ciudadanos aceptamos y transigimos la corrupción política. Y ahí paró, tal vez consciente de que los conocedores de las denuncias, es decir, los jueces, decretan el secreto de sus investigaciones no sólo para evitar la destrucción y el trueque de pruebas sino, sobre todo, para evitar la alarma social. En este asunto apostó por un debate y clarificación entre la justicia y los medios de comunicación.

Tras los aplausos al “juez estrella” –un calificativo Garzón que no comparte, pues no hay más luz que el trabajo ni más “protagonismo” o lucimiento que el derivado de los sumarios sobre delitos horribles y del consiguiente derecho de los ciudadanos a saber que los autores son investigados, detenidos y encarcelados--, el observador no se pudo sustraer a la presencia entre el público del ex embajador israelí, Shlomo Ben Amí, ni al recuerdo de que las protestas del Estado de Israel provocaron en 2008 el impúdico acuerdo entre Zapatero y Rajoy por el que se retiró la jurisdicción universal a la Audiencia Nacional, o sea, al juez Garzón para investigar y juzgar a los responsables de los crímenes de lesa humanidad, las matanzas contra la población de Gaza. Pero esa es otra historia, quizá  para otro libro de Garzón.

4 Comments
  1. Zaratustra says

    Métete, aunque no te llamen, a defender la justicia y combatir el cinismo

  2. hombre_invisible says

    La honradez debe de ser algo muy malo cuando la quieren erradicar al mínimo asomo…

  3. iker says

    Pobre ¿hombre pero no se a dado cuenta aún? este es un pais de chorizos, putas y politicos rateros. No es naada nuevo, lapidamos a el «regimen» de Iran al de Libia al de… pero la casa llena mierda como siempre. Limpia tu casa y depues enseña a los demás, pero eso no vende claro…

  4. Laura says

    ¿Contribuirá este hombre escaldado de la política y los políticas a crear un partido cívico anticorrupción? Más bien creo que no, vistas sus cartas de agradecimiento a un determinado banquero, al que también escribía Ruiz Mateos, el de la nueva rumafia. ¿Por qué no desaparecen de una p. vez todos estos tipos?

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