Últimamente sigo con más angustia que morbo, la verdad, el entero debate sobre: a) los brutales y dolorosísimos recortes sociales (perdón, ajustes) de la Administración autonómica, con Artur Mas Manostijeras a la cabeza; b) el desparpajo con que eso convive con el confiado aplomo de algunos de que el pacto fiscal catalán está al caer. De que Mariano Rajoy está ansioso o por lo menos dispuesto a ver ese órdago cuando sea presidente del gobierno.
¿Me he perdido algo? ¿La pela ya no es la pela, o al final el PP eran los padres? Porque si no, de verdad, no lo entiendo. No entiendo cómo alguien en la Generalitat espera arrancar en plenas vacas flacas lo que no le dieron cuando el ganado arrastraba las pletóricas ubres por el suelo. Y del partido menos teóricamente proclive a descentralizar la Hacienda, o eso dice determinada ortodoxia (aunque luego el PSOE pueda ser tanto o más numantino y se quede más ancho que largo, poniendo cara de progre inocente, encima).
Un alto cargo del gobierno de Esperanza Aguirre lo tiene así de claro: dice que Artur Mas está “loco” cuando cada vez que la Generalitat no llega a final de mes se lanza a “tensar la cuerda nacionalista y a gritar que España nos roba”. “Es verdad que a Mas los del tripartit le han dejado un agujero financiero de mucho cuidado”, razona la alta fuente popular, “pero también es verdad que en Cataluña la gestión es un horror desde hace muchos años, incluyendo los años de Jordi Pujol”. Esa sería la clave, siempre según este dirigente madrileño, de que los catalanes, con toda su fama de fenicios, económicamente cada vez se parezcan más a un cangrejo, un pasito adelante y cuatro hacia atrás. No da precisamente la impresión de que la creciente estridencia independentista vaya arropada por el éxito político o económico. Se chilla más pero con menos cuartos, es decir, con menos poder real. Menudo negocio, sólo les falta la cabra.
Se podrá objetar que en todas partes cuecen habas y discursos interesados. Por ejemplo es demasiado evidente que nadie en Madrid (ni en la comunidad, ni en el reino) tiene mayor interés en ahondar en el agravio fiscal objetivo que para Cataluña supone que la pendiente de la solidaridad interterritorial, acusadamente descompensada a favor de comunidades como Extremadura o Andalucía, no se revise como quien dice desde los tiempos de Bienvenido, Mr. Marshall. A este paso los pensionistas de Sevilla y Badajoz acabarán atando los iPad con longanizas mientras si te rompes una pierna en Reus saldrás del ambulatorio con una pata de palo.
Todo eso es verdad. Pero también es verdad que agravio fiscal, lo que se dice agravio fiscal, aquí lo sufre todo quisque que no sea vasco. Cuando los catalanes piden que les equiparen con el concierto fiscal propio, desgajado del pelotón común, de que disfrutan sus homólogos del norte, lo hacen con un suspiro de admiración. No comparte ese sentimiento nadie más en la piel de toro. Digamos que el resto ven la excepción vasca con tanta resentida antipatía como desde Barcelona se ven las “excepciones” extremeña y andaluza. “Es que no sólo es que recauden directamente ellos los impuestos, es que encima el Estado les tiene que hacer una inversión desmesurada, ¿es o no es una injusticia monstruosa?”, clama nuestra Garganta Profunda en el PP de Madrid.
En resumen, que aquí alguien miente, o alguien se pincha, o alguien se va a pegar una castaña de envergadura si se tira de cráneo a la piscina para exigir que haya agua. Si va en serio la fantasía del Lucky Luke de CiU, y de los Hermanos Dalton de ERC, de que el colapso financiero que asola Cataluña tiene solución inmediata en forma de huida hacia adelante o de pacto fiscal a la vasca. Con la que está cayendo que se den con un canto en los dientes en Bilbao si, Jesusito, Jesusito, se quedan como están.
La pregunta es: aparte de dejar de pagar a los geriátricos, ¿hay plan B?
Deberiamos dejar de hablar de catalanes, vascos, madrileños, etc, etc…hablemos de plantamientos de derecha, centro o izquierda. Los que quieren el «concierto» son partidos nacionalistas (conservadores). Lo penoso es que haya partidos llamados de izquierda que apoyen propuestas claramente de derechas como son las nacionalistas.
¿Y el concierto navarro?
Yo, de mayor, quiero ser vagka.
Vaya «tablao» que tenemos montado, voy a precipitarme a leer mas historia de España.El futuro es obsceno digan lo que digan, los del norte, los del sur ,los del este y los del oeste.Los mercados mandan y Bruselas también.Después de la fiesta nadie quiere reparar el orden y los recién llegados vienen a tijera suelta hasta que se cansen y la suelten…
Todo es susceptible de manipulación y en politica todo vale.Por desgracia no hay mas alternativa que mirar para otro lado e ignorar la triste realidad.
Dante, las izquierdas, las derechas y los entresuelos están más bien pasados de moda. Tú mismo lo dices: si ERC busca el Concierto y eso es de derechas, ¿qué significa la E de sus siglas? Por otro lado, el artículo da por buenas algunas medias verdades vendidas por el nacionalismo que valdría la pena discutir. El déficit fiscal existe, sí, y se compensa con el comercial y con la deslocalización del IVA, que se paga en esas malvadas Extremadura y Andalucía y se declara en Catalunya. Además, sería bueno que el nacionalismo se hiciese mirar lo que está pasando con Grecia y Alemania. Si se hunde algo tan pequeño como Grecia, se hunde Europa. Si se hunde algo tan pequeño como Extremadura, a lo peor nos hundimos todos.
Yo creo que Artur Mas, más que planificar se acoge al viento que sopla en su base de poder. Ahora quieren independencia pues independencia, ahora quieren pacto pues pacto. Lo quieren todo pues todo, a ver qué cae. Y por supuesto, a privatizar todo lo que se pueda.