El perspicaz José Bono le quiso pisar a Mariano Rajoy la noticia del nombramiento institucional más importante, el de Jesús Posada como presidente del Congreso de los Diputados. Pero el manchego hiló tan fino, tan entre líneas, que muy pocos vieron el hilo. En efecto, el 6 de diciembre, en la primera frase de su monólogo sobre el 33 aniversario de la Constitución, Bono dijo: “Hoy es fiesta nacional en España; una vida sin fiestas se asemeja a un camino sin posada”. Y añadió: “Así lo escribió Cervantes”. En realidad, el Fénix de los Ingenios lo escribió en plural.
El nombre de Posada figuraba en las quinielas del PP como posible presidente del Congreso junto a los de Jorge Fernández Díaz, Ana Pastor y Juan Carlos Aparicio. La elección de Rajoy significa que alguno de los descartados puede ser ministro. Y el hecho de que el portavoz sea el vitoriano Alfonso Alonso en vez del valenciano Esteban González Pons permite augurar a éste una cartera en el futuro Ejecutivo. La elección de Pío García Escudero como presidente del Senado parecía cantada desde el momento en que hizo saber que no deseaba ser ministro.
El nuevo presidente del Congreso, Jesús Posada, es un hombre tranquilo, dialogante y conciliador que gusta pasear por las noches, después de cenar, fumándose un habano y madrugar los domingos para ir a misa. Cuando era ministro de Agricultura con José María Aznar solía dar limosna a un pordiosero que se sentaba en la entrada de la iglesia. Un día se lo encontró en el AVE y le preguntó a donde iba. “De vacaciones”, contestó el mendigo. “Pues me alegro mucho”, dijo el ministro.
Este soriano acumula vivencias y anécdotas sabrosísimas y es un excelente conversador. La elección de Rajoy, con el que mantiene una larga amistad, no ha podido ser más acertada desde el punto de vista parlamentario y periodístico. En las dos últimas legislaturas ha presidido la Comisión de Presupuestos, cuyas largas sesiones, a veces de 16 horas, son difíciles de soportar, pero nunca ha perdido el punto de flexibilidad, tolerancia e ironía que le caracteriza.
Comenzó su carrera política como procurador en las Cortes de Castilla y León y fue consejero del gobierno autonómico con Aznar. Cuando éste dio el salto a Madrid para hacerse cargo de la presidencia del PP, le sustituyó como presidente autonómico. Circulaban entonces algunas informaciones y denuncias sobre la opaca gestión del consejero de Economía y Hacienda, Miguel Pérez Villar, de las subvenciones a la minería. ¿Y qué dirán que hizo Posada en cuanto asumió el mando? Pues algo tan sencillo como quitarle la firma y dársela al consejero de Cultura. Las denuncias contra Pérez Villar –que pronto tendrá de vecino en la urbanización de Renueva (León) al ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero– prosperaron y llegaron al Tribunal Supremo, que lo condenó e inhabilitó por ocho años para ejercer cargo público. Pero mucho antes lo había inhabilitado Posada, cuya perspicacia también deberemos tener en cuenta.
Pues vamos a ver si falla el dicho popular: «Nunca la gente de Soria tuvo papel en la historia» y tenemos a un presidente del Congreso decente.