
Lo que ha pasado siempre ha sido lo mismo: el candidato a presidente del Gobierno a quien las encuestas daban como perdedor en los comicios era el que se lo exigía al presunto ganador como un requisito democrático imprescindible. Se trata de la celebración de uno o dos cara a cara en una televisión privada de ámbito estatal e incluso, si es posible, en todas las televisiones estatales y autonómicas a la vez, de un cara a cara entre los dos candidatos con posibilidades de gobernar. Sin embargo, siempre ha pasado lo mismo: esos debates que generalmente ayudan a recortar o ahondar las diferencias de puntos en los sondeos sólo se han celebrado en caso de duda, cuando existía empate técnico. Y siempre cuando gobernaban los socialistas.
Esta vez, aunque el PSOE esté en el Gobierno, será Alfredo Pérez Rubalcaba quien lo reclame. Sobre todo teniendo en cuenta que va a realizar una campaña personalista, a la americana, que todos los barómetros atribuyen al PP una diferencia de en torno a 15 puntos sobre el PSOE y que, según los expertos, no cabe duda de que, dialécticamente, el candidato socialista supera con creces al conservador.
De ahí que, según han confirmado diferentes responsables del PP en el partido y el Parlamento, es casi seguro que en esta ocasión no se celebre ningún cara a cara televisivo. ¿Para qué?, dicen en la sede de Génova. ¿Para que Rubalcaba salve con su habilidad mediática puntos ya perdidos sin remedio por José Luís Rodríguez Zapatero?
Un alto dirigente del PP ha sido conciso estos días en privado. “Buscando a Zapatero, Rubalcaba va a pasar mucho frío las próximas semanas”, dijo. Y en alusión al abandono de la vicepresidencia por parte del candidato socialista, añadió: “Fuera del Gobierno, nieva; Rubalcaba va a vivir un duelo terrible con el general invierno intentando alcanzar a Rajoy de aquí a las elecciones”.
De hecho, la estrategia del PP no sólo pasa por evitar los cara a cara televisivos, sino también indirectos. Es decir, duelos que, aunque se celebren en puntos diferentes de la geografía española, se presenten en los informativos con un “Rubalcaba dice” y un “Rajoy responde”. O al revés. En Génova se ha decidido preservar a su líder para los grandes mensajes constructivos y dejar en manos de María Dolores Cospedal, como secretaria general, y de Esteban González Pons, como responsable de relación con los medios de comunicación, las réplicas al ex vicepresidente, para intentar ningunearlo en la medida de lo posible. Incluso Javier Arenas, uno de los actuales grandes pesos pesados de la cúpula del PP, se medirá dialécticamente con el presidente andaluz, José Antonio Griñán, y, salvo en aspectos puntuales, dejará a un lado a Rubalcaba.
En esa estrategia de réplicas y contra réplicas en las declaraciones con fines electorales, Rajoy aprovechará para limitar su batalla a un duelo con Zapatero, dejando a un lado a Rubalcaba. Lo hará para generar la imagen pública de que lo que ya se está librando es un cara a cara entre el presidente actual y el futuro presidente de España. “Así, además –señalan los dirigentes populares consultados–, Rajoy lo tendrá más fácil por el desgaste y la falta de credibilidad que arrastra Zapatero como la bola de hierro que los presos llevan atada al pie cuando caminan”.
Significativamente, las dos únicas ocasiones en que se han celebrado debates electorales en España fueron cuando gobernaban los socialistas. El primer debate fue el que celebraron el aspirante José María Aznar y el presidente Felipe González en 1993, que tuvo más de 10 millones de telespectadores. Los dos siguientes se realizaron entre Zapatero y Rajoy en la misma campaña electoral, la de 2008. Se emitieron en directo en varias cadenas de televisión (La 1, la Sexta y la Cuatro, además de en numerosos medios digitales y en radios) los lunes 25 de febrero y 3 de marzo de 2008 desde el recinto ferial de IFEMA, y fueron organizados por la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión. Fueron moderados por Manuel Campo Vidal y Olga Viza y los vieron más de 13 millones de espectadores.
Según las nueve encuestas posteriores que se realizaron, Zapatero ganó los suyos con una diferencia que osciló entre 1,1 y 15,9 puntos porcentuales. La media de las 9 encuestas daba una ventaja en el debate de 8,3 puntos a favor del candidato socialista.
La negociación de los cara a cara la llevaron a cabo los coordinadores de las campañas del PSOE y del PP, José Blanco y Pío García Escudero. Antes de celebrar las reuniones, Blanco pasó a la ofensiva y emplazó al PP a no volver a las andadas porque en las elecciones de 1996, 2000 y 2004 tanto José María Aznar como Rajoy se negaron a debatir con el del PSOE.
15 puntos más, 15 puntos menos, eso no es nada comparado con la inmensidad del universo…
¡Qué tontería! ¿Verdad? ¡Verdad!
Pues no tonto.
Al señor Rajoy, con su característica labia, hasta yo pudiera echarle un pulso dialéctico, en lo político, y le vencería por KO.
A un señor apocado, tímido y de poca pegada como, manifiestamente es el, en dialectica le desplaza hasta mi papagayo. ¡Vaya que sí!
¡Pobre hombre!
Nada sabe, nada dice, nada entiende; salvo aquello que sus próximos le soplan: «váyase, señor Zapatero», o aquello otro tan trillado de: «yo estaré delante, detrás o al lado tuyo, amigo Camps».
De ahí nada ni nadie lo sacan.
Bueno, sí, aquello otro de los hilillos de chapapote, lo olvidaba.
¡Véase qué eminente político!
Señor Rubalcaba, a un político de tamaña talla lo tiene usted en el bote.
¡Se lo aseguro!