Últimamente (un últimamente muy largo) nunca parece buen momento para ser catalán. Cuando no es la chapuza suicida del Estatut es este incendio que ha llenado de cruces de ceniza la Cataluña más sensual, puñetera y lúcida, la que lejos del torpor y del sopor de la supuestamente cosmopolita Barcelona da de sí elementos como Josep Pla. Digan lo que digan la gauche divine, el Cobi y el mismísimo Woody Allen, la potencia catalana nunca ha estado en lo moderno ni en lo metropolitano. La fuerza de la raza declina en cuanto se aleja de una incurable nostalgia de las proporciones vitales del románico. Ah, si el primo no hubiese descubierto América y no se hubiese cargado para siempre la escala de andar por casa de las cosas.
Dos colillas, 14.000 hectáreas quemadas, 4 muertos. Da miedo la base tan banal del desastre, que diría Hannah Arendt, a quien tantos citan sin masticar ni interiorizar lo más mínimo. Pues la banalidad del mal no es una ocurrencia brillante más. No es una manera más tersa de llamar idiotas a los nazis. Es una intuición casi insoportable a poco que se comprenda. Es la certidumbre de que nada tiene remedio, tan difusa es en el fondo la culpa de todo lo atroz.
¿Qué haremos sin manos negras, sin malvados de diseño a los que machacar por la agonía del Ampurdán? Incluso si los Mossos d’Esquadra encontraran la aguja en el pajar, si por un asombroso milagro llegara a determinarse quien arrojó ese maldito par de colillas, ¿qué? Pegar fuego está ridículamente penalizado incluso si se trata de un incendio provocado. No digamos cuando ocurre técnicamente sin querer.
¿Es siempre inocente lo involuntario, lo que no da más de sí? Rafael Cortés Elvira, exsecretario de Estado con Felipe González –cuando ser socialista era otra cosa, tenía otra densidad- y actual rector de la Universidad Camilo José Cela lanzaba recientemente en público la interesante, quizás provocadora afirmación, de que la muerte de las humanidades en la educación es el nacimiento de horrores impensados. Él ponía el siguiente ejemplo: “Existe una relación más directa de lo que parece entre no haber estudiado a Aristóteles y no respetar una plaza de aparcamiento para paralíticos”. O tirar una colilla por la ventana.
Sin duda hay que hacer algo para reactivar el temor no diré de Dios, para no liarla, pero sí de la sustancia del colectivo. Para hacer un mayor esfuerzo por no despegarse de las consecuencias de los propios actos. Hay que poner más de todos y cada uno para tener razón. Hay que ser urgentemente mejores.
En Cataluña se solapan las noticias del incendio con el rescate que van a pedir a Madrid pero no quieren llamarlo rescate sino cualquier otra cosa. Igualito que Madrid cuando se hace rescatar, cuando se puede, por Bruselas. Tanto malabarismo verbal para no mentar el cordel en el domicilio del desnucado, tanta voluta semántica, tanto cogérsela con papel de fumar sinónimos, no encubren sólo desconcierto o cobardía. Son también la prueba más diáfana de que a día de hoy la política va más que nunca por un lado y la realidad por otra.
Véase Cataluña, una de las comunidades autónomas sin duda más injustamente financiadas de todo el Estado español. Cuán cierto y cuán sangrante. Tan cierto y tan sangrante como la mala gestión del tema que sistemáticamente han hecho todos y cada uno de los gobiernos catalanes en democracia. Mala gestión económica (gastar lo que no se tiene) pero sobre todo mala gestión política: pedir en clave de separación lo que siempre, siempre, siempre, debió reclamarse en clave de unión, en tanto que miembro de pleno derecho del consejo de administración y de la familia española. ¿A quién se le ocurre pedir más pasta diciendo que es para querer irse? Eso no es ser nacionalista, eso es ser idiota.
Más cuando la alternativa es cero. Cuando al final resulta que la solución, la única solución posible, pasaba y pasa por más España, no por menos. Por dejar de jugar a que España no existe o sólo existe en blanco y negro, paralizada en algún aberrante momento de los años 40.
Y al final esto, ¿quién lo paga?, que diría Pla.
Admirada Anna, ¿es tan complicado denominar Gobierno de la Nación o Gobierno a secas, en vez de «Madrid»?
Es que luego sale uno por ahí y ven que eres de Madrid y te culpan de todos los males. Que lo hagan los nacionalismos tiene un pase pero ustedes, los periodistas, deberían no ser tan simples.
El fondo del artículo:excelente, como siempre.
«A pesar de la España ilusoria de la Transición, aquella carambola que hizo creer al mundo que este país era un remanso de tolerancia con un prodigioso ADN cruzado de socialdemócrata sueco y liberal inglés, esto sigue pareciéndose sobre todo al retrato de los hispanistas y viajeros románticos: una nación de tipos anarcoindividualistas a los que les pone desafiar las leyes, desentenderse de los deberes públicos y hacer chistes sobre el civismo. La suciedad de los espacios públicos, el griterío de los restaurantes o el record de trampas al volante son la expresión de ese genuino espíritu nacional tan hostil al respeto por el otro. Basta un paseo por cualquier país europeo, desde Portugal a Polonia, para reconocer ese déficit cívico. Y no está mal, como estanque en el que ver reflejado este narcisismo salvaje, la reacción a la ley del tabaco. Aquí cada norma da para una secuela del motín de Esquilache.
Las soflamas contra la Ley del Tabaco se aferran a la resistencia liberal contra cualquier control del Estado y otras pamemas similares. Es fácil comprobar que los países liberales son aquellos que antes, y más enérgicamente, restringieron la agresión del tabaquismo pasivo; y en cambio, la barra libre para los fumadores se da en las sociedades más primitivas. Más vale dejarse de milongas, en España la reacción contra la ley no emana de un espíritu liberal, sino de un genoma bárbaro. La única libertad amenazada aquí es la del fumador pasivo. De hecho cualquier fumador podrá comprobar que sus derechos están muy protegidos, a condición de disfrutarlo sin agredir a otros; España sigue siendo uno de los países occidentales donde es más fácil comprar tabaco y más barato. La rebeldía contra esta Ley se nutre de una hipocresía moral disfrazada de ideología. Pero el tabaquismo pasivo no tiene que ver con el color político, sino con el cáncer. »
http://www.diariosur.es/prensa/20110105/opinion/carnaval-vendehumos-20110105.html
INCIVISMO «TIPICAL SPANISH»…
Luego vamos despotricando y quejándones de la contaminación, la suciedad y la basura en las playas:
http://www.lavozdegalicia.es/album/coruna/2012/06/24/resaca-san-juan/01101340525616598246483.htm
Hace unos años, estaba yo en el Mirador de la Reina, el que hay al borde de la carretera un poco antes de llegar a los Lagos de Covadonga en el Parque Nacional de los Picos de Europa. De pronto, en uno de los coches que había aparcados, el conductor vació el cenicero de su coche todo lleno de colillas y cenizas en el suelo, ni siquera se tomó la molestia de recorrer unos pasos y vaciarlo en unas de las papeleras que había en el mirador. Justo yo estaba aparcado cerca y le dije: oiga, en su casa también hace lo mismo?. No me respondió, pero me miró de una forma como perdonándome la vida.
En otra ocasión en una zona de bosque mediterráneo de pinos en unos montes cerca de la Costa del Sol malagueña, en el pueblo de Mijas, mientras iba conduciendo de noche por aquella carretera de montaña, uno de los ocupantes de un coche que iba delante mía, tiró una colilla encendida por la ventanilla. Le pegué una pitada, pero igual no me oyeron. El caso es que el año anterior esa zona sufrió un incendio, y unos años después otro, en el que incluso hubo que evacuar al pueblo.
Pensar en los demás está mal visto. Tener un mínimo de educación no está de moda.
Cuatro imbéciles arruinan lo construido por noventa y seis personas en el país mas maleducado del mundo ¿A quién importan las humanidades, la ética o la filosofía?
Una pena. Yo mientras tanto, seguiré respetando al prójimo. No concibo otra forma de convivir.
Las fotos que aporta Runaway de la «fiesta» de San Juan son escalofriantes. Lo más chocante es que se trata de una manera de festejar que ya advertí en los campuses estadounidenses hace más de 30 años. Otra aportación cultural de aquel país que tantas virtudes tiene, por otra parte. Creo que en España se han perdido las humanidades porque sólo importa «hacer» dinero al minuto, y para eso sirven poco. Qué desaliento.
Ser catalán es algo muy triste.
Un buen artículo. Y no menos buenos comentarios. Cada vez es más difícil encontrar personas cultas y respetuosas en estas secciones.
No sabía yo que el concepto España pudiera medirse por kilos.
Muy interesante tu visión de Cataluña. Supongo que debes de estar vetada en TV3, donde solo quieren conmilitones y de vez en cuando algún estafermo para hacerle vudú en las tertulias.
Wow! Eres realmente buena. En cada rincón del texto hay una joya.
Anna, creo que has dado en el clavo…
Es necesario racionalizar el reparto fiscal en Espanya. Pero los politicos catalanes erran completamente en la estrategia y parecen no entenderlo…
Buscar complicidades en el resto del pais en necesario para mejorar el sistema. Si lo unico que se buscan es enemigos en el resto del pais, no se lograra nada en claro…y asi vamos. Malos politicos tenemos.
Potenciar Catalunya a traves de potanciar Espanya… no se puede potenciar Catalunya e intentar hundir Espanya…