Tres penitas tres tiene mi debate

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Rubalcaba, recibido ayer en Ferraz por Rafael Simancas, a la izquierda, y Diego López Garrido, que aplaude a sus espaldas. / flickr.com/fotos/psoe

A mí del debate Rubalcaba-Rajoy me dieron pena básicamente tres cosas: el debate, Rubalcaba y Rajoy.

El debate me dio pena porque no lo era. Porque a estos debates nunca va nadie a sacar nada en limpio, y menos que nadie, por desgracia (mucha) quien a ellos asiste y los contempla. Pues si con una mano en el corazón y otra en El Príncipe de Maquiavelo se comprende que debatientes y candidatos lleven el agua a su molino hasta el punto de impermeabilizarse ante la evidencia, de mentir y hasta de mentirse a sí mismos…¡¿pero alguien podría explicarme por qué millones de personas hacen lo mismo gratis?! ¡¿Por qué hay tanto cornudo ansioso de que le apaleen, tanta puta feliz de poner la cama?! ¡¿Por qué hay tantísimo zopenco que elige ser del PSOE o del PP por razones que no resisten un análisis y por eso mismo, porque no resisten un análisis, huyen del mismo como de la peste?! ¡¿Queda allí afuera alguien a quién le importe qué es verdad y quién tiene razón -y soluciones para algo-, alguien que vea a los políticos con los ojos limpios y el corazón nuevo?! ¡¿Cuándo dejará de ser la gente masivamente rehén del partido que hormonalmente le gusta, le haga lo que le haga, así eso signifique encerrarse con un único juguete roto, una única ideología posible?!

Rubalcaba me dio pena porque lo suyo es como hacerte con las fabulosas reservas de petróleo del Golfo Pérsico el día antes de que salga al mercado el coche que funciona con agua mineral. Está en el mejor sitio en el peor momento. Lo cual sobrecoge porque sus virtudes son muchas, no siendo la menor la cara de íntima incredulidad que se le pone cuando se ve obligado a defender la brocha gorda de su predecesor. Pues se podrá dudar del grado de identificación moral de Rubalcaba con Zapatero, pero, del grado de identificación técnica…vamos, es como comparar un trabuco naranjero con un fusil de mirilla telescópica. Si se pudiera votar lo que hay en Rubalcaba de irónico y de distinto, de mortificadamente inteligente, de Gulliver sacudiéndose liliputienses del sobaco y mirando de reojo a Rajoy, con el que comparte vastos territorios de sentido común del todo vedados a cierta fauna de su propio partido…quizás otro gallo y otras encuestas le cantarían. Pero hay momentos en la vida en que a un hombre solo le queda salir a negar la mayor como Dios manda.

Rajoy me dio pena porque teniendo impepinablemente razón en lo esencial (el PSOE se ha revelado como la mayor arma de destrucción masiva del Estado del Bienestar que jura defender), aguantaba mecha y hasta podía ganar a los puntos, pero no arrasaba como sería de esperar en quien tiene delante tamaña inconsistencia. El miedo a la derecha es grande y oscuro como el miedo al cáncer. Tanto que hay gente que prefiere una izquierda que es pura quimioterapia antes de arriesgarse.

¿Por qué? ¿A que es una buena pregunta?

 

4 Comments
  1. Jonatan says

    Demoledora.

  2. zana says

    A tú penúltima pregunta respondo: porque vanidosa y erróneamente nos hemos autoetiquetado como Homo Sapiens, y no lo somos, no, no lo somos ¿Sabios y mudamos nuestro voto de la lejía al aguarrás y además exigimos nuestro derecho a hacerlo? pues eso, Homo estúpidus si se me permite el «palabro»

  3. fat elpho says

    Creo que en el debate Rajoy estuvo atinado con su estrategia de «Manzanas Traigo» y que Rubalcaba lo dejó, inexplicablemente, pasar.

    Supongo que sus últimas preguntas serán retóricas porque España vive en un cómodo pluralismo polarizado al que no ha ayudado nuestro sistema electoral, precisamente.

  4. Aleve Sicofante says

    Pues yo vi a Rajoy alimentando ese miedo a la derecha a la perfección. ¿Por qué, si no hay nada que temer, se negó a responder a las preguntas de Rubalcaba? ¿Por qué, si la negociación colectiva es mala para las PYMES, no nos lo explica a la gente, para que lo entendamos? ¿Por qué, si la gestión privada de la sanidad o la educación es mejor, no la defiende abiertamente (teniendo en cuenta, además, que «sus» comunidades ya lo practican, aunque por lo bajini)? ¿Por qué no nos demuestra que realmente sobran dos mil profesores en Madrid (por extraño que resulte que cuanta más gente vive allí, menos profesores se necesiten)? ¿Por qué cree que es malo tasar a las grandes fortunas y los bancos, al contrario que sus correligionarios franceses o británicos?

    La suerte que tiene Rajoy es que, como bien dice usted, no hay suficiente gente que se pregunte por qué vota lo que vota. La mayoría vota con las entrañas, esa parte del cuerpo que no se usa para pensar. Así que no hay nada que explicar. Por eso ganó el debate Rajoy. Por eso ganará también las elecciones.

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