El lema de Rubalcaba, 'un político, un sueldo', no encuentra eco en el PP

En 2008, Barack y Michelle Obama declararon unos ingresos de 2.656.902 dólares y pagaron 855.323 de impuestos. La mayor parte de las ganancias procedían de los libros del entonces senador de Illinois, The Audicity of Hope (La audacia de la esperanza) y Dreams from my Father (Los sueños de mi padre). Cuando llegaron a la Casa Blanca su patrimonio quedó en manos de un blind trust (administrador ciego). Eso les evita  dolores de cabeza y conflictos de intereses. Cuando Obama deje de ser presidente cobrará una pensión decorosa y tendrá chofer, guardaespaldas y asistente. Si su patrimonio ha crecido porque ha sido ahorrativo, estupendo. Si no, los libros de historia siempre valdrán más que los contables.

En España, donde existe un registro de patrimonio e intereses de los ministros y altos cargos que se ubica en el Ministerio de Administraciones Públicas, es decir, en el propio Gobierno y, como se ha visto en el caso de la vicepresidenta Elena Salgado, puede no registrar palacetes en la Costa Azul, el candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba podía haber propuesto un fideicomiso ciego para los jefes de gobierno, ya que aquí no elegimos de Estado. También podía proponer que los ex presidentes con paga, chofer, guardaespaldas, oficina y asistente no deriven sus ingresos a sociedades patrimoniales para pagar menos impuestos, lo cual perjudicaría al matrimonio Ana Botella y José María Aznar, quien percibe múltiples y cuantiosas pagas de consejero y asesor de empresas españolas y extranjeras, cobra por conferencias, libros, clases en universidades y es presidente de FAES, la fundación que acaba de recibir 2.072.549 euros del Ministerio de Cultura.

Pero en vez de eso, Rubalcaba ha preferido perjudicarse a sí mismo y a sus compañeros de viaje con el lema más “revolucionario” de su precampaña electoral: “Un político un sueldo”. (Revolucionario, entiéndase, en un país con cinco millones de parados, de los que más de tres no reciben ayuda alguna). El candidato lanzó su lema hace quince días. Suponía que iba a producir un gran impacto, pero nadie se ha dado por aludido y ha tenido que precisar: “Lo cumpliremos a rajatabla en mi partido: un político un sueldo”. ¿Por qué ese empeño del candidato del PSOE en predicar algo tan lógico?, ¿qué mosca le habrá picado, como dicen en su Cantabria natal?

Aunque parezca increíble, los políticos “bipaga” son muchísimos y Rubalcaba estima llegada la hora de la vergüenza y el pudor, comenzando por él mismo, que cobra dos pagas –una de exvicepresidente por dos años y otra de diputado--, siguiendo por José Luis Rodríguez Zapatero, prosiguiendo por los miembros del Ejecutivo que son parlamentarios y terminando por los miembros de la dirección de su partido que ocupan escaños en el Congreso, en el Senado o cobran de los ayuntamientos o son altos cargos ministeriales. La “bipaga” se acaba para los socialistas ahora que han sido desalojados del poder local y autonómico y pueden ser descabalgados del Gobierno central. Ya es casualidad.

Para cumplir la orden de Rubalcaba, Manuel Chaves, José Blanco, Ramón Jáuregui, Francisco Caamaño, Leire Pajín,  Carme Chacón, Valeriano Gómez, Antonio Camacho y él mismo, tendrían que renunciar a sus pagas de exministros si resultaran elegidos diputados, algo que nadie duda. Lo que ya resulta más dudoso, dada la sordina con que han acogido el asunto, es que la legión de dirigentes “bipaga” de los escaños de enfrente y de al lado, comenzando por Mariano Rajoy, que cobra dos sueldos –uno del PP y otro del Congreso-- y siguiendo por sus colaboradores Cristobal Montoro, Ana Mato, Moragas, Federico Trillo, Javier Arenas… renuncien a la doble remuneración a cuenta del erario público.

Y visto el ejemplo de los de arriba, entre los que hay que incluir a quienes disfrutan de paga vitalicia por haber sido eurodiputados y al dirigente de CiU, Josep Antoni Durán i Lleida, que cobra como presidente de Unió y más de 70.000 euros anuales del Congreso, los de abajo --más de 300 ediles de los 135 ayuntamientos con más de 50.000 habitantes que ahora cobran del consistorio, de las diputaciones y de las sociedades municipales--, no van a ser menos ni a renunciar a sus prebendas e ingresos. No faltarán quienes busquen argucias para evitar que les saquen los colores, pues aunque no todos sean tan listos como Alberto Ruiz Gallardón ni tengan mayordomo a su servicio ni granito pontevedrés a sus pies, no les faltan asesores.

¿Cómo lo harán? Con palabros de políticos. De hecho, los 50.000 euros anuales que perciben los directivos del PP con independencia de sus sueldos institucionales –el senador y presidente fundador, Manuel Fraga, cobra menos, 30.000-- no son sueldos sino “gastos de representación del partido”. Incluso el sueldo del Parlamento recibe el nombre de “asignación constitucional”. ¿Será por eufemismos? Por lo demás ya sabemos que como dijo Hillary Clinton, las campañas se hacen en verso, pero se gobierna en prosa, y que después de las campañas sólo queda la famosa frase de nuestro poeta Bergamín: “Se acabó lo que se daba, lo que se quitaba, no”.