Existen dos máximas universales que no se cumplen en España. Una es la de George Santayana, filósofo americano de origen español: “Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. En España, esos conservadores tan partidarios del futuro, le han dado la vuelta: para que el pasado no vuelva a ocurrir, nada mejor que olvidarlo, nos dicen. El último en instarnos a hacerlo es el periódico de referencia de la derecha española, El Mundo. En su editorial, insiste en la equivalencia: todos fuimos culpables, todos nos matamos a todos. Es una forma de decir que, mal por mal, la justicia quedó hecha. Qué bello signo de puntuación, el punto final.
El segundo aforismo incumplido es la célebre frase pronunciada por Clemenceau cuando le preguntaron cómo creía él que contarían los historiadores del futuro la I Guerra Mundial. Confiado, el político y periodista francés contestó: ninguno dirá que Bélgica invadió Alemania. Craso error. Clemenceau no contaba con el negacionismo disolvente de la derecha española, que cristalizó la semana pasada en Telemadrid. Nadie se atreve a decir que Bélgica invadió Alemania, pero sí que la culpa del golpe la tuvieron los rojos, por asesinar a Calvo Sotelo, y no los militares. La de Clemenceau fue, avant la lettre, una defensa de lo real frente al intento de convertir la historia en una construcción artificial, un relato que prescinde de los hechos y se adueña de su interpretación. Lástima que no haya calado aquí.
La mala pata que tienen los negacionistas es que han transcurrido 75 años y decenas de miles de personas -paranoicas, a juicio de El Mundo- recuerdan con precisión el lugar exacto de la cuneta donde yace su abuelo. No resulta fácil olvidar. Pero tampoco para la derecha, que insiste en suministrarnos su recuerdo interesado. Así conforma un relato grotesco que viene a decir: no ocurrió nada digno de ser recordado, salvo que Bélgica invadió Alemania.
La ventaja de los historiadores, frente a los medios, es que tienen la obligación de respaldar sus afirmaciones con un documento. He llorado leyendo la última obra de Paul Preston, El Holocausto español (Debate). Es el libro de las víctimas, de todas las víctimas. No recomiendo leerlo de un tirón. Hay que dosificar las toneladas de muerte, la sangre y la crueldad. Es necesario tomar aire entre capítulos porque la dimensión del horror escapa a la comprensión humana. Asfixia. Terminarlo resulta un alivio. Pero una vez leído, hay dos hechos innegables. Y los califico así, precisamente porque las afirmaciones de los historiadores están respaldadas con documentos.
El primer hecho es cuantitativo. Preston analiza la violencia en la retaguardia, las muertes de civiles. En zona rebelde, fueron asesinadas más de 130.199 personas. En zona republicana, 49.272. Son cifras espantosas, inconcebibles para la mente humana, pero no son equivalentes. Y se apoyan, entre otra documentación, en cientos de monografías minuciosamente confeccionadas en las últimas décadas.
El segundo hecho es cualitativo. La represión en la zona rebelde contra cualquier sospechoso de izquierdismo fue ejercida por las autoridades militares y eclesiásticas. Y formaba parte de un programa sistemático de odio y exterminio, propagado en los discursos de Queipo, Mola o el propio Franco, del que quedan abundantes testimonios, recogidos por Preston. No se encuentra nada parecido en los líderes republicanos, en Azaña, Prieto, Negrín, lo vuelve a recordar Preston en El País. La violencia en la zona republicana fue en gran parte espontánea, incontrolada, y llevada a cabo en gran medida por los anarquistas. Digo en gran parte, porque la barbaridad de las sacas de Paracuellos se planificó, y allí mataron a entre 2.200 y 2.500 derechistas. Desde el comienzo de la guerra -también Preston documenta estos hechos- el afán de las autoridades republicanas consistió en frenar la violencia desatada con el golpe. Lo consiguieron. En la retaguardia republicana, el 97% de las muertes se produjo entre julio y diciembre de 1936. La represión en las zonas ocupadas por las tropas franquistas no sólo prosiguió hasta el final de la guerra, sino que, y esto es lo más escalofriante, se redobló una vez terminada ésta: aún fueron ejecutados 20.000 republicanos, otros fueron a dar en cárceles, campos de concentración, campos de trabajo, o se exiliaron. En el peor de los casos, los partidarios de la equivalencia no pueden negar que, entre 1939 y 1975 sólo mató, persiguió, encarceló y expolió un bando. Son detalles que a ciertos medios se les olvidan, como tampoco suelen recordar que el golpe de Estado se produjo contra el gobierno legítimo de España, elegido en las urnas unos meses antes.
Espero llegar viva al 18 de julio de 2036 y que, para entonces, no sea necesario insistir en que Bélgica no invadió Alemania.
Vi el libro de Preston hace ya más de un mes en una librería y no lo compré porque imaginé que sería el horror. Después de leerla a usted aún me da más miedo leerlo. Aún tengo mis dudas.
Tengo un gran respeto por Preston, y esto que digo, lo hago desde el respeto que me merece su obra y su persona. No entiendo como puede decir que la violencia en la zona Republicana fue en “gran medida” por los anarquistas, cuando el ministro encargado por el gobierno de frenarla fue García Oliver precisamente un anarquista, y aún más, el encargado de frenar las sacas de Madrid fue Melchor Rodríguez, otro anarquista, que salvó a miles de sublevados. Fue Melchor quien dijo: por las ideas se muere, no se mata. Representaba a una corriente del anarquismo que no aceptaba del todo la acción directa, muchas veces defensiva ante los asesinatos de obreros por el gangsterismo empresarial o la represión policial. Bajo mi humilde punto de vista considero mas sanguinarias las acciones comunistas que las anarquistas en la Guerra Civil española. Para que hablar de Stalin, Mao o Pol Pot.
Las tristemente famosas checas que yo sepa eran de inspiración estalinista, no anarquista. En resumen, desde el respeto, aunque no me puedo comparar con él, estoy en desacuerdo con Preston. Me falta leer el libro, claro. Recomiendo para el que no la haya leído la biografía de Franco por Preston. Y a Preston le recomendaría “El ángel rojo” de Alfonso Domingo.
Checas, o cárceles del pueblo tuvieron todos los partidos y sindicatos, y en ellos se encarceló no solamente a quintacolumnistas o militantes o simpatizantes de la derecha golpista, también se utilizaron para detener y hacer desaparecer a enemigos del propio bando republicano, como el paradigmático caso de Andreu Nin en una checa y fosa de Alcalá de Henares, o como relata de forma excelente la novela «días de llamas». García Atadell uno de los más sanguinarios chequistas era socialista . Y se dan casos raros como el del escritor bohemio, amigo de Valle Inclán, Galvez que formó parte de una checa del Partido sindicalista de Pestaña, al que algunos acusan de ser el responsable de la muerte de Muñoz Seca y otros dicen que intentó salvarlo de la muerte como hizo con el portero de futbol Ricardo Zarmora, pero que no pudo conseguirlo. García Oliver acusa de las sacas a los socialistas, y señala como responsable a Maragarita Nelkens. Pero que no era algo desde arriba, como si lo era en el bando fascista es más que evidente. Si las checas eran de inspiración estalinista, las sacas y fusilamientos franquistas eran pura imitación de lo que hicieon Musollini y Hitler unos años antes en sus respectivos paises con la oposición de izquierdas.
entonces se justifica unos asesinatos y se criminalizan otros….vaya forma de recordar.
Efectivamente, nunca se debe de olvidar, mucha gente no nos lo perdonaría, la historia esta ahí para servirnos de guia, para mostrar a las generaciones venideras la historia de su gente, comprender que situaciones que ahora les son gratuitas, hace años, te podían costar la vida, que esta situacion de «libertad» ha sido lograda gracias al sacrificio de personas, maravillosas personas.
saludos
El peor de los periodos de la humanidad fue malvivido por los sobrevivientes del golpe de estado del malhado franco, en connivencia con la mafiosa iglesia católica española del momento. Estos iban a lo suyo…
Sabido es que el peor de los inventos de la humanidad ha sido las distintas mentiras en forma de religión. De ese cuento viven como dioses sus cuentistas, los que las lideran y sus segundos. No entiendo que los gobiernos no los conduzcan, como a los del toco mocho, a la cárcel. Esta mentira que, a tantos engatusa, debiera ser erradicada.
Sabido es que a los viejos, esos retrasados mentales, les es necesario esa mentira del más allá.
Pues, que los eduquen en la realidad del «no hay nada después de la muerte».
Así es la realidad.
No te atormentes.
Y si un tunante viene a venderte una parcela de ‘cielo’, sepárate, pronto de semejante ‘trilero’.
Ricardo, soy el autor. Si usted lee el libro, verá que hablo mucho de Melchor y sus esfuerzos por acabar con la violencia y hago pleno uso del libro de mi amigo Alfonso Domingo. Verá tambien que García Oliver no hizo todo lo que tenia que hacer para frenar la violencia y también verá criminalidad de muchos elementos de la FAI. Por supuesto que había checas comunistas y dedico mucho espacio al papel suyo en la represión. He intentado hacer un libro equilibrado.
Es curioso porque estoy en estos momentos leyendo «El hombre que amaba a los perros», de Leonardo Padura y, a menudo, también resulta insoportablemente dura. Pero quizá por motivos un poco diferentes a los que apunta Irene.
Debo decir que se trata de una novela histórica aunque, presumo, bien documentada. Para quienes no la conozcan la Revolución de octubre, nuestra guerra civil y el asesinato de Trotsky a manos de Ramón Mercader forman el hilo de la trama en el que destaca, por encima de todo, y en mi opinión, la tradicional desunión y enfrentamiento entre las distintas corrientes de izquierda (en un sentido amplio, desde luego. Poco importan los matices cuando se habla de dictaduras).
Lo cierto es que es tristísimo y descorazonador leer lo que entonces sucedía y mirar el presente de nuestra civilizada izquierda (si existe alguna posibilidad de atemperar la arroyadora victoria de esta derecha de traje con corbata y bermudas es mediante una alianza de las izquierdas)..
Señor Preston me siento honrado por su atención y le doy las gracias por su explicación. Soy un ciudadano normal, por lo tanto no puedo polemizar con usted. Yo solo tengo una idea romántica del anarquismo al que considero con mayores ideales que el comunismo, por ello se me hace difícil de aceptar que cometieran más asesinatos que los comunistas. Es verdad que en el libro de Alfonso Domingo se duda de la sinceridad de García Oliver en detener los asesinatos, pero no de la determinación de Melchor Rodríguez. Leí su biografía de Paco Franco, ese que lo único que sacrificó por España fue su bigote, usted explica muy bien la crueldad con la que mando fusilar a su primo. Franco sí que era un carnicero. Para opinar con causa leeré su libro. Saludos. (Supongo que usted, sea realmente usted).
Por favor pedir a amigos,conocidos,familiares que no voten ni al psoe ni al pp pasarlo por favor.Si nadie vota a estos dos partidos los que ganen tendran que cambiar las cosas sin posibilidad de no hacer nada.Estarian obligados a cambiar la justicia y la leyes electorales la clave es que psoe y pp no tengan ni un voto.GENERACION NI NI,NI PSOE NI PP PASARLO PORFAVOR,hablar de ello con familiares y amigos y que nadie les vote y TODOS A VOTAR.Que voten a quien sea menos psoe y pp gracias.
Vaya articulo más partidista e ideológico. Claro, claro…la culpa de la Guerra Civil fue de los militares y de la gente de derechas que no tenian derecho a vivir.
La II República no tuvo nada que ver…..no se quemaron iglesias y conventos entre 1931 y 1939, no se encarcelaban a la gente por estar en contra de la Republica o decir por la calle Viva Alfonso XIII, no hubo matanzas como casas blancas o el bombardeo de Cabra…..y claro está…nunca hubo LA MATANZA DE PARACUELLOS….ni las Chekas.
La II República era el paraiso en la tierra…..Venga Yaaa!!!
La República mato igual que lo hizo el Bando Nacional….les gusté o no. Y el justificar unas muertes y criminalizar otras porque no fueron ideológicamente afines a su pensamiento es mezquino.
Los muertos se respetan….de un bando y de otro.
Y acepten de una vez….QUE LA GUERRA LA PERDIERON !!!!!