Hugo Chavez decidirá en agosto si se retira o concurre a las elecciones de octubre

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Vivir es un verbo muy raro, se conjuga como le da la gana. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, decidirá en agosto si se presenta a las elecciones del 7 de octubre o si el verbo antedicho se lo impide. Hay quien le da entre nueve meses y dos años de vida a causa del cáncer de intestino, próstata y médula espinal que padece. Su embajador en Madrid, Bernardo Álvarez, se muestra discreto y esperanzando, pero reconoce que las células son tan cabronas como impredecibles, por lo que aventura que el presidente decidirá en agosto si concurre a las elecciones o designa sucesor.

El corresponsal ha quedado a almorzar con el embajador Álvarez y con un grupo de periodistas interesados en el devenir político de de la República Bolivariana de Venezuela, ahora que Chávez anda jodido de salud. El embajador nos ha invitado a almorzar en su residencia de Puerta de Hierro, que es un chalet que perteneció a Carmencita, la nieta de Franco, por si alguien tiene curiosidad. Puesto que una cosa es el andamio y otra el edificio, antes de acabar la sopa de verduras le pregunto qué quedara de la década chavista, y él afirma sin dudar: “La identidad, la inclusión social, el patriotismo”.

Algún colega se irrita cuando le repregunto –“esto no es un diálogo entre dos”, dice--, y bueno, el embajador termina hablando del “orgullo patrio”, de la liberación del Fondo Monetrario Internacional y de una “identidad” en la que la pobreza es menor, se ha reducido por debajo del 25%, la renta per cápita es mayor y se acerca a los 14.000 dólares y el incipiente sistema de pensiones ayuda a los jubilados con unos 250 dólares mensuales. De todo lo cual se deduce ese orgullo de ser venezolano que antes no existía.

Sobre el patio interior, el embajador Álvarez, de rostro rechoncho y pelo ralo en retroceso, nos dice que la última encuesta oficial ante las elecciones de octubre otorga al Movimiento Bolivariano Revolucionario el 58% del voto frente al 30% que obtendría el opositor y gobernador de Miranda, Henrique Capriles, un judío polaco de tercera generación, nacido en 1972, por el que ha apostado la Mesa de Oposición. “Gane quien gane, las instituciones y el Ejército asumirán el veredicto de las urnas”, dice convencido.

De puertas afuera, Álvarez tiene interés en subrayar la integración de América Latina e insinúa la posibilidad de “acuerdos preferenciales” con España y Portugal, del mismo modo que desde el palacio de Miraflores se ha ofrecido a Grecia. Sin embargo reconoce que el discurso del Gobierno español sitúa a Iberoamérica “como algo aparte” y carece de la independencia y la fuerza suficiente para establecer un “diálogo institucional” y situar a Venezuela en la agenda. “No hay diálogo bilateral”, reconoce con pesar de los beneficios que a ambas partes podría reportar.

Ese desinterés que el representante del Gobierno venezolano atribuye a la nueva Administración de Rajoy le induce a ser pesimista sobre la recuperación del espacio iberoamericano y a afirmar que “es probable que la Cumbre Iberoamericana de Cádiz sea la última que se celebre” porque “¿de qué sirven los festejos si no hay elementos que estén en la tónica de los tiempos?”  Cuando se le pregunta por las actividades de los etarras –diez o doce-- que España confinó en los años ochenta en su país, responde que son ya “unos viejos”, con hijos que “van y vienen” y, en su opinión, no representan ningún peligro.

Tras el ameno almuerzo con este hombre que padece la afonía malagueña del 5-0 a favor de España, el corresponsal se despide con la impresión de que la Venezuela de Chávez vive pendiente de la evolución del presidente y, al mismo tiempo cifra en su riqueza petrolera la influencia y las relaciones internacionales. El añadido del alma, la palabra y el verbo común, sirven de poco si la política presidencial venezolana consiste en molestar con intención de irritar al uncle sam con el que, como es sabido, España mantiene un elástico acuerdo bilateral de defensa que próximamente incluirá nuevas armas en el territorio y en las aguas de Rota a modo de “escudo antimisiles”.

3 Comments
  1. Fusta says

    Chavez insultaba a Bush mientras le suministraba petróleo, no lo olviden

  2. negras tormentas says

    Hasta la naturaleza es de derechas, ella será quien acabe con Chavez y lo lamento. ¿Quien le dirá las verdades a los nazi-fascistas que gobiernan el mundo?
    Somos esclavos y no lo percibimos.
    Salud ,republica y suerte, la necesitaremos.

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