En la Puerta del Sol habían quedado los rescoldos de la protesta del domingo. La policía los ha desalojado esta madrugada. Me pregunto si algún líder político se acercó ayer hasta allí para hablar con ellos, preguntarles por sus reivindicaciones, saber quiénes son. Oigo las declaraciones de Soraya Sáenz de Santamaría y José Blanco al respecto y confirmo mis sospechas. Están desconcertados: que sí, que les parece muy bien, que… errr, existe la libertad de expresión, que la democracia, ejem, es maravillosa, aunque con disturbitos a mí, no, eh, y bla, bla, bla.
Estos políticos locuaces y los prestidigitadores que les escriben los discursos tienen respuesta para todo, pero cuando ciudadanos sin siglas les interpelan a la cara apenas aciertan a balbucir lugares comunes. Acostumbrados a interpretar el mundo a través de las lentes del partidismo, ven a la sociedad rebelarse contra el duopolio PP-PSOE y les tartamudea la lengua trémula.
Una manifestación debe ser la máxima expresión de la sociedad civil, pero en España incluso este gesto de afirmación ciudadana ha sido asfixiado por los tentáculos de los partidos. ¿Que sale a la calle un pequeño pueblo contra la inseguridad ciudadana? Allá que va el alcalde, el primero. ¿Que se hace una protesta contra la corrupción? Allí están los corruptos sujetando la pancarta. En los últimos años las manifestaciones se han convertido en un arma arrojadiza para arrojarla a la cara del oponente político. También en esto, los dos partidos tradicionales han utilizado a los ciudadanos a su conveniencia.
Al fin hemos visto una manifestación manifestación. Surgida de una población a la que se le atribuyó una paciencia infinita. No era tal. La gente le ha dicho al duopolio que ambos están desnudos: ambos se someten al poder financiero, consienten la corrupción, desprecian los sufrimientos de los de abajo. Ahora el duopolio tiene varias opciones, todas ellas ensayadas repetidamente a lo largo de la historia. Una se la han brindado en bandeja los medios de comunicación: insistir en los incidentes del final para desacreditar a los manifestantes, como hizo el PP con los de Nunca Mais. Otra, tratar de cooptarlos con señuelos y promesas para desactivarlos, como ha hecho el PSOE con las protestas sindicales. Lo que ocurra está en manos de los propios ciudadanos, de los líderes de las protestas. Esto es el principio, no el final. O como dijo Sade a sus compatriotas: “Franceses, un esfuerzo más si queréis ser republicanos”. El duopolio y sus amigos del poder financiero forman un statu quo fuerte, mediáticamente armado hasta los dientes y apalancado en sus rituales desde la Transición. Nunca en la historia un establishment tan arraigado cambió por una sola manifestación.
Cuando se trata de concentraciones en otros paises, caso de la plaza Tahrir en El Cairo (Egipto) o en Tunez, Libia o Yemen, todos los gobiernos europeos se rasgan las vestiduras por la democracia, pero cuando se producen en su casa la cosa ya no es tan cómoda. Les resulta facil desacreditar a trasnochados dictadores cuando pueden asaltar los recursos de los paises que estos dominan, pero si se trata de anular su partidocracia, esa dictadura en comandita con aires democratas, la respuesta es la misma de aquellos dictadores desahuciados.
Deberían escuchar a los ciudadanos, pero ni quieren, ni les conviene. Y, lo peor es que, tras tanto tiempo degenerando, ya no saben hacerlo.
Mi pregunta es, sabremos hacer nosotros que esto cambie?
Gracias Irene Lozano por este artículo. Así se habla. Manuel
Raúl Castro, Ltd. o el principio del fin. Enrique Collazo
El voluntarismo como elemento esencial en la toma de decisiones de política económica en Cuba
Desde el triunfo de la revolución Fidel Castro ha impuesto conscientemente giros muy bruscos en la orientación de la política económica en Cuba. Los mismos han basculado entre la creación de una “nueva” conciencia comunista, asociada a la destrucción de los soportes contables y financieros, por un lado, y la implantación de algunos mecanismos dirigidos a una leve reanimación de la relación mercantil y la renovación de la autonomía empresarial por otro. Incluso, durante determinados períodos han convivido enfoques de política económica diferentes en sectores productivos cuyos métodos de dirección se regían por la ortodoxia castro-guevarista, basada en la conciencia revolucionaria y el trabajo voluntario, mientras que en otros se demandaba la combinación entre estímulos morales y materiales para elevar la productividad del trabajo, v.gr.: el Ministerio de Industrias en la época de Ernesto Guevara y el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA) a cuyo frente se encontraba el antiguo dirigente del Partido Socialista Popular, Carlos Rafael Rodríguez, respectivamente.
Evidentemente la clase dirigente en pleno, sobre todo la dotada de una formación clásica marxista, no comulgaba con los caprichos y el siniestro voluntarismo en la toma de decisiones económicas que caracterizaba el estilo de ordeno y mando de Fidel Castro. Su poder real ha sido absoluto, pues en más de 50 años de dictadura nadie como él ha controlado todas las finanzas de Cuba y ha dispuesto de las riquezas del país como ha querido, sin tener que rendir cuentas a nadie.
Durante más de medio siglo la economía cubana se ha visto sumida en esta suerte de ambivalencia existencial, lo cual ha provocado graves y profundas alteraciones de naturaleza estructural en todo el tejido económico insular. Mientras en la extinta Unión Soviética se implementaba la Perestroika, los cubanos fueron convocados en 1986 por Fidel Castro al «Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas» (P.R.E.T.N); un revulsivo anti-mercado. Sin embargo, la depauperación del socialismo cubano había comenzado con anterioridad al colapso del bloque socialista en 1989, lo cual determinó el rápido fracaso de tal proceso, teniendo en cuenta, además, su marcada irracionalidad económica. Las políticas del P.R.E.T.N inutilizaron todas las herramientas inherentes al sistema de dirección y planificación a nivel macroeconómico, sustituyéndolos por las directrices del “Grupo de Apoyo al Comandante” (G.A.C.) -un poder de decisión económico paralelo al oficial- de igual modo redujeron al máximo los incentivos materiales, fomentando los morales, reintrodujeron el trabajo voluntario, las brigadas de construcción con disciplina militar y las movilizaciones masivas a la agricultura bajo el patrocinio de un disparatado Programa Alimentario de carácter autárquico que perseguía la autosuficiencia, pero que fracasó rotundamente en 1992.
Otras medidas adoptadas fueron la abolición de los mercados libres campesinos y la aceleración del proceso de integración de las pequeñas fincas privadas en cooperativas estatales. La eliminación de las actividades de los pequeños artesanos privados, propietarios de camiones y vendedores ambulantes, la restricción a la construcción, venta y alquiler de viviendas privadas y la recentralización de la toma de decisiones en la persona de Fidel Castro mediante el G.A.C.
Las políticas de colectivización contra los agricultores privados tuvieron un efecto catastrófico en la producción agrícola. El Estado prometió que el vacío dejado por la eliminación de la actividad privada sería cubierto a partir de la implantación de una serie de mecanismos alternativos. Sin embargo, el sistema de acopio siguió siendo ineficaz y las granjas estatales no consiguieron aumentar la producción, el mercado paralelo desapareció y se reforzó el racionamiento de todos los bienes de consumo. En contraste, el pequeño numero de campesinos privados agrupados en la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) se ha mantenido produciendo como promedio mas del 60% de la producción alimentaria del país con el 20% de la tierra cultivable.
Así que cuando se produjo el desmembramiento de la Unión Soviética en 1991, el estado de la economía cubana era calamitoso. El país se vio privado de un apoyo económico que había sido la tabla de salvación del régimen castrista. La ayuda y las estupendas subvenciones soviéticas se esfumaron de repente. La debilidad y dependencia de la economía cubana quedaron dolorosamente en evidencia. Una vez más, frente a la situación de emergencia, el gobierno a partir de 1993 accedió a llevar adelante ciertas medidas liberalizadoras –entre ellas permitir la tenencia del dólar y admitirlo como medio de pago- pero con el fin exclusivo de contener la grave crisis, aplacar el profundo malestar social, reconstituirse políticamente y con ello preservar su poder. Desde 1996 se frenó en seco el leve movimiento hacia el mercado y se revertieron muchas de aquellas medidas, hasta que a finales de 2004 el propio Fidel Castro en una reunión con los responsables económicos del país, decidió derogar el dólar –quizás el último y mas importante vestigio de aquellas medidas de ajuste de los 90- como medio de pago en todo el territorio nacional, pues entendió que a partir del formidable subsidio chavista, las excelentes relaciones comerciales con China y el hipotético descubrimiento de pozos petroleros en la plataforma marina, la economía podía volver a recentralizarse.
Sin embargo, de entonces acá se redujeron sensiblemente las remesas, disminuyó el turismo, se resintió el subsidio venezolano por efecto de la caída de los precios del petróleo, se ralentizaron los créditos chinos por la incapacidad de pago cubana y de petróleo nada, con lo cual la economía ha vuelto a encontrarse al borde del colapso. Y ahora, sólo seis años después, se lee en el Granma, antes guardián de la ideología revolucionaria y baluarte de la ortodoxia, consignas tales como que “el Estado no se tiene que meter en nada que sea pretender regular las relaciones entre dos individuos, lo que atañe también a ventas, compras y precios”. O sea, de nuevo volvemos al mercado. Todo esto ofrece una idea de la elevadísima dosis de voluntarismo que ha presidido siempre las decisiones de política económica y del grado de represión que sufren los agentes económicos que operan en el mercado interno cubano, lo cual, además de provocar su pobreza, ha supuesto el ruinoso estado de la economía nacional.
Definición del carácter dual de la economía cubana.
La naturaleza dual de la economía cubana se fortaleció a instancias del propio Fidel Castro quien en medio de la debacle económica de finales de los 80 comprendió la necesidad de crear grupos empresariales controlados por el mismo y gestionados como empresas capitalistas por generales y coroneles del Ministerio del Interior. La fundación, en la segunda mitad de los años 80, de algunas corporaciones como CUBALSE, recientemente disuelta, y la corporación CIMEX, aún en activo, constituyen un elocuente ejemplo de ello. CIMEX es un grupo empresarial privado, de capital estatal cubano (negritas mías). Así aparece textualmente en la página web de este conglomerado. Quiere decir, que CIMEX es un grupo privado corporativo, el cual, al apropiarse del capital estatal cubano, lo gestiona con métodos mercantiles y lo moviliza con el fin de obtener una renta para su exclusivo beneficio, argumento que pone de manifiesto que estamos realmente en presencia de un régimen de capitalismo de Estado. Según reza en su página en internet, CIMEX “se ha caracterizado desde su creación hace más de 20 años, por el crecimiento constante y la estabilidad financiera, tanto dentro como fuera del país. Su organización la integran más de 80 empresas, con 10 sucursales territoriales en toda la Isla, y divisiones especializadas que comprenden amplios e importantes sectores de la economía cubana”.
Frente a esta poderosa iniciativa empresarial desplegada por el “número uno”, Raúl simultáneamente comenzó la metamorfosis del aparato militar cubano hacia mediados de los años ochenta, cuando impulsó el Sistema de Perfeccionamiento Empresarial (SPE) para elevar la eficiencia de las industrias militares. Para ello se promulgaron medidas que reproducían el mercado: entre otras, sistemas de contabilidad basados en la búsqueda de beneficios, cambios estructurales que permitieran el establecimiento de empresas con participación extranjera, y formas de racionalización del personal. Domingo Amuchástegui, un académico estudioso de este tema, ha señalado que “el perfeccionamiento es la imitación más cercana de formas de organización y administración capitalista que se ha llevado a cabo en Cuba. Ello incluye corporaciones, sociedades mercantiles de carácter privado propiedad del Estado cubano, sociedades anónimas, contratos de administración, producciones cooperadas, y diferentes niveles de asociación y de consorcios con empresas extranjeras, tanto en la isla como en el exterior”.
Desde los años 90 se ha ido consolidando un sector intermedio, semi-privado o semi-estatal, que se halla más allá del bien y del mal. Una casta de oligarcas civiles y militares que comienzan a ser mirados con envidia y rencor por la gran masa de la población depauperada. Este grupo verdaderamente privilegiado, bien remunerado en términos monetarios y en servicios, goza del derecho exclusivo, basado en el poder de un único partido político y en el control sobre la seguridad del país, de distribuir la renta nacional a su antojo, de fijar salarios, de dirigir la vida económica, y de manipular los “fondos de reserva” (cuentas del Estado en bancos suizos) como si fuera su patrimonio personal.
Los últimos datos que disponemos datan de 2001, año en que se supervisaron las operaciones de 322 importantes empresas, en su mayoría relacionadas con el complejo militar-empresarial. Tales empresas producían el 89 por ciento de las exportaciones, el 59 por ciento de los ingresos turísticos, el 24 por ciento de la renta por servicios productivos, el 60 por ciento de las transacciones al por mayor en divisas y el 66 por ciento de las de comercio minorista, y daban trabajo al 20 por ciento de los trabajadores estatales. Estas cifras proporcionaban el valor aproximado de la participación de los militares en la economía cubana en aquél año, valores que sin duda se han incrementado desde entonces.
Los generales y coroneles en activo dirigen por lo menos unas 800 grandes y pequeñas empresas que van desde ingenios azucareros hasta hoteles, gasolineras, acerías, firmas de tecnología cibernética, entre otros rubros, los cuales captan alrededor del 64 por ciento de las divisas que entran al país, según cifras oficiales. De acuerdo con la misma fuente, de las empresas con ese sistema, apenas el 7 por ciento registró pérdidas comparado con el resto de las empresas estatales que tuvieron porcentajes muy altos. Dichas empresas, además, son auditadas por reconocidas firmas de auditoria internacional.
El núcleo duro del poder económico en Cuba reside hoy en el Grupo de Administración Empresarial, S.A. (GAESA) que conforma todo el entramado de empresas fomentadas por Raúl. Al frente de la junta directiva esta el general Julio Casas Regueiro, primer sustituto de Raúl Castro y su hombre de confianza, pero detrás de él, como director general y con poder ejecutivo, esta el coronel Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, yerno de Raúl. El Grupo GAESA incluye empresas como Gaviota, que cuenta con más de treinta hoteles repartidos por toda la isla y otros en construcción. La importancia de Gaviota viene dada por sus relaciones empresariales exteriores con las españolas Tryp Hoteles y Sol Meliá, y con las francesas Cadena Novotel y Club Mediterranée. Otras empresas son: Aerogaviota, (vuelos domésticos para el turismo). Sermar (exploración de tesoros marinos en plataforma), Almest, (inmobiliaria y construcción), Tecnotex, dedicada a la importación y exportación de todos los productos que necesitan y/o elaboran las demás empresas del holding. Antex, que contrata mano de obra en países del tercer mundo formalizando también distintos tipos de compañías off shore. Esta empresa es una de las más importantes, la misma está bajo el control personal de Raúl Castro.
TecnoImport, que importa todo lo indispensable para las fuerzas armadas, Sasa, (estaciones gasolineras), División Financiera, TRD Caribe (Tiendas de Recuperación de Divisas), que cuenta con más de 400 tiendas en todo el país y con unos ingresos anuales superiores a los cien millones de dólares. Sus productos sólo pueden ser adquiridos con dólares y mantienen un gran volumen de negocio con China y Hong Kong. Agrotex, empresa dedicada a todo lo relacionado con la agricultura y la ganadería, desde la cría de animales hasta una fabrica de caramelos, pasando por la elaboración de mieles y alimentos en general. Almacenes Universales, SA, empresa dedicada al comercio interior y exterior, con zonas francas propiedad de las FAR en Wajay, Mariel, Cienfuegos y Santiago de Cuba.
Pero quizá una de las ramas más poderosas de GAESA la conforman las Industrias Militares, una empresa matriz que se ocupa de la búsqueda de repuestos y fabricación de piezas relacionadas con el armamento. Tiene suscritos acuerdos especiales con Rusia, China y Brasil y de ella depende, por ejemplo, la fábrica de armas de Camaguey. El Complejo Histórico-Militar Morro-Cabaña, GEOCUBA y la Empresa de Servicios La Marina, integran también la larga lista. El grupo es gigantesco y según fuentes fiables facturaría más de mil millones de dólares al año. Ellos son el poder real. Ellos son quienes gobiernan el Estado, controlan la economía y dirigen el Partido Comunista .
Pero hay más. Recientemente Juan Juan Almeida ha revelado la existencia de RAFIN S.A., o sea, Raúl-Fidel Inversiones. Tal empresa propiedad exclusiva de los Castro fue inscrita formalmente el 14 de abril de 1997 y tiene licencia para dedicarse a la actividad financiera por tiempo indefinido. La misma se encarga de negociar deudas, comprar, vender y financiar letras de cambio, cartas de crédito o cualquier otro instrumento bancario. RAFIN S.A. ha surgido a la palestra pública en febrero de 2011 por la compra del 27% (706 millones de dólares) del paquete de acciones de ETECSA, entidad que de manera monopolista controla las telecomunicaciones en Cuba. Con la compra, Telefónica Antillana S.A tiene 51% de las acciones; Rafin 27%; Universal Trade & Management Corporation S,A (Utisa) 11%; Banco Financiero Internacional 6,15%; Negocios en Telecomunicaciones 3,8%; y Banco Internacional de Comercio 0,9%, según un acuerdo del Consejo de Ministros publicado el jueves en la Gaceta Oficial .
Como reprodujeron los académicos Juan Carlos Espinosa y Robert C. Harding en su trabajo publicado en 2002, Paracaídas verde olivo y piñatas a cámara lenta, “una casta militar privilegiada, sin imaginación política, liderada por Raúl Castro espera entre bastidores. Junto a ellos están los apparatchiks y tecnócratas que conforman la masa leal en los discursos, los cuadros dispuestos a realizar las nuevas labores con el fin de impulsar sus carreras”. A este ejercito de soldados-gerentes que controlan semejante entramado económico se añade el hecho de que la mayoría de las carteras ministeriales -el coronel Armando Emilio Pérez fue designado recientemente nuevo viceministro de Economía el cual es uno de los arquitectos del sistema de gestión aplicado en las empresas militares- están ocupadas ya por 10 generales, incluido Raúl, en la cima del poder.
En primer lugar destaca el general de brigada José Amado Ricardo Guerra quien ocupa el puesto de Secretario del Consejo de Ministros, aunque privado de “protagonismo alguno en la dirección del gobierno”. Como Vicepresidente del Consejo de Ministros y Ministro de Economía y Planificación fue designado Marino Alberto Murillo Jorge, un ex-coronel de las FAR que dirigió el Ministerio de Comercio Interior desde 2006. Asimismo designó a tres figuras de alto rango político como vicepresidentes de ese órgano: el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, quien supervisará también el desarrollo de otros ministerios clave: Industria Básica, Construcción e Informática y Comunicaciones, el General Ulises Rosales del Toro Ulises Rosales, que se encarga de «brindar atención integral» a otras carteras y Jorge Luis Sierra Cruz (Transporte). Como resultado, las políticas que se diseñan y las recomendaciones procedentes de las FAR tienen un papel mucho más influyente y decisivo que las emanadas de otras instancias del Partido o del Gobierno.
Igualmente, el Ministerio del Azúcar, el Ministerio de Turismo, el Ministerio de la Construcción, el Instituto Nacional de Reserva Estatal, el Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba, la empresa Habanos, S.A., Grupo Nueva Banca, Instituto Cubano de Radio y Televisión, entre otros, son también dirigidos por militares en activo o retirados. Recientemente también entró en el gobierno para dirigir la Industria Sidero-mecánica otro general, Salvador Pardo Cruz, proveniente de la Unión de la Industria Militar, estructura que administra 12 empresas del MINFAR. Informática y Comunicaciones tiene al frente al general Medardo Díaz como nuevo titular.
De todos estos movimientos se desprende el empeño por consolidar la alianza conservadora establecida entre la cúpula militar al frente de Raúl Castro y los burócratas partidistas comandados por José Ramón Machado Ventura . Estos altos oficiales, gracias a su lealtad al régimen y a pesar de su origen e ideología “proletarios”, componen ese nuevo paradigma del tecnócrata “revolucionario” que los académicos han denominado el compañero-empresario o empresario-soldado. Éste participa en la redistribución de las propiedades, otrora estatales, en el marco de un proceso de privatización que no excluye como uno de sus fines mantener la unidad corporativa entre esa casta de “empresarios socialistas” y la inquebrantable fidelidad a los hermanos Castro. Tales corporaciones han estado cubiertas por el mismo manto de misterio detrás del cual se esconden las operaciones secretas del gobierno cubano. Todas son propiedad estatal, aunque actúan como unidades independientes, de igual forma a como ocurre con las compañías estatales en una economía de mercado. Ellas toman préstamos de los mercados financieros internacionales por cuenta propia y son auditadas por firmas de contabilidad occidental que tienen una probada acreditación, además de la flexibilidad para desarrollar o emprender cualquier negocio que deseen. Si logran sus propias metas de beneficios y operan con márgenes de ganancias aceptables, siguen operando. En caso contrario los empleados son despedidos, se nombra una nueva administración y se hacen los cambios pertinentes.
En un intento por definir esta relación de los Castro con sus subalternos, en la que al igual que un padrino mafioso ellos pueden dar, pero también quitar, el acreditado economista Carmelo Mesa-Lago ha señalado que Cuba se ha convertido, de hecho, en un régimen patrimonial, en el que el Comandante –y ahora también “el Ministro”- tiene su patrimonio y lo distribuye como le place. Por su parte, el politólogo cubano Juan Antonio Blanco ha expresado muy acertadamente que “el castrismo es en esencia la práctica de la administración pública por parte de una elite política que opera con normas mafiosas y basa su conducta en principios de igual naturaleza aprendidos del patriarca familiar, Don Castro I, quien los adquirió en La Habana de los años 40 entre los tiroteos y atentados gangsteriles de grupos estudiantiles rivales. Esa cultura mafiosa arroja más luz sobre los hechos recientes que los intentos de interpretación que se realizan desde otras formas de racionalidad”.
¿Por qué la reforma?
Las últimas declaraciones de Fidel Castro hechas al periodista norteamericano Jeffrey Goldberg de la revista Atlantic Monthly, afirmando que el modelo económico cubano no funcionaba ni siquiera para Cuba encierran absoluta veracidad, a pesar de que al día siguiente se desdijo. Al expresarlo, el mandatario alude al sector estatal que opera principalmente en pesos cubanos, volcado hacia un mercado interior con una altísima demanda insatisfecha pero cuyos agentes económicos han permanecido cautivos por el Estado. Las empresas que componen este sector no disponen de la autonomía necesaria para decidir lo que se produce, cómo se produce, cuanto produce y a qué precios, etc., sino que están subordinadas a un “plan” elaborado por una burocracia con criterios ajenos a la búsqueda de un beneficio. De aquí que dependa para la caótica e ineficiente reproducción de sus empresas de un colosal subsidio, proporcionado antes por la URSS y ahora por Venezuela, así como por su bajísima productividad, sus crónicos problemas de empleo redundante y su muy escasa aportación al producto interior bruto del país.
Si el Ministerio de la Construcción, con una plantilla de 8.000 obreros y albañiles, tiene 12.000 vigilantes para evitar los robos; y si un país de base agrícola como Cuba importa el 80% de los alimentos que consume, mientras la mitad de las tierras cultivables en poder de granjas y empresas estatales no produce e impera el caos y el derroche de recursos, entronizadas la corrupción y el mercado ilegal, pocos ejemplos más hacen falta. Casi nadie duda de que los recortes de puestos resulten necesarios en un país en que el gobierno paga los salarios del 85 por ciento de los trabajadores, muchos de ellos en empleos concebidos para mantener a la gente ocupada en algo. El capitalismo de Estado chapucero cubano no conduce a la generación de riqueza.
Tal modelo resultó viable hasta que la casi totalidad de la infraestructura productiva del país se ha desplomado por continuas décadas de abandono y la no reposición de importantes bienes de capital, así como por la completa insolvencia de las cuentas públicas del régimen que se vio obligado desde el año pasado a retener las remisiones de beneficios de las empresas extranjeras afincadas en Cuba a sus casas matrices, lo cual ha cerrado el grifo de la financiación exterior . Todo ello en una coyuntura de profunda crisis económica internacional ha hecho que las remesas del exilio, los beneficios del turismo y el subsidio venezolano no basten para garantizar la reproducción del modelo de capitalismo de Estado. Tal situación debe haber obligado a la casta de los empresarios verde oliva a detraer varios cientos de millones de sus “reservas” en divisas para mantener a la depauperada población en un nivel de subsistencia y de reproducción mínimas y evitar con ello un presunto estallido social. Cuba encara una crisis de liquidez de divisas que son necesarias para el pago de productos de primera necesidad y bienes de consumo desde el extranjero. El gobierno debe importar entre 60 y 80 por ciento de los alimentos de la canasta básica familiar para sus 11 millones de habitantes. La inversión representa un gasto anual de $1,400 millones .
Un régimen de economía capitalista de Estado dominante y que persigue beneficios pero que aún convive con formas de propiedad estatal sumamente arcaicas y derrochadoras de recursos, las cuales demandan un caro y sistemático subsidio, abandona por pragmatismo su apego a vetustos postulados doctrinarios. Para ello permite un controlado margen de propiedad privada a sus agentes económicos los cuales ahora estarán bajo control fiscal y todo ello auspiciado por un nuevo “Administrador en Jefe” el cual no basa su poder en la ideología, sino en los resultados. “Reconocer el esfuerzo, premiar sólo los resultados”. De tal forma, el General-Gerente a la vez que reduce sus costes, obliga a buscarse la vida – la libreta de racionamiento tiene los días contados- a aquella ineficiente y perezosa masa de burócratas habituada a depender de Papa Estado, mientras que espera obtener por vía fiscal ingresos con los cuales reflotar su consagrado modelo.
Con tal objetivo abrirá márgenes muy específicos de usufructo o propiedad limitada de la tierra, de otros bienes y servicios, así como la expansión de los llamados “cuentapropistas” lo cual proveerá una posibilidad mínima de autosuficiencia reproductiva a la población. Tal y como señala el economista cubano-americano Roberto Lozano, mediante este ajuste y si logra reanudarse la financiación exterior, la casta político-militar conseguiría garantizar de nuevo su proceso de generación de renta, provocando que de nuevo el modelo se reproduzca eficazmente. En el fondo esto es lo que encierra la afirmación del dictador cubano .
De acuerdo con Lozano en el trabajo ya citado, “el paliativo financiero para la nomenclatura vendría de la mano de aquellas reformas estructurales que restauren cierta capacidad de maniobra a las fuerzas productivas o un mínimo nivel de libertad económica en la base para incentivar el trabajo y la productividad. Tales medidas aumentarían la capacidad de auto-sostenibilidad del sistema económico, expandiendo el efecto sanitario del subsidio externo, la industria de la emigración, las remesas y el turismo”.
¿EN QUÉ CONSISTE LA REFORMA?
Se estima que en los próximos cinco años se incorporarán 1,8 millones de personas al sector no estatal -pequeños negocios privados y cooperativas- por lo que un 50 por ciento de los cinco millones de trabajadores cubanos no tendrá como patrón al Estado en 2015. La primera fase contempla el despido en 6 meses de medio millón de trabajadores a partir del 1º de abril y para que esa masa desempleada pueda ser absorbida, se permitirá una importante expansión de la actividad económica privada, creándose unos 250,000 empleos no estatales hacia fines de 2011.
Esto indica la decisión del gobierno de convertir pequeñas empresas estatales, como talleres de reparación, en cooperativas propiedad de sus empleados y expandir el número de trabajadores por cuenta propia tales como fontaneros, carpinteros, albañiles, electricistas, etc., o sea una recomposición al menos parcial, del tejido de pequeñas tiendas, talleres, quincallas y vendedores callejeros, entre otros, que existían en todo el país hasta la nefasta “Ofensiva Revolucionaria” de 1968.
El régimen expandirá además la posibilidad de obtener empleo en el sector privado mediante arreglos tales como el arrendamiento o usufructo de tierras cultivables, las cooperativas y el trabajo por cuenta propia hacia donde se espera que se muevan cientos de miles de trabajadores en los próximos años. Más de 500.000 cubanos perderán su empleo en los próximos seis meses, cobrando como compensación un mes de salario por cada diez años trabajados; 1.300.000 personas irán al paro en el plazo de tres años, uno de cada cuatro cubanos que trabajan para el Estado. Una auténtica bomba social, de ahí que el régimen se plantee el fomento del autoempleo y de los pequeños negocios privados como una cuestión emergente. El plan, como se expresó más arriba, contempla que en el plazo de cinco años se incorporen al sector privado 1.800.000 trabajadores.
Para un país donde el Estado controla hoy el 90 por ciento de la economía y emplea a 4.2 de los 5 millones de trabajadores en la fuerza laboral de la isla de 11.2 millones de habitantes, no resulta fácil acometer tan magna tarea que más bien parece un calco de los rigurosos programas de ajuste propuestos por el FMI. En la actualidad, unos 830,000 cubanos laboran en pequeños negocios privados y cooperativas y el gobierno estima que se sumarán 1.8 millones a ese sector no estatal, de modo que se calcula que en 2105 un 50 por ciento de los trabajadores no tendrá como patrón al Estado, lo cual exige un profundo y delicado reacomodo de la estructura productiva.
Según el cronograma del gobierno, referente al Proceso de reducción de plantillas fechado en La Habana el 24 de agosto de 2010, luego de efectuada la racionalización de personal en las empresas e instituciones del Estado, entre el 20 y el 24% del total de éstos podrán ser reabsorbidos por el propio sector estatal, o sea, aproximadamente unos 24,450 trabajadores, los mismos, ocuparan puestos en sociedades mercantiles y las organizaciones políticas y de masas, pero sólo en plazas probadamente necesarias. La proyección de crecimiento de las plazas en el sector no estatal será como sigue: empresas mixtas 4,374; cooperativo: 2,132; trabajo por cuenta propia: 54,197; empresas extranjeras: 1,584 y privado: 2,259 trabajadores.
FACTORES A FAVOR DE LA REFORMA.
1- En el Proyecto de lineamientos de la política económica y social de Cuba, el documento que se discute en estos momentos como preparación del VI Congreso del Partido Comunista, queda establecido que «el Estado abandona la producción de bienes o servicios productivos y se configura como un ente regulador y controlador de la economía y redistribuidor de las rentas», lo cual indica que esta vez, a diferencia de las medidas de ajuste adoptadas entre 1993 y 1996, la reforma va en serio. Además, la misma se rige por un cronograma, o sea, la improvisación y los voluntarismos propios de Fidel no están presentes. Raúl parece decidido a llevar adelante su plan, que pese a sus errores de método, es un plan, no un ejercicio especulativo.
2- Esta vez se producirá un cambio en las leyes de arrendamiento de tierras que permite a extranjeros arrendar tierras por plazos de 99 años. Ya hay firmas británicas de turismo interesadas en arrendar terrenos para hoteles y campos de golf. Esta medida persigue dar solución a los agobiantes problemas de deuda a corto plazo.
3- Existe una demanda acumulada tan enorme por casi todo en Cuba que el cambio de empleos del sector estatal al privado podría tener algunas posibilidades de éxito, aunque la limitada capacidad de absorción del incipiente sector privado de esa enorme masa de burócratas que solo saben “girovagar” y nadar en una nube de papeles, resulta difícil de concebir, sobre todo en un breve plazo de tiempo.
4- El proceso liberalizador esta vez suprimirá restricciones tales como obtener crédito bancario para fundar las empresas, hacer negocios con entidades estatales y el alquiler de casas enteras por el turismo.
5- Existe una cantidad grande aunque desconocida de cubanos que hace trabajos ilegales “por la izquierda” para ganarse la vida (zapateros, artesanos, carpinteros, fontaneros, albañiles, etc.) los cuales se espera que inicialmente aceptarían la oportunidad de hacerlo legalmente o “por la derecha”. El trabajo por cuenta propia, hasta ahora tolerado pero estigmatizado, se impulsa de modo más decidido y se prevé la concesión de créditos y la creación de tiendas de precios mayoristas para estimularlo.
6- La lista de actividades privadas que ahora se puede ejercer se ha ampliado a 178 -algunas tan peregrinas como «forrador de botones» o «desmochador de palmas»- y ahora, y esto sí es relevante, en 83 de ellas se permitirá la contratación de asalariados que no sean parientes ni vivan con el titular. En el primer mes de entrar en vigor el nuevo reglamento, 80.000 cubanos solicitaron licencias para ejercer el trabajo por cuenta propia, de las cuales 30.000 ya han sido concedidas. Hasta ahora el número de cuentapropistas en toda la isla no llegaba a 145.000.
7- Las empresas estatales seguirán teniendo un papel preponderante, pero su funcionamiento cambia. Antes dependían casi absolutamente de planes y decisiones de la Administración central; ahora su margen de acción se amplía. Las empresas podrán elegir sus cargos directivos y ajustar sus plantillas, modificar sus precios y distribuir sus beneficios según estimen -incluso para incrementar los salarios- una vez pagados los impuestos.
8- En lo microeconómico, salvo algunos productos o servicios básicos que estarán regulados, «los precios se regirán por la ley de oferta y demanda», y también se defienden los salarios diferenciados «para incentivar la productividad».
9- Las personas que dejen el sector estatal y pasen a trabajar independientemente en el marco de la reforma laboral podrán mantener su sindicalización y no perderán las prestaciones sociales, informó el periódico oficial Granma.
10- Los impuestos desempeñarán un papel fundamental si se considera que hipotéticamente para 2015 1,8 millones de personas estarán desarrollando su actividad laboral en empresas privadas. Otro componente será el elevado nivel de descentralización de la administración financiera y del sistema fiscal por provincias y municipios. Por el momento no se aplicará el impuesto a las ventas (Impuesto al Valor Añadido o IVA) ni a los salarios hasta que se haya conseguido cierto grado de estabilidad en los precios de los productos que se venden y los salarios.
11- Un presunto levantamiento, al menos parcial, de las sanciones económicas estadounidenses que permita al menos la afluencia de turismo norteamericano hacia la Isla podría incrementar la ocupación hotelera y sobre todo el segmento económico del alquiler de casas y con ello los ingresos.
FACTORES EN CONTRA DE LA REFORMA
1- Parafraseando al opositor Héctor Palacios de la Unidad Liberal de la Republica de Cuba, “la economía de mercado la haces o no la haces. No hay términos medios». La economía para que funcione eficientemente necesita de libertad y para ello tiene que estar sustentada en el imperio de la ley y asociada orgánicamente a un Estado de derecho donde exista una Constitución que ampare el derecho a la pequeña propiedad privada y la cooperativa, así como un código de comercio adecuado a la nueva realidad. Luego es indispensable la promulgación de un cuerpo de leyes que proteja y estimule tales formas de propiedad, que regule las quiebras, etc., así como instituciones y profesionales especializados los cuales ofrezcan cobertura legal a tales empresas. Sin embargo, nada de esto existe, pues la justicia cubana siempre ha estado subordinada al poder, de aquí que no disponga de experiencia con situaciones de este tipo propias de sociedades capitalistas.
2- Mientras exista la dualidad monetaria asentada en una tasa de cambio fijada por el Estado arbitrariamente para favorecer la captación de divisas, la distorsión que se provoca en cualquier transacción impide la obtención de un beneficio por parte de los nuevos empresarios cubanos, así como el ahorro y las sucesivas reproducciones ampliadas, que constituyen la secuencia lógica del crecimiento económico. Sin embargo, aunque se reconoce la necesidad de una reforma monetaria, se continúa posponiendo su ejecución.
3- En Cuba todos los precios están controlados por el Estado, salvo los del mercado negro y aunque se liberen algunos precios para facilitar las operaciones de estos productores autónomos, esta compartimentación del mercado y de los precios de los bienes y servicios que se ofertan, provoca nocivas distorsiones y lo que conseguirá es desincentivar a los nuevos productores.
4- Aunque se comenta que ésta vez la banca cubana proveerá préstamos para facilitar la actividad mercantil de estos trabajadores por cuenta propia, de momento este tema sigue sujeto a estudio. Se sabe que el crédito es el motor de cualquier proceso inversionista y solamente mediante las remesas del exilio no seria posible levantar y consolidar esas pequeñas formas de propiedad privada. Tampoco es posible hipotecar las casas para obtener fondos.
5- Los trabajadores por cuenta propia estarán sometidos a una muy severa presión fiscal compuesta por 4 tipos de impuestos: sobre los ingresos personales, sobre las ventas, sobre la contratación de la fuerza de trabajo y sobre la seguridad social. O sea, los impuestos oscilarán como promedio entre un 30 y un 40% sobre los ingresos brutos, así como un 25% de cuota a la seguridad social por cada asalariado que contraten. Una presión fiscal del 35% en un país depauperado como Cuba, expresa un uso irracional de los recursos, pues si el fin es estimular la economía para que haya crecimiento y aumentar los ingresos, los impuestos tendrían que bajar y ser simplificados. Algunos barberos a quienes recientemente se les permitió alquilar barberías estatales se quejaron de que los pagos del alquiler, los impuestos y las contribuciones a la seguridad social eran excesivos y no le dejaban apenas margen de beneficio. Semejante declaración demuestra que la fijación de la tasa impositiva no se ha hecho con el fin de estimular la propiedad privada, sino para extraer una renta de su nueva creación y ahogar su reproducción. El propio Raúl lo declaró sin ambages: “la apertura e impulso de la iniciativa privada y el trabajo por cuenta propia son «irreversibles», pero no se permitirá la acumulación de capital de los nuevos dueños”. Esto es clave, ya que la ecuación riesgo-ganancia es la que estimula la actividad empresarial en cualquier economía y lo que esta diciendo el poder en términos prácticos es que la ganancia potencial de abrir un negocio privado en Cuba no va a superar el costo de la inversión inicial más el costo de oportunidad, lo cual desincentiva cualquier proceso inversionista.
6- Los cubanos continúan siendo ciudadanos de segunda categoría frente a los extranjeros. Mientras un cuentapropista debe pagar impuestos por los ingresos que percibe, gravados hasta en un 50% si superan los 50,000 pesos, los foráneos lo hacen sólo por las utilidades en un 30%. Por otra parte, las empresas extranjeras que arrienden terrenos lo harán por un plazo de 99 años, mientras que el arriendo de tierras de cultivo para los campesinos cubanos no puede exceder del plazo de 10 años, a diferencia de China y Viet-Nam donde el usufructo de tierras de labor es por períodos indefinidos. Esto revela a las claras la política de obstaculizar la actividad de los cubanos en su propia economía.
7-Las inversiones extranjeras están estancadas debido a los problemas de cobro que afectan a todos los países con los que Cuba comercia. El cable de la Sección de Intereses de Estados Unidos número 248021, fechado en febrero de 2010 recoge las conclusiones del almuerzo organizado por el consejero político y económico de la legación norteamericana con los siete técnicos internacionales acreditados en Cuba. En él se expresa que a pesar de haber reestructurado toda su deuda oficial en 2009, Japón no ha recibido ningún pago. Incluso China admitió tener problemas para cobrar a tiempo y se quejó de las peticiones cubanas de extender las condiciones de los créditos de uno a cuatro años», continúa el informe a Washington. Los chinos desaprueban la rigidez cubana en la constitución de empresas mixtas. «No importa si la inversión extranjera en un negocio es de diez o cien millones de dólares, la inversión del gobierno de Cuba siempre se subirá hasta el 51% (para ejercer el control de la sociedad)», dijo el consejero comercial chino con visible exasperación». El mismo funcionario comentó que “cualquier discusión acerca de reformas tipo chino, fundamentalmente las referidas a la inversión extranjera, son difíciles: «un dolor de cabeza». Con su crédito por los suelos y su tenaz reticencia a abrir su mercado interno al capital extranjero, es de esperarse que la inversión extranjera sea incapaz de jugar un rol importante en la reforma raulista.
8- En sentido general, las regulaciones del trabajo por cuenta propia no favorecen a los nuevos actores los cuales tienen la responsabilidad de contribuir con las cargas del Estado, generar empleos y aumentar la productividad del país. Por otra parte, las nuevas empresas no tendrán suficientes clientes solventes si contamos con la enorme masa de desempleados que echará a la calle el régimen. O sea, que existirá una muy alta demanda potencial para los bienes y servicios que oferten tales negocios, pero carente de la suficiente liquidez y ya se sabe que la demanda potencial no tiene impacto directo sobre el mercado, lo cual supondrá a corto plazo la quiebra de los nuevos emprendedores.
9- La liberalización en el sector agrario afronta serios problemas. Para producir eficientemente y en grandes volúmenes, los agricultores necesitan libertad para comprar lo que demanden para el proceso de producción, vender sus productos a precios que cubran los costos en que incurrieron, así como el acceso al crédito. El gobierno tendría que habilitar mercados libres para los productos y factores (trabajo, capital e insumos) y permitirle a los agricultores y a los mercados que sean los que determinen los precios y los niveles de producción, así como asignar recursos reduciendo al máximo la interferencia estatal. El gobierno ha arrendado tierras estatales a más de 100,000 agricultores privados en 2009 pero la mitad de éstas se mantienen improductivas y la producción agrícola del país bajó en el primer semestre de 2010 debido a la seria escasez de petróleo, tractores, aperos de labranza, fertilizantes y otros insumos. Aumentar la capacidad del sector agrícola supone también una premisa para elevar los niveles de productividad de la economía en general y el régimen soportará fuertes presiones si su temor a liberalizar impide que se introduzcan las medidas correspondientes.
10- De momento no hay ninguna intención de liberar el comercio exterior cuyo control monopólico lo ejerce el Estado. Todo lo contrario, se ha reducido el número de empresas autorizadas a efectuar transacciones autónomas en el exterior. Esto disminuye la capacidad de las empresas cubanas en general para tornarse competitivas ya que no pueden adquirir bienes, insumos y materias primas a nivel internacional a precios menores y de mayor calidad que los existentes en las empresas importadoras mayoristas estatales cuyos inventarios están en cero.
11- El crédito, en caso de que el Banco Central lo autorice ayudará, pero ¿para comprar qué? Si no hay insumos la gente podrá tener tarjetas de crédito pero las estanterías seguirán vacías. Se ha dado el triste caso de que unos campesinos de Guáimaro habían obtenido una licencia para explotar una finca estatal pero la misma estaba cubierta por un extenso y tupido campo de marabú de casi 2 metros de altura y lo único que había en la T.R.D. para abordar esa dura faena eran machetes.
12-El cronograma de 6 meses para eliminar medio millón de empleo estatal es extremadamente ambicioso como han expresado algunos economistas. «Lo está haciendo de una forma muy súbita, de una forma muy brutal, sin antes crear las condiciones necesarias», al esperar hasta que el sector privado haya comenzado a crecer, comentó Oscar Espinosa Chepe por teléfono desde La Habana. «Ponen los bueyes delante de la carreta. Están despidiendo primero y esperan y rezan para que el pequeño sector privado se expanda lo suficiente para absorberlos», dijo Archibald Ritter, un profesor en la Universidad Carleton en Ottawa, quien se especializa en la economía cubana. Lázaro González Rodríguez, ex viceministro cubano del Trabajo, escribió en una reciente columna de internet que mientras los recortes de trabajos eran necesarios, «en lo que no puedo estar de acuerdo es con los métodos, formas y tiempo en que se quiere realizar».
13- Uno de los pilares básicos de la economía capitalista es el capital cívico de una nación, o sea el grado de confianza que los ciudadanos de un país tienen entre ellos. El poder cubano, como parte de su estrategia de perpetuación del poder, fomentó la desconfianza ciudadana con el objetivo de desalentar los acuerdos de los ciudadanos en general y hoy lo que impera es la doble moral y el sálvese quien pueda. Por otra parte, la corrupción en Cuba es un fenómeno generalizado y una herramienta de supervivencia aceptada que alcanza a todos los estratos de la sociedad; desde prominentes miembros de la nomenclatura partidista, ministros del gobierno y altos oficiales de las fuerzas armadas, hasta el cubano que “lucha” cotidianamente por sobrevivir . Las prácticas corruptas incluyen el soborno, la malversación de los recursos estatales y los chanchullos contables. De modo que el acervo de capital social en sus diversas formas en las condiciones actuales de Cuba es muy bajo y cualquier economía mercantil basada en la existencia de alguna forma de propiedad privada depende de la confianza, la buena fe y el cumplimiento de las obligaciones contractuales. Comprender que el engaño, la trampa y el faltar a la palabra comprometida son indignos, no es labor que ningún gobernante pueda revertir con un simple decreto.
14- La prensa oficial se empeña en publicitar las quejas de sufridos cubanos a quienes el camino hacia la iniciativa privada está resultando un calvario. Meses para obtener un papel, desinformación, malos tratos, arbitrariedades y la desidia funcionarial están entre los problemas denunciados. Paralelamente, se palpa el esfuerzo por rehabilitar la imagen de los ‘cuentapropistas’, algo nada sencillo después de 15 años de ser considerados por la propaganda oficial como una fuente de contaminación y un «mal necesario»; y Granma trata de lograr algo todavía más difícil: convencer a la gente de que la apertura a la iniciativa privada, aunque todavía tímida, ahora si va en serio y es irreversible.
Asimismo, contra las medidas de ajuste promovidas por Raúl Castro conspiran una serie de factores subjetivos que también deben tenerse en cuenta. El plan para despedir a un 10 por ciento de la fuerza laboral enfrenta una gran cantidad de problemas, entre los cuales el miedo sobre quién irá a parar a la calle no es el menor. Los trabajadores que tratan desesperadamente de mantener sus empleos acusan a otros de corrupción. Y algunos afrocubanos y mujeres advierten que estos sectores podrían ser los más golpeados por los recortes. Otros aseguran que el país está lleno de temor, especialmente entre los burócratas, administradores, los de más edad, académicos y profesionales que son los que más probablemente se quedarán sin trabajo y la pregunta que se hacen es: ¿podré convertirme en agricultor o albañil, teniendo en cuenta mi edad y mis capacidades?». Es fácil de entender que para este grupo de personas –y representan la mayoría- salir fuera del circuito estatal representa un salto al vacío. El Estado ya ha dicho que sólo puede hacer una oferta de empleo, y no a todos, en sectores como el de la agricultura o la construcción. El que no acepte la propuesta ha de buscarse la vida como pueda en el sector privado o cooperativo, que ahora el Gobierno impulsará como alternativa al problema social que se avecina.
El Nuevo Herald reportaba que Miriam Celaya, una habanera que escribe el blog Sin Evasión, informó de «verdaderas batallas campales» entre los trabajadores mientras las comisiones consideran quiénes deben mantener sus trabajos. «Por estos días cualquier cubano se erige en verdugo de otro», agregó. «¿Por qué me van a sacar a mí y no a Fulanita, que es una corrupta? … ¿Y por qué a mí y no a Mengano, que siempre llega tarde? ,,, Y claro, a Ciclanita no la sacan porque es la que [tiene relaciones con el] jefe de la comisión». Los jubilados son los más escépticos con respecto a las reformas pues consideran y con mucha razón que si quitan la libreta y no aumentan los salarios (equivalentes a $20 como promedio) se van a pasar muchas necesidades.
CONCLUSIONES
El sistemático estrangulamiento a que se ha sometido a la actividad económica en Cuba debido a la carencia de libertad, intenta ser hoy regenerado por el poder con el fin de restaurar su funcionalidad. A tal fin concede cierto margen de libertad económica intramuros a los agentes económicos con el fin de restaurar los incentivos al trabajo y al consumo, a la actividad mercantil y a la reintroducción gradual y controlada de formas de propiedad privada, todo ello asociado al retraimiento del Estado en la gestión de determinadas actividades productivas que le resultan sencillamente incosteables. No obstante, mantienen el control de las “alturas dominantes”, así que con sus candados impositivo y regulatorio impedirán que el mercado haga su trabajo rehaciendo la estructura económica y decidiendo qué se produce, cómo y quien, con lo cual se anula la competitividad.
Teniendo en cuenta los verdaderos propósitos de este ajuste promovido por el régimen no cabe duda de que a los productores privados cubanos les resultara en extremo difícil acumular capital para facilitar el crecimiento económico del país, pues la alta demanda de consumo y las necesidades acumuladas por la población desde hace varias décadas, así como las propias medidas que van en un sentido positivo, tienen su contraparte en acciones o frenos por parte del Estado –empeñado en su política de asfixia económica- que contrarrestan o impiden a aquellas su despliegue y normal funcionamiento desde el punto de vista de una economía capitalista clásica. El Estado que hace tiempo escogió quienes son los beneficiarios del esquema económico cubano, continuará protegiendo sus empresas de la competencia privada y extranjera para preservar la estructura monopolista y mantener el control de un mercado cautivo.
En resumen, si no se consigue el reacomodo laboral de esa enorme masa de desocupados estatales en un lapso de tiempo razonable, así como que los proto-empresarios cubanos no obtengan un mínimo de beneficios a partir de los cuales sus negocios resulten rentables, y por el contrario, se ven forzados a quebrar sin haber podido contratar, o despidiendo incluso a esos parados, resultará imposible reintegrar a ese enorme ejército de desempleados en el sector privado sin profundizar la reforma en favor de mayores espacios de libertad económica.
De todas formas continúa siendo un ejercicio especulativo aventurar un desenlace rupturista en Cuba si nos atenemos a que desde la desaparición del campo socialista y la URSS, la mayoría de los expertos en la cuestión cubana no le vaticinaban al régimen mucho tiempo en el poder. Sin embargo, Fidel Castro, mediante la introducción de ciertas medidas en la dirección del mercado y una recomposición ideológica de los elementos de consenso, logró cambiar lo estrictamente indispensable y por el tiempo justamente necesario para al final seguir igual, reproduciendo así una suerte de “gatopardismo” político. Otro factor muy importante es la respuesta popular. Mientras en Cuba no exista una masa crítica de ciudadanos que sea capaz de juntar voluntades y unificar proyectos políticos en torno a una demanda con la que el pueblo se identifique y se implique a fondo, venciendo el miedo a expresar su negativa a seguir siendo gobernado por los Castro, resultara muy difícil darle un vuelco a la situación.
Sin embargo, esta vez existen factores objetivos que no se habían dado anteriormente y que modifican cualitativamente la situación. Uno es que nunca antes el régimen se había atrevido a llegar tan lejos en su tolerancia mercantil con lo cual el margen de libertad económica para el individuo será mayor que antes. Esto es importante pues lo dota de cierta autosuficiencia y predisposición a tomar distancia del poder y a manifestarse con criterio propio pues ya su bolsillo no depende de los subsidios estatales, sino de su esfuerzo y habilidad como trabajador por cuenta propia o propietario de una pequeña empresa, taller o finca. El otro factor es que aunque Fidel se mantiene a la sombra, ya no es la figura rectora del poder, sino que es su hermano, con pleno control de la gestión de su grupo corporativo, como vimos, así como de la defensa del país –el sector militar-empresarial representa el seguro de vida del castrismo más allá de los Castro- pero carente del carisma para movilizar al pueblo a la plaza pública y por tanto incapaz de contener una ola de protestas, aunque sí de aplastarla.
Raúl, reproduciendo las normas de la cultura mafiosa del castrismo, implementará el enésimo experimento al que someten a la economía cubana mezclando esta vez un capitalismo de chinchales, vigilado por un severo sistema impositivo y privado de libertad para producir y acumular, con un socialismo salvaje, apenas sin subsidios ni cobertura social. Este despropósito impedirá a la economía generar soluciones estructurales por medio de sus potenciales empresarios, aunque el Estado continuará protegiendo a sus consagrados monopolios. El aberrante antagonismo que encierra tal combinación podría suponer el principio del fin de la dictadura.
Irene, mi nombre es Enrique Collazo, soy cubano nacionalizado español y he estado escucahndo con atencion tus intervenciones en el programa de TeleMadrid y me has parecido una periodista equilibrada por tanto decidi enviarte este ensayo sobre las anunciadas reformas de Raul Castro. Supongo que estaras casi sin tiempo para ver temas como éste, más ahora en plena campaña, pero si en algun momento consigues echarle una lectura pues te lo agradecere sinceramente. Mi mail: jaronu17@yahoo.es Un cordial saludo, Enrique.
Creo que esto, desde el domingo, es un clamor, además en muchas ciudades pq parece q sólo se habla de Madrid. En Sevilla la mani del domingo fue antológica y tb aquí hay acampadas. Ahora q por fin hemos empezado, no podemos parar, hay q seguir después del 22M, pq es necesaria una nueva ley electoral, una ley de responsabilidad política, q no quede impune la corrupción ni tampoco q los votos los utilicen como cheques en blanco para hacer o deshacer…por ahí hay q empezar y desde luego, como se gritaba en Sevilla el domingo «¿Por qué mandan los mercados si no los he votado?»
Lo preocupante no es que salgan miles de personas a la calle. Lo preocupante es que haya casi 5 millones de parados y no pase nada.
Lo indignante no es que salgan miles de jóvenes, gente de mediana edad, jubilados, a las plazas de las ciudades españolas pacíficamente. Lo indignante es que haya un 33% de «fracaso escolar», que haya cientos de miles de personas mayores de 40 años sin trabajo y descartados por la mayoría de las empresas por «viejos», «gastados» y «caros», cuando son la joya de la corona de la economía de un país, y que haya jubilados que, después de partirse el alma trabajando durante décadas, pierdan su vivienda, sus ahorros, parte de su pensión, y quienes se la quitan reciban rescates multimillonarios para después reportar beneficios aún más multimillonarios a principios de año.
Lo inadmisible no es que miles de personas de toda condición digan pacíficamente pero con firmeza «estamos hartos», sino que quienes son los responsables directos de su hartazgo les desprecien, insulten, ignoren, manipulen, amenacen.
Lo incomprensible no es que estas cosas pasen en un país europeo; lo incomprensible es que no pase en todos, desde mucho antes y con más gente en la calle cada día.
Los partidos (todos, sin excepción, por mucho que algunos intenten desmarcarse), los sindicatos (uno de los cuales da ejemplo de «estabilidad laboral» al mantener al mismo secretario general durante lustros), la banca, los corruptos, el sector de los empresarios que aún no entiende el concepto de «crear riqueza» porque sigue obsesionado con maximizar el beneficio, van a estar cada día más incómodo con estas protestas y sus secuelas. Pero también quienes creen que lo que hay que hacer es quedarse callados, en casa, distraidos con la tele, esperando que quienes nos han mentido, manipulado y robado nos vengan a rescatar, necesitan oír esos miles de voces y entender que quizá no se pierde nada saliendo de casa y reconociendo que ellos también están hartos.
Le dije, doña Irene, que el librito de Hessel era una llamada a la acción y que daba un poco igual su enjundia. Aquí tiene la acción. Muchos de los que han salido a la calle lo han hecho inspirados por el anciano francés. Hasta en las peluquerías de barrio las señoras se leen el panfleto y se indignan (no hablo por hablar: el otro día mi mujer me contó que había una señora con rulos en su pelu enfrascada con el librito).
Cierto que al movimiento le falta lo mismo que le falta al panfleto, pero es un paso en la buena dirección. Si de aquí surge un ligero movimiento hacia la reforma electoral por parte de los partidos dominantes, ya habrá servido de algo.
Ojalá que adquiera masa crítica y se mantenga en marcha, por lo menos de aquí a las generales. (Mi pronóstico personal, aunque cargado de esperanza y por eso menos objetivo, es que lo hará.)
Ya, como bien profetizó Saramago en su excelente novela «ensayo sobre la lucided» los voceros de la peor derecha de europa, la española, acusa a los acampados de «terroristas». Cesar Vidal, Losantos y el resto de rastrojos que ensucian con mentiras la prensa española a la carga, ellos que clamaban por que la gente saliera a la calle, eso si contra los malos «el PSOE-ETA-BILDU», nada de ir contra el régimen y sus principales soportes el PPSOE y sus sindicatos domesticados CCOO-UGT-USO.