Nueva York portátil

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Recuerdo de las Torres en una tienda de Brooklyn. / A. Grau

¿A quién coño le importa dónde estaba yo el 11-S? ¿De verdad voy a estar más cerca de hacer Historia si lo cuento? Bueno, pues allá va: a esa maldita hora de ese fatídico día yo estaba en Madrid, en la cafetería del Congreso, tomándome un café con mi compañera y amiga Esther Jaén. Alguien pasó cerca de nuestra mesa y nos dijo que la tele estaba “dando” la noticia de que un avión se había estrellado contra las Torres.

Esquina en el Midtown. / A. G.

No es frecuente que una noticia, por grave que sea, te cambie la vida. Y sin embargo a mí me sucedió. Yo que nunca antes me había molestado en viajar a Nueva York ni a Estados Unidos, que tenía este país en un punto más bien bajo de mi lista de prioridades, reaccioné ante aquellas imágenes con un sentimiento que a mí misma me sorprendió. Me faltaba sitio en el pecho para los saltos que el corazón me daba. Me parecía estar viendo cómo se quemaba mi casa con mi familia saltando aterrorizada por las ventanas. Si alguna vez alguien trata de convencerme de que el tiempo es circular y de que el futuro ya existe, de que puede ser visionado o presentido, le aconsejo que apele a mis sensaciones de ese día. De repente fue como si una parte de mí ya supiera la importancia que Nueva York llegaría a tener en mi vida, y esa parte no pudiera parar de llorar a gritos.

La casa de Patti Smith, en el Village. / A. G.

Por fin fui a Nueva York. Y me quedé a vivir allí seis años. Cuando hace un par de meses preparaba el equipaje para volver, de repente me di cuenta de que eso significaba que no estaría en la ciudad en el décimo aniversario de los atentados. ¿Significa eso –me pregunté- que volveré a sentir lo de hace diez años, cuando me desesperé por estar tan lejos de casa? Para mi sorpresa la respuesta fue: no. Ya nunca volveré a desesperarme porque ya nunca podré volver a alejarme. Porque ya voy a estar siempre y en todas partes en Nueva York, incluso si yo no lo quisiera.

¿Saben ustedes lo extraordinariamente portátil que es esta ciudad? ¿Lo que se pega al polvo de los zapatos y al del alma? Da igual lo mucho que te lo sacudas y te lo restriegues, Nueva York tiene una capacidad de agarre que en cuanto te coge ya no te suelta. De NYC sólo se sale hacia adentro.

Desfile de las sirenas de Coney Island. / A. G.

Nunca percibí eso con tanta claridad como al darme cuenta de mi escaso deseo de conmemorar el 11-S. He escrito sobre el tema como periodista porque me lo han pedido, por imperativo legal. Pero a mí lo que me pide el cuerpo es otra cosa. Lo que me pide es lo que hace mi amigo Paul, que nunca ha asistido a ningún acto en memoria de los muertos. Pero que cada año les recuerda tocando a solas su guitarra. O como otro amigo, C. M., que me lo pudo pedir más alto pero no más claro: ese día tómate una copa pensando en nosotros, me pidió. Pero no pienses en el 11-S. Piensa en cualquier otra cosa.

From NYC with love.

3 Comments
  1. celine says

    Pues me ha encantado este comentario a propósito del aniversario fatídico. Comparto con usted, Grau, esa sensación de llevar a NYC en el bolsillo. O viceversa. Sí.

  2. Dms says

    Enhorabuena por el articulo! Me ha gustado muchisimo. Estuve en NYC hace 3 años y la sensación q te deja la ciudad es la que cuentas!

  3. Amsterdam says

    Yo he pasado muchas Navidades en Nueva York por motivos familiares. El dia que decidieron volver, me alegre un monton por tenerlos mas cerca pero incluso yo me entristeci un poco. Estas van a ser las primeras Navidades en casa y aunque una parte de mi se alegra, otra echa mucho de menos a la Gran Manzana…

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