La UE rechaza a los refugiados libios y dinamita el pacto de Schengen

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Nicolás Sarkozy conversa con Ángela Merkel durante la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, celebrada este viernes en Bruselas. / Olivier Hoslet (Efe)

No ha alcanzando Europa occidental la décima parte de la unión conseguida en los tiempos de Octavio César Augusto cuando la pax romana permitió la extensión de una lengua común con respeto a las demás (el latín), la implantación de una moneda común (el denario), la articulación de un espacio territorial sin fronteras mediante calzadas, la aplicación de unas leyes y una ciudadanía común, etcétera, y ya los “dirigentes comunitarios” se apresuran a cerrar las fronteras internas ante cualquier adversidad humana que tuvieran que compartir. El último Consejo Europeo ha resuelto aceptar la propuesta del socio francés de suspender la libertad de movimiento de las personas por el espacio común cuando se produzca una situación excepcional que lleve a miles de humanos a refugiarse en el territorio de algún país miembro.

El presidente francés, Nicolás Sarkozy, adoptó en abril esa medida, cerrando la frontera con Italia ante el temor de que los miles de libios que huían de la represión de Muhamar Gadafi y de las legiones de bombarderos de la OTAN, que también matan de manera “humanitaria”, llegaran a su país. Sarkozy quiere el petróleo libio, lo mismo que el alegre millonario y presidente italiano Silvio Berlusconi, que lo paga un poco más caro para reparar los históricos daños militares de Italia en Libia, pero detesta a los refugiados de Misratah y Tripolitania. Sus argumentos han sido asumidos por los solidarios dirigentes comunitarios. Preocupadísimos de que los griegos no se declaren en quiebra y paguen las deudas a los especuladores financieros, aceptaron como si fuera una cuestión menor la suspensión del acuerdo de Schengen sobre la libre circulación de las personas en el espacio comunitario.

Cierto es que el cierre de las fronteras interiores sólo se podrá aplicar “en casos excepcionales”, es decir, como bien refirió el español José Luis Rodríguez Zapatero, “cuando se produzca alguna situación muy especial, una pandemia, una catástrofe de grandes proporciones o, como ahora ocurre en Libia, una guerra”. Curiosamente, cuando más necesaria es la solidaridad y el reparto de la carga, los “comunitarios” demuestran su adjetiva falsedad. Menos mal que “no se trata de aplicar medidas excepcionales contra la inmigración ilegal y exterior”, como manifestó el presidente español, quien, de hecho, se colgó la medalla de haber logrado, con el apoyo del primer ministro sueco, que la palabra “inmigrante” no aparezca en la resolución.

Con todo ello, los miles de personas que huyen de las masacres de los tiranos periféricos, de los bombardeos de la OTAN, de las hambrunas, las enfermedades y, las que, eventualmente, pudieran huir de nubes tóxicas y radiactivas y de enfermedades contagiosas ya saben que quedarán confinadas en el país europeo “comunitario” en el que logren entrar, ilegalmente, por supuesto, pues nadie acepta a los desgraciados. Lo importante es que no ocurran desgracias que den lugar a huidas masivas, dice Zapatero. Pero los sátrapas y las bacterias son imprevisibles, y entonces, ¿cómo contendremos la avalancha para evitar que esa Europa común y solidaria, la Francia del subnapoleón Sarkozy y la Alemania de la mercader Angela Merkel nos manden a tomar por donde amargan los pepinos y nos cierren la frontera?

Esa misma pregunta le hacía ante la “primavera árabe” el diputado ceutí Francisco Márquez al vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba. Pues del único modo que podemos, con mucha vigilancia y kilómetros de vallas de contención. Y a continuación le envió un informe diciéndole que 343 guardias civiles vigilan día y noche con patrullas móviles y puntos fijos toda la frontera de Ceuta con Marruecos, de 8,2 kilómetros, desde la playa El Tarajal (bahía sur) hasta la de El Algarrobo (bahía norte), y explicándole las características del muro de contención.

Toda la frontera ceutí está impermeabilizada con dos vallas metálicas de 6 metros de altura, con una separación de 3,5 metros entre ambas, reforzadas de malla metálica en la parte inferior y concertinas de espino en su parte exterior y superior a lo largo del trazado. Diecinueve torres de vigilancia, 53 alcantarillas con rejas metálicas, sensores de detención de intrusos en todas las rejas de alcantarilla y en toda la valla exterior petrimetral, 37 videocámaras y dos cámaras térmicas fijas, garantizan que no se cuele ni un alma. ¡Ah! Y en El Tarajal, el único paso, hay cinco filtros de control, 153 policías, 101 guardias civiles y 15 calabozos para encerrar a criminales y traficantes de drogas. No le cuenta que en la cueva bajo la isla de Perejil hay un comando permanente de hombres rana para controlar el tráfico naval, de drogas y de ilegales, porque las misiones secretas no se cuentan.

Igualmente, en Melilla, donde existen cuatro pasos fronterizos, el muro o valla, de once kilómetros e iguales características al de Ceuta, es vigilado día y noche por más de 300 guardias civiles con los consiguientes recursos materiales y cuenta con cámaras de televisión, sensores de movimiento, focos de iluminación y grupo electrógeno autónomo para impedir la entrada irregular de personas y mercancías. En el control de los pasos terrestres de Beni Enzar, Barrio Chino, Farhana y Mariguari, así como en el puerto y el aeropuerto, se ha duplicado el personal policial desde 2007, con unos contingentes de 120 policías y más de 200 guardias de distintas especialidades.

La impresión de los responsables de Interior es que la frontera terrestre de ambas ciudades autónomas se halla bien amurallada y protegida. Además, el Rey de Marruecos ha reaccionado a la “primavera árabe” con su propuesta de reforma constitucional y no con sangre, como era de temer. De Líbia sólo han llegado cien refugiados. Pero si se produjera un éxodo masivo hacia España ya sabemos que la solidaria UE podrá cerrarnos las fronteras sin sacar la mano de nuestros bolsillos.

5 Comments
  1. zaratustra says

    De los países empobrecidos sólo interesan sus materias primas.

  2. Aleve Sicofante says

    Antes (antes de la crisis, supongo) solía sentirme orgulloso de pertenecer a una entidad supranacional que velaba por los intereses de los ciudadanos frente a los de las grandes corporaciones. Sólo en Europa se encontraba Microsoft con trabas para imponer su monopolio, sólo en Europa se imponía a las telcos un límite para su avaricia, sólo en Europa se movían los ciudadanos con libertad entre los países.

    Ahora, con cada vez más frecuencia, me avergüenzo de pertenecer a una parte del mundo decidida a ignorar las penurias del resto. Una Europa convertida en el festival de los ombligos y que ha dejado sobre la mesa las gafas para una miopía que degenera a marchas forzadas.

    Es una de esas épocas en que me pongo a mirar en internet en qué isla perdida te dejan bañarte desnudo en la playa, con la intención de coger un billete sólo de ida.

  3. FRANCISCO PLAZA PIERI says

    ¿Qué no van a «dinamitar» estos dos personajes, la alemana y el francés?
    Los ponemos ante una roca, y son capaces de destruirla a cabezazos.
    -Echan abajo de una coz, la labor de décadas de esfuerzo de otros laboriosos y sesudos políticos (por supuesto, y entre otros, alemanes y franceses también, pero inteligentes).
    -El llamado «Pacto de Schengen», por supuesto que se veía venir el cerrojazo.
    ¿Qué les tocará hacer a los cerebros semejantes a estos dentro de décadas, cuando, según vaticinan, la Tierra llegue a esa desmedida población humana?
    (Siempre he pensado en voz alta, como casi todo lo que hago, que me habría apetecido vivir en siglos venideros, por aquello de los avances tecnológicos. Pero ahora, pensándolo bien y a la vista de lo que hay y de lo que se espera… mejor lo dejaremos estar como está).

  4. Inteligibilidad says

    Qué triste… en cualquier caso, aunque la brillante idea sea de Sarkozy, en la zona Schengen participan muchos Estados que no han querido parar la medida (p.ej. España). Europa se ha olvidado de sus guerras y de sus hambres…

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