El líder del PP, Mariano Rajoy, no tiene gobierno en la sombra, pero todos los que creen que van a formar parte de su gobierno, puestos en fila, proyectarían una larguísima e interminable penumbra que no va a caber en un hipotético gobierno jibarizado. Un Ejecutivo reducido es, al menos, una de las primeras medidas que se espera que Rajoy tome si llega al gobierno, predicando con el ejemplo y poniendo en práctica lo que tantas veces reclamó a José Luis Rodríguez Zapatero que era imprescindible hacer: recortar ministerios. Pero, si atendemos a las afirmaciones, apuestas o pálpitos de sus compañeros de partido, buena parte de los barones que han sido recientemente reelegidos no terminarán legislatura en su comunidad autónoma (o en su ayuntamiento, en el caso del madrileño Alberto Ruiz Gallardón). A muchos de ellos, los ciudadanos les han elegido para la Administración más cercana, pero no tendrán reparos en alejarse e integrarse en el frío, distante y desalmado gobierno de la Nación, si se cumplen los vaticinios que van de boca en boca en la familia popular.
No sorprende por manido el asunto Gallardón, que pasará a formar parte del Ejecutivo, dejando al frente del consistorio madrileño a Ana Botella, ya que Gallardón llevará consigo, allá donde vaya, a su “esclavo moral”, Manuel Cobo. Y donde va a ir, según se rumorea en la familia popular, es a ocupar una cartera “de Estado”, aunque no la vicepresidencia del gobierno: el Ministerio de Defensa.
Más sorprendente resulta, sin embargo, el fichaje de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Para ella se reserva el puesto de ministra de Exteriores, según los últimos pronósticos de la cúpula genovesa, que no tienen ningún reparo en justificar ese nombramiento en el hecho de que “es la única que habla idiomas”. El valor, como en el Ejército, se le supone. A ella la sustituiría al frente de la presidencia madrileña el hasta ahora vicepresidente, Ignacio González, que está tratando de intervenir mucho más de lo razonable en los nombramientos de los futuros consejeros del gobierno madrileño, tal vez por dejarse arreglada la herencia.
No admite dudas la incorporación del barón canario, José Manuel Soria, a un futuro gobierno de Rajoy. Éste, que pese a ganar las elecciones al gobierno del archipiélago, se tendrá que conformar con ver la toma de posesión del nacionalista Paulino Rivero, está bebiendo estos días de la medicina que le diera él mismo a beber a Juan Fernando López Aguilar, el socialista que ganó las elecciones en Canarias en 2007, y se quedó fuera del gobierno, tras el acuerdo CC-PP. Por su parte, Soria no deja de repetir que su meta es gobernar Canarias a todo aquel que quiera escucharle, pero en su entorno dicen saber que él está llamado a más altas instancias: al gobierno de Rajoy.
Algo similar ocurre en Castilla y León, donde su presidente, Juan Vicente Herrera, se ha presentado por última vez a las elecciones. Nadie en su partido en Castilla y León duda de que su destino final y a no mucho tardar, será el gobierno de la Nación y aseguran que han oído de labios del propio Rajoy decir que le gustaría contar con la presencia de Herrera en su futuro gabinete. Con todo, en Castilla y León, la toma de posesión del presidente abre, sin lugar a dudas, una nueva etapa en la que los aspirantes a sucederle, entre los que se menciona el consejero de presidencia y portavoz, o la consejera de agricultura, entre otros, tendrán que pelear por la sucesión.
Sí, sí, después del día grande de Valencia, Murcia y tantos otros donde la corrupción se sienta en las Instituciones, todo ello muy democráticamente, con un avall de una mayoría de votos, ahora toca repartirse el pastel.
En Asturias, que es donde vivo, el nuevo pelayo, Cascos con su partido personalista que son las iniciales de su nombre y apellidos (FAC) llevan casi un año a la gresca con sus antiguos compañeros de del PP. Necesita los votos de éstos, no para poder gobernar holgadamente la región, sino para un reparto de poder de los cargos regionales y alcaldías, en un vergonsoso cambio de cromos: tú me apoyas aquí para tener alcalde y yo te apoyo allá para que el alcalde seas tú; yo te doy la alcaldía de Gijón si tú me das la de Oviedo…
Pero claro, los enfrentamientos y rencillas personales son tantos que a día de hoy no han llegado a un acuerdo. Y mientras están mercadeando con los votos, la casa sin barrer. Y ésto se veía venir, pero aquí en esta tierra de pelayines y chovinistas, todos sucumben a los cantos de sirena de cualquier salvapatrias. Cascos ha obtenido votos tanto de los de que votaban al PP, como del PSOE o IU. Aquí con decir que te sientes orgulloso de ser asturiano, ya está todo arreglado.
Ojala sea tan malo el futuro gobierno. Si no reaccionamos a la victoria del PP entonces mejor me marcho de este pais.
Nada es lo que parece y lo que parece no es. No votaron al que decía ser, o sea.
De inmediato, yo nombraría ministro de obras públicas al señor Ruiz Gallardón (no vean cómo nos tiene Madrid); De hacienda a la señora Aguirre o a Camps (sin comentarios) y así iría tejiéndo el amplio manto que un buen Gobierno de España ha de tener, si su Presidente es el señor don Mariano Rajoy.
(Dejo espacio para que otros que lo deseen se esfuercen en continuar la árdua labor que he comenzado)
Rajoy llegará a la Moncloa cuando las ranas crien pelo. Con un 2.9% de las 34.7 millones de electores, no es posible llegar a la presidencia de gobierno. En nuestras manos está el que no lo consiga.