Rajoy se olvida de la Conferencia de Presidentes Autonómicos

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Rajoy, durante una reunión con presidentes autonómicos de su partido, celebrada el pasado mes de diciembre. / pp.es

Uno de los más altos dirigentes del PP confesaba a las puertas de las elecciones andaluzas que Mariano Rajoy sólo esperaba ver el resultado para convocar “antes de julio” una Conferencia de Presidentes Autonómicos en el Senado. Su idea era abordar un consenso sobre la forma de alcanzar entre todos –tanto territorios como fuerzas políticas– una fórmula de reducción del déficit que tranquilizase a la Unión Europea y los ya tan famosos como desconocidos mercados financieros. Pero su gozo se ha ido al pozo.

La victoria socialista en Andalucía, la seria respuesta de la huelga general contra la reforma laboral y la presión internacional –con el presidente francés, Nicolás Sarkozy, a la cabeza por razones electorales– convirtieron la pasada Semana Santa en una auténtica “semana de pasión” por el severo castigo y la crucifixión de nuestra economía por los mercados financieros, que ha llevado a la prima de riesgo a una cifra récord durante el mandato de Rajoy y que han provocado un desastre bursátil. Eso ha obligado al presidente, según fuentes parlamentarias conservadoras, a romper los ritmos previstos y acelerar las reformas de mala manera. Para frenar el batacazo ha renunciado a pactar con el PSOE y con CiU las líneas maestras de lo reformable, incluyendo la Educación y la Sanidad, de manera que la Conferencia de Presidentes diera en el exterior la imagen de una piña dispuesta a afrontar los recortes necesarios del Estado de Bienestar al margen de ideologías.

Rajoy había fiado en Alfredo Pérez Rubalcaba y en el tándem Artur Mas-Josep Antoni Durán Lleida porque todos conocían, como él siendo líder de la oposición, la famosa y todavía secreta carta del 7 de agosto de 2011 en la que el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, obligaba a España a abordar el déficit en base a sus criterios de ajuste (una misiva, por cierto, que hará pública en breve el periodista Mariano Guindal en un nuevo libro de pronta publicación). Entonces, a la vuelta de las vacaciones, en septiembre, cuartopoder.es reclamó que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero hiciera pública la carta de Trichet porque los españoles tenían derecho a conocer las condiciones, sobre todo si el texto se asemeja a la que le envió al entonces presidente italiano,  Silvio Berlusconi  (lo que era más que probable porque ambas fueron remitidas tras la reunión del BCE del 7 de agosto, precisamente antes de que se llevara a cabo la primera compra de bonos de deuda pública italiana y española).

Curiosamente, como escribimos entonces, Berlusconi obedeció “al dente” y tomó medidas como la desaparición de 38 provincias mediante la agrupación de ayuntamientos (¿les suena?) o el fin de los puentes festivos (¿les suena?), además de  aumentar gradualmente la edad de jubilación para las mujeres a los 65 años. Un aperitivo de lo que luego añadió el sucesor de Berlusconi, el tecnócrata Mario Monti.

La dirigente popular Elvira Rodríguez, ex ministra y actual presidenta de la Comisión de Economía, ha reconocido en una entrevista concedida a república.com que “la carta era un compendio de las reformas que España necesitaba y que el Gobierno, en un ejercicio de responsabilidad, está llevando a cabo". Son, por supuesto, las reformas que se guardó Rajoy para aplicarlas cuando pasaran las elecciones andaluzas, entre las que están las de Sanidad y Educación, anunciadas por Luis de Guindos, y sobre las que ya el PSOE ha fijado líneas rojas. Unas medidas que se adoptarán de inmediato sin consensuar y sin aguardar a la celebración de una Conferencia de Presidentes Autonómicos que posiblemente no se convoque en mucho tiempo porque Andalucía, Cataluña, Euskadi y Canarias se opondrán a los recortes.

Obligado por las prisas, Rajoy pretende sustituir la Conferencia de Presidentes por una decisión del Consejo Interterritorial de Sanidad del que forman parte todas las Comunidades Autónomas. La idea es plantear las medidas a final de este mes y aprobarlas antes del verano, para que se apliquen cuanto antes. Y al tiempo que, como hizo Mas en Cataluña, sean las autonomías las que establezcan fórmulas específicas de copago que alivien el gasto sin que aparezca como responsable la Administración Central.

Eso sí, para que las cosas salgan adelante y, de paso, queden claras en la Unión Europea, Rajoy va a aplicar sus mayorías absolutas en las Cortes y las Asambleas autonómicas sin recato. Todo hace pensar que la palabra “consenso” caerá en desuso.

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