Los ojos de la mayoría de los españoles estarán clavados hoy en la investidura de Mariano Rajoy como sexto presidente de la democracia. Las crónicas previas, que se parecen bastante al aperitivo ideado por monsieur Gourmet para estimular las glándulas de los comensales, coinciden en que Rajoy invocará la “herencia envenenada” para pedir a los españoles “más sacrificios”. No se sabe si como González en su día, parafraseando a Churchill, reclamará “sudor y lágrimas” para ganar la guerra a la crisis económica o recurrirá a Jefferson sobre el penoso oficio de gobernar. Lo único cierto es su “prioridad” de reducir el déficit público al 4,4% en 2012.
¿Qué significa esto? El propio Rajoy ha explicado que dependerá de cómo termine el año; si el déficit se contiene en el 6%, significará una reducción del gasto de unos 16.000 millones en 2012. Y a partir de ahí, puesto que cada punto de gasto equivale a 10.000 millones de euros, la mujer látigo, Elvira Rodríguez, y su equipo de interventores, ya centrados en el asunto, tendrán que decir de dónde, cuando y cómo se recorta. La subida de impuestos no se incluye de momento.
Las personas próximas al futuro presidente dicen que “anunciará medidas”, aunque sólo concretará si son “a corto o a medio plazo”. Las primeras se plasmarán en el nuevo Presupuesto del Estado que tiene intención de presentar en marzo próximo. Y las demás se derivarán de la aplicación de la futura ley del déficit cero, comprometida en la reforma constitucional urgente pactada con el PSOE, una herramienta muy útil para que los socialistas no apoyen las protestas sociales.
Para facilitar el ajuste, Rajoy anunciará la creación de un grupo de estudio de las duplicidades administrativas, en el que instará a participar a las autonomías –al debate asistirán varios presidentes autonómicos-- y a los ayuntamientos que, por su lado, ya solicitan un nuevo “catastrazo”. Este apartado llevará el nombre de “racionalización y austeridad” y sus víctimas han comenzado a ser los interinos en primer lugar y los empleados de las empresas subvencionadas y que contratan con las administraciones públicas. El presidente decidirá si amputa, congela o elimina las ayudas a la dependencia.
Rajoy dedicará otro apartado de su alocución a la reestructuración bancaria y avanzará el resultado de sus consultas y reflexiones sobre la dimensión del sistema financiero, que deberá ser menor, dicen, y sobre la creación un “banco malo” que absorberá los “activos tóxicos”, principalmente las viviendas embargadas y sin vender que han perdido valor de mercado. Y todo ello con la finalidad de que fluya el crédito hacia la economía real y se pueda frenar al menos la destrucción del empleo.
No cabe esperar fórmulas para crear empleo por más que durante la campaña Rajoy haya repetido que si en 1996 redujeron el paro del 20 al 12%, ahora se puede conseguir también. Para ello habría que 500.000 empleos netos cada año durante los cuatro de la legislatura, y las previsiones de crecimiento del 0,2% en 2012 indican lo contrario. Si descontamos la reforma laboral urgente y por decreto para abaratar todavía más el despido y dar prioridad a los convenios de empresa, los 5 millones de parados deberán aplicarse el aforismo de Antonio Machado de que toda espera es espera de seguir esperando (una oferta de trabajo).
En un discurso de legislatura, la coyuntura suele quedar en segundo plano, por lo que algunos colaboradores opinan que Rajoy puede tomarse unas horas extras, antes de las uvas, para analizar los datos y decidir sobre los tres asuntos más urgentes: la subida de las pensiones de acuerdo con el IPC (2,6%), la revalorización del salario mínimo y la subida del sueldo de los empleados públicos. “Mi intención es cumplir lo que he dicho; si algo no lo puedo hacer, lo explicaré”, dijo el jueves a la salida del despacho con el Rey.
Tras el discurso de Rajoy, que comienza a las 12 de la mañana y en el que avanzará la estructura del futuro gobierno –se guardará los nombres para no dar bazas a la oposición--, intervendrá a las 16:00 horas Alfredo Pérez Rubalcaba, quien, según el secretario de organización del PSOE, Marcelino Iglesias, ofrecerá su apoyo al Gobierno para luchar contra la crisis y marcará las “líneas rojas” para preservar el Estado del bienestar y los servicios básicos como la educación y la sanidad públicas de calidad. Según los socialistas, si Rajoy no concreta las medidas que piensa adoptar será porque no quiere, ya que el Gobierno saliente ha facilitado al PP todos los datos que le han solicitado.
El portavoz de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, volverá a la carga con el pacto fiscal y no descarta votar “no”. Cayo Lara, que se estrena en la tribuna, reprochará a los grandes partidos la exclusión de IU de la Mesa del Congreso, reclamará la reforma electoral y pedirá mayores impuestos a los ricos, sobre los beneficios y las plusvalías. Si el ajuste es la prioridad, sólo cabe esperar más pobreza y desempleo. Lara, con su estilo de comentarista deportivo, tiene previsto leer los mensajes que, con el hashtag #enlainvestiduradiria, le envíen por Twitter los ciudadanos.
A continuación, Josu Erkoreka, del PNV, pedirá una política penitenciaria que no siga castigando más a los presos de ETA que al resto de los reclusos, reprochará al PP la negativa inicial y los obstáculos para que Amaiur tenga grupo propio, defenderá el euskera, abogará por la austeridad y la eficacia en la administración central y reclamará el cierre de la central nuclear de Garoña. Rosa Díez, de UPyD, mostrará su beligerancia contra los nacionalistas, reclamará la ilegalización de Amair e instará a Rajoy a adoptar medidas a favor de la vivienda y el empleo de los jóvenes. La intervención más novedosa, tras veintidós años de ausencia parlamentaria de la izquierda aberzale, será la del representante de Amair, Mikel Errekondo, quien reiterará su apuesta por una paz “real, justa y duradera” y deplorará el terrorismo.
La votación se celebrará el martes por la mañana. El presidente del Congreso comunicará el resultado al Rey y después llegará Rajoy a jurar el cargo, se instalará en La Moncloa y anunciará los nombramientos de los ministros, que podrán jurar el miércoles y tomar posesión de sus respectivos departamentos.
Dice el refranero que contra el vicio de pedir hay la virtud de no dar. El pueblo tiene que salir a la calle a decir no a la exigencias de un marrullero que, por haber ocultado a los ciudadanos su progrma de recortes, no está autorizado democráticamente a exigirnos nada. Que convoque un referendum para ver si aceptamos el programa que nos impone la Merkel por boca del marrullero. Eso sí es democracia. Las PPecracia no lo es.