Rajoy y la erótica del poder

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Rajoy besa a Carmen Cervera, que asistió ayer a la presentación del libro firmado por el líder del PP. / Emilio Narajo (Efe)

Hubo un tiempo en el que se les llamaba tiralevitas. Se trata de gente que practica profesionalmente la adulación, especialmente si presienten que el adulado tiene ya encargada la nueva tapicería de los sofás de la Moncloa. Conté a decenas de ellos en la presentación de En confianza, el primer libro firmado por Rajoy en cuya redacción ha participado hasta su secretaria, a la que por cierto le agradeció el esfuerzo.

Y es que en eso de arrimarse al árbol que ofrece la mejor sombra hay consumados especialistas. Si se permite un disgresión botánica, Rajoy ha pasado por varias etapas: hace ocho años era un prometedor vástago al que dos derrotas electorales agostaron, hasta el punto de que muchos en su partido llegaron a considerarle una mala hierba a la que había que arrancar de cuajo. Para esos mismos y para otros muchos, el gallego es hoy un olmo frondoso bajo el que cobijarse, y si gana las elecciones en noviembre les parecerá el mismísimo parque del Retiro. De ahí que no desaprovechen ninguna ocasión para dejarse ver en sus inmediaciones y, aun a riesgo del lumbago, castiguen sus espaldas con continuas genuflexiones.

Siguiendo con el símil vegetal les diré que la obra de Rajoy es una castaña pilonga, un libro a favor de sí mismo -como socarronamente apuntó su protagonista- que no aporta novedad alguna, no se mete con nadie y que hasta para definir las relaciones más personales mantiene un tono funcionarial, casi de memorando. Todo lo más, es una pieza de una campaña electoral, a la que se ha prestado gustosamente la editorial Planeta, porque en eso de atisbar por dónde sopla el viento del poder su propietario el señor Lara tiene un olfato privilegiado.

Dicho esto, lo interesante del acto consistía en enumerar los merodeadores, aquellos que hubieran preferido estar en cualquier otro sitio pero que, impelidos por la erótica del poder, marcaron en sus agendas la cita en rotulador rojo para no olvidarse, como habrían hecho con su aniversario de bodas.

Por rango, es preciso destacar en primer lugar al expresidente Aznar, del que se cuenta que –oh casualidad- ha dejado de mirar a Rajoy por encima del hombro y ha pasado del desprecio al súbito enamoramiento. Dedicado al asesoramiento a gran escala –que es como se llama ahora al ejercicio legal del tráfico de influencias-, Aznar tiene mucho que ganar con su correligionario en la presidencia del Gobierno, aunque él mismo se baste para ponerse a sueldo de toda multinacional que se le ponga a tiro, la última  Barrick Gold, dedicada a la extracción de oro. Sueña el estadista con ver a su mujer convertida en alcaldesa de Madrid, un carámbola que sólo puede ejecutar Rajoy haciendo ministro a Gallardón. Y en eso está el caballero.

La segunda presencia destacada fue la del director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, que ha de hacer penitencia tras haber protagonizado esa inolvidable campaña para desbancar al gallego de la presidencia del PP y colocar en su lugar a una de sus marionetas. No es una tarea difícil para alguien como él, acostumbrado a usar los árboles para marcar su territorio.

Pero sigamos. En saraos semejantes no es novedad ver a Luis del Rivero (Sacyr), a Juan Miguel Villar Mir (OHL) o al propio Entrecanales (Acciona), que han aprendido del maestro Florentino Pérez que los mejores negocios se hacen a la sombra del poder. Pero sí resultó insólita la asistencia de dos hijas de Esther Koplowitz, a la que se supone descompuesta por esa reciente manía de los socialistas de aumentar los impuestos a los ricos, y sobre todo, la de Carmen Cervera, que al llegar se encontró su asiento reservado con su título escrito en una cartulina: “Baronesa Thyssen”.

De vuelta a los políticos, algunos ilustres desparecidos, aparecieron por arte de magia. Al ver entrar al hotel a Luis Ramallo, del que no se tenía noticias desde que el escándalo de Gescartera con él en la CNMV le salpicó el pantalón y el traje entero, no pude menos que preguntarle dónde se había escondido todo ese tiempo. “Es que estoy huido de esta familia”, me dijo en relación al PP. Me habría gustado preguntarle lo mismo a Isabel Tocino, otro resucitada para la causa.

Por allí andaban Acebes y su socio Michavila. Y Pío Cabanillas, exministro e infatigable lector de periódicos en días de huelga general. Y esos gurús de la economía Juan Iranzo y Juan Velarde, tan independientes ellos. Y Gallardón, claro, y Rita Barberá, y la colección completa de presidentes autonómicos, excepción hecha del gallego Núñez Feijóo, por eso de que Galicia pilla a trasmano.

A todos ellos , y a otros que entre el público aspiran a ir bien colocados en las próximas listas electorales, les dio Rajoy una batería de consejos, que parecían tener destinatario concreto. Pensé en Aznar cuando explicó que la diferencia entre un radical y un moderado como él es que el primero tiene convicciones y el segundo las tiene también, pero se da cuenta de que hay otras personas con otras convicciones distintas a las suyas. Me pareció que se refería al alcalde de Madrid cuando dijo que había aprendido que había que dar al móvil un uso adecuado para las personas . Y a Esperanza Aguirre cuando subrayó que un político no se debe enredar en chismes.

Para el final dejó toda una declaración de principios: “Hay que ayudar a quienes les va peor. Hay que hacer políticas sociales”. Sería gracioso que Rajoy nos saliera socialdemócrata.

5 Comments
  1. FRANCISCO PLAZA PIERI says

    A `la Carne Cervaza’ lo más que le concedo es mi duda…, toda mi duda.
    ¿Será nombrada ‘menestra de costura’ si el Rajoy alcanzara su objetivo? ¡Todo es posible!
    Porque, a un disminuído… a quien -así, esto se dijo- se atrevieron a obligarle a asearse… ¿Qué puedes esperar de semejante tipo?

  2. Luismi says

    Todo este espectáculo de esa gente repartiéndose ya el pastel, muy ufanos todos, es patético. Sobre todo porque seremos nosotros los que pagaremos la factura, con recortes salvajes tipo Mas (lo de Espe es sólo un aperitivo).

  3. krollian says

    Luismi:

    Como cuando el difunto Presidente de Unión Valenciana declaró respecto a los acuerdos postelectorales con el PP de Zaplana: Es que nos estamos repartiendo el pollastre…

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