Chacón asume que no hay solución militar en Libia

Las fuerzas aeronavales del régimen de Muamar el Gadafi fueron destruidas en tres días de operación Amanecer de la Odisea. La ministra española de Defensa, Carme Chacón, reconoció ayer en el Congreso que el mandato de Naciones Unidas sobre la exclusión aérea en Libia había sido ejecutado en cinco días. La eficacia estadounidense resultó inapelable. Después, el presidente Barack Obama ordenó el repliegue de sus cazabombarderos y canceló el gasto en misiles. España podía haber retirado sus cuatro cazas F-18 y su avión de reabastecimiento en vuelo, pero no lo ha hecho porque, según la ministra, una cosa es “establecer la exclusión aérea” y otra “mantenerla”.

Para mantener la exclusión aérea y añadir “una nueva misión humanitaria” que está preparando la Unión Europea y consiste en “escoltar por aire y por mar” a los aviones y buques con ayuda a la población, acudió Chacón a la Comisión de Defensa del Congreso a pedir una prórroga de dos meses para los 4 cazas F-18 y el avión cisterna, a los que se añadirá un Hércules. Todos los grupos, con excepción de Izquierda Unida, se pronunciaron a favor. La fragata, el submarino y el avión de patrulla marina que participan en el embargo naval no necesitan prórroga porque fueron autorizadas por tres meses.

¿Por qué el presidente Zapatero sólo pidió permiso para un mes?, preguntó la popular Beatriz Rodríguez Salmones. “Porque el planeamiento militar lo consideró suficiente y acertó, ya que a los cinco días, el movimiento en el aire era nulo”. ¿Por qué el presidente Zapatero dijo que el objetivo no era echar a Gadafi y usted nos dice ahora que el objetivo final es la salida del dictador?, preguntó el convergente Jordi Xuclá. La ministra no contestó. El socialista Jesús Cuadrado lo hizo por ella: “El futuro de Gadafi, de los Gadafi, es la Corte Penal Internacional, y el fiscal Moreno Ocampo, con una actividad intensa del juez Baltasar Garzón, está recabando datos”.

Chacón evitó una valoración política sobre la división de la Unión Europea y de la OTAN a raíz de la intervención en Libia para “proteger a la población civil” de las masacres de Gadafi. Según datos provisionales y todavía no verificados por la comunidad internacional, el coronel habría masacrado a 6.000 personas. El ministro de Asuntos Exteriores italiano cifró el martes en 10.000 muertos y 55.000 heridos el balance de la represión y de la guerra.

La ministra tampoco quiso aventurar la salida del conflicto. “Yo he venido a informar de la operación militar, pero no se puede esperar una solución militar exclusivamente”, dijo antes de añadir que “un mes es poco tiempo” para inclinar la balanza del lado de la insurgencia. Con unos gráficos sobre la posición de nuestros barcos y aviones, y sobre las operaciones aliadas –2.200 con 160 objetivos destruidos--, quiso reducir la comparecencia a un trámite en el que no olvidó elogiar la buena administración del mando, pues de los 50 millones de euros dispuestos sólo se van a gastar 43.

La sensación de superficialidad para explicar una operación “mal definida, extrañamente liderada y estancada”, según las palabras de Rodríguez Salmones, se acentuó cuando las denuncias de Llamazares no hallaron respuesta. “De la exclusión aérea se ha pasado a la incursión con unos bombardeos masivos que iban a solucionar el conflicto y sólo han traído fracaso, muertos civiles --gadafistas y no gadafistas--, la destrucción de la Universidad de Trípoli y la intervención de parte de los rebeldes, de los que somos el poder aéreo y la inteligencia militar”, dijo.

Las acerbas críticas del ex presidente Aznar –al que Xuclá llamó “excéntrico” sin provocar protestas entre los diputados del PP-- por la venta de bombas de racimo de Explosivos Alaveses a Gadafi en 2007, recibieron una respuesta lacónica de la ministra: “Llevamos 70 años de bombas de racimo y el Gobierno actual ha sido el primero del mundo que ha prohibido su producción, almacenamiento, exportación y uso”. Chacón pidió a Aznar que no pongan en tela de juicio la solvencia de España ni “las decisiones de este Parlamento”. De la venta a Gdafi de carros de combate alemanes Leopard y otras armas, así como de los suministros a los insurgentes desde Egipto, nada se dijo. Y todos coincidieron en que la guerra civil en Libia ha de tener una solución política.