Eran trabajadores del campo, jornaleros esperanzados con la parcelación y la reforma agraria, luchadores por la libertad y la justicia distributiva que sufrieron un calvario tan cruel y más prolongado que el mismísimo Jesucristo. Algunos murieron de hambre, frío y enfermedad y otros cayeron fusilados o perecieron asfixiados en las cámaras de gas de Mauthausen-Gusen. Nunca volvieron a su Andalucía añorada. De algunos pueblos andaluces murieron todos. Destacan por su número los de las localidades cordobesas de Baena y Fuente Obejuna. De Baena murieron 14 y de Fuente Obejuna se salvó uno de los 22 deportados. Aquel calvario afectó a 8.700 españoles, según quedó documentado en el Libro Memorial de los españoles en los campos nazis de exterminio (1940-1945) que publicó el desaparecido Ministerio de Cultura. De unos 400 no quedó ni rastro.
Las condiciones en el campo nazi de Mauthausen (Austria) entre 1940 y 1942 eran tan duras que agotaron la resistencia humana de los deportados españoles, combatientes republicanos, perdedores de la Guerra Civil, y el 80% murieron a los pocos meses de ingresar. De Baena perecieron los 14 deportados. De Fuente Obejuna y Fuente Palmera sólo se salvó Serafín Perales Romero, y eso porque era relativamente joven (27 años) y entró en Mauthausen en julio de 1942, después de pasar dos años en las prisiones del Reich.
Los nazis apresaron en Angulema (sudoeste de Francia) a los hermanos Rafael, Santiago y Miguel Albendín Navarro. Miguel era el más joven, tenía 30 años; Santiago, 35 y Rafael 38. Llegaron a Mauthausen el 24 de agosto de 1940 y los tres murieron en Gusen, el 15, 20 y 25 de enero de 1942, hace ahora setenta años. Al parecer los nazis gaseaban y fusilaban a intervalos de cinco días. ¿Hay mayor dolor que el de Rafael, el mayor, al ver morir uno tras otros a sus hermanos menores?
Con ellos fueron deportados desde Angulema (sudoeste de Francia) sus compañeros y paisanos José Bonilla Horcas, José Cabrero Misut, José Cruz Nava y Juan Padilla Rojano. En el campo se encontraron con otros compañeros de Baena: Antonio Castilla Muñoz, Francisco Fuentes Ruiz, Felipe Quesada Pescador –deportados desde Fallingbostel--, Antonio Campos Sánchez –desde Estrasburgo--, Antonio Navarro Ortiz –desde Trier--, Antonio Ortega Torres –desde Hammerstein-- y Antonio Pérez Baena, capturado y deportado desde Ziegenheim. Todos ellos fueron muriendo en Gusen entre septiembre y diciembre de 1941.
Nadie de esa localidad mártir cordobesa vivió para contarlo. De Fuente Obejuna-Piconcillo sobrevivió Serafín, que hoy tendría 99 años. Pero ninguno de sus veinte compañeros, incluido el más joven, Isidro Portugués Díaz, de 20 años, natural de la pedanía del Porvenir de la Industria, pasó de abril de 1942. Manuel Pulgarín Asenjo, un veterano luchador de 42 años resistió en Dachau, pero fue trasladado a Mauthausen y murió el 31 de enero de 1945, poco antes de la liberación.
Cuentan Benito Bermejo y Sandra Checa, autores del impresionante Libro Memorial, que ni el despiadado Francisco Franco, aliado de Adolfo Hitler, ni su germanófilo cuñado Ramón Serrano Suñer movieron un dedo para librar del sufrimiento a aquellos españoles. Por el contrario, apoyaron el exterminio, borraron el término “deportado” de todos los códigos y persiguieron a los pocos supervivientes que osaron regresar. El dictador y sus esbirros dieron, eso sí, protección y refugio en España a más de 700 jefes nazis, algunos de ellos condenados por delitos contra la humanidad en el proceso de Nuremberg.
Aquella Baena que fue “uno de los pueblos mártires de Córdoba, junto con Puente Genil, Palma del Río y la capital”, pues según nos cuenta el exdiputado e historiador Francisco Moreno Gómez en su libro 1936: el genocidio franquista en Córdoba, los legionarios y regulares al mando del coronel Eduardo Sáez de Buruaga fusilaron el 28 y 29 de julio de 1936 en su plaza principal a más de cien personas, incluido el diputado de las Cortes Constituyentes Francisco Zafra Contreras, tiene hoy alcaldesa socialista, María Jesús Serrano Jiménez, y disfruta de una bellísima Semana Santa que ha sido declarada de Interés Turístico Nacional.
Sepan, en fin, quienes en estas fechas señaladas acudan al reclamo de una Semana Santa declarada de Interés Turístico Nacional y visiten la ciudad del historiador y geógrafo Al-Bayyani (el Baenense) y del poeta Luis Carrillo de Sotomayor, que 14 vecinos de esta tierra de María Santísima y del Oro Virgen (el aceite) que lucharon por la libertad y perdieron y acabaron en los arenales franceses, sufrieron una humillación, un calvario y una muerte tan cruel como la de Cristo redentor. Y si tuvieran ideas políticas no descarten una resurrección (de la izquierda) con acento andaluz y a lo mejor vasco y catalán como proponía Ortega y Gasset en su Teoría de Andalucía.
De este Vía Crucis ya nadie se acuerda.
Mi abuelo era hermano de uno de los asesinados por los nazis y quiero agradecer emocionado el recuerdo de su nombre por el calvario que sufrió antes de que lo fusilaran. Muchas gracias.
Estupendo articulo.
Llamamos tu atencion sobre esta denuncia que hemos hecho sobre la semana Santa de Ciudad Real
http://www.foroporlamemoria.info/2012/04/estandartes-de-semana-santa-que-vejan-a-las-vicitmas-del-nazismo/
Gracias por su información, amigos de la Federacion de Foros de la Memoria. L.Díez
Existe un libro escrito en francès por los Españoles Manuel Razola y Mariano Constante que estubieron en Mauthausen se llama : «El triangulo Azul» . Tambien existe un documental sobre «El Convoy de los 927 » tren que salio de Angoulème hecho por Montsé Armengou de la télévision Catalana . Aqui en Francia , nosotros hijos de repúblicanos sabemos todo esto por desgracias !
Parece que, aparte de los 14 hombres señalados en el artículo, hubo otro baenés que murió en Mauthausen: José Garrido Romero, el 2 de noviembre de 1941, pero su nombre no aparece en el libro de Sandra Checa y Ángel del Río.
Aprovecho este mensaje para pedir a Antonio Castilla que se ponga en contacto conmigo. Soy historiador. Mi dirección de correo es arcangelbedmar@terra.es
Soy nieto de uno de los deportados desde Angulema. Concretamente de Jose Bonilla Horcas. Gracias a todos los que hacen posible que este capitulo de la historia no caiga en el olvido.