Marta Lasalas *
BARCELONA.– Un contundente clamor independentista recorrió ayer las calles de Barcelona y toda Cataluña. Centenares de miles de personas colapsaron la capital catalana para reivindicar un estado propio. Así, sin matices ni eufemismos. Los manifestantes no hablaron ni de pacto fiscal ni de soberanía ni de transición nacional, el lema era claro y diáfano: “Catalunya, un nou estat d’Europa”. A pesar del clima festivo que dominó la marcha, en el caminar de los miles de ciudadanos que ayer salieron a la calle resonaba una sensación de inmenso hartazgo, de cansancio ante lo que se considera un trato injusto y una profunda sensación de incomprensión en la relación con España. La incógnita en este momento es quién será capaz de hacerse eco de las protestas del millón y medio de manifestantes y a dónde conduce esta marea. De entrada, la marcha no sólo desbordó la capital catalana, también los partidos se han visto superados por una reacción ciudadana que ni lideran ni parecen capaces de controlar.
El origen de la manifestación de esta Diada estaba en la convocatoria de la Assemblea Nacional Catalana, un movimiento enraizado en el territorio que se propone impulsar la celebración de un referéndum independentista. A partir de aquí, y ante el eco que iba adquiriendo la cita, los partidos se fueron sumando, con mayor o menor entusiasmo, y en algún caso, como el del PSC, con un auténtico desgarro interno.
Por su parte, el Govern atisbó inmediatamente en el impulso que adquiría la iniciativa una posibilidad de cargarse de razones ante el inicio de la negociación del pacto fiscal previsto para la semana próxima. Así las cosas el Ejecutivo, que contó con una importante representación en la convocatoria, animó a los ciudadanos a acudir a la cita. El propio president, Artur Mas, garantizó en su mensaje institucional con motivo de la Diada que, aunque no acudiría a la marcha por razón de su cargo, su espíritu y su compromiso acompañarían a los manifestantes. El president, considerado un político moderado por lo que respecta al discurso independentista, aseguró en su mensaje institucional que “nunca como ahora Cataluña había estado tan cerca en su aspiración y en su anhelo de plenitud nacional”, y ayer mismo insistió que sin pacto fiscal “el camino de la libertad está abierto”.
Este es el recorrido previo a la manifestación. Pero el millón y medio de personas que acudieron a la cita reclaman desde ayer mismo más respuestas y más claras. Se extiende en Cataluña la sensación de que no queda ya espacio para la ambigüedad política y que, a no ser que desde Madrid se plantee una respuesta rápida a la reivindicación catalana de un pacto fiscal, resultará imposible contener la marea que esta última Diada dejó correr por las calles de Barcelona. De hecho, son muchas las voces que alertan que un nuevo acuerdo de financiación no será ya suficiente para serenar los ánimos.
Esta Diada no era el primer aviso del descontento de los catalanes. La manifestación de ayer recogía el testimonio de la multitudinaria concentración que el 10 de julio del 2010 se convocó en el mismo escenario para protestar por el humillante recorte que sufrió el Estatut a raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional. Durante estos dos años la llama de irritación que calentó aquella convocatoria se ha mantenido viva gracias a los reiterados incumplimientos del Gobierno español –sea socialista o popular- y a la descarnada evidencia de hasta qué punto el déficit fiscal castiga a los catalanes en tiempos de crisis. Hace muchos meses que los recortes han hecho mella en el ánimo de los catalanes, pero también la idea de que si el déficit fiscal no fuera tan exagerado la crisis sería mucho más soportable.
A partir de hoy los partidos tendrán que formular sus propias respuestas. Para algunos el papel a asumir está claro. Ya sean los independentistas de ERC y Solidaritat o los contrarios a la independencia, como PP y Ciutadans. En el caso de CiU, el denominado sector soberanista verá impulsadas sus tesis con fuerza, lo cual puede provocar tensiones con los democristianos de Duran Lleida. Por lo que respecta el PSC, el desgarrón abierto entre sus históricas dos almas –la catalanista y la próxima al PSOE– amenaza con provocar una herida muy profunda si la dirección del partido no es capaz de reaccionar.
Nadie duda ya que, si el ímpetu de este movimiento se mantiene, la consulta independentista será una realidad y que, en cualquier caso, el debate sobre la independencia se convertirá en el tema central de la próxima campaña electoral catalana. A diferencia de los partidos mayoritarios –y, sobre todo, a diferencia del mundo de la economía–, en Catalunya los ciudadanos han dejado claro que no tienen miedo a hablar de independencia.
Me encantará ver cómo las burguesías vasca y catalana (PNV, CiU) se bajan sin descalabrarse del tigre que han alimentado. Será pa llevar silles.
Partidos de izquierda y sindicatos apoyando las aspiraciones de la burguesía catalana. Insólito.
Mientras no se convoque un referéndum, los asistentes a la manifestación son minoría con respecto al conjunto de la población de Cataluña. El programa de CIU es meter la mano en la caja y por eso necesitan disponer del dinero sin controles exteriores.
Es insólito, y muy de agradecer, poder leer en la prensa española análisis como el de Marta Lasalas o reflexiones como la que hace Javier Pérez de Albéniz.
https://www.cuartopoder.es/telematon/por-que-tenemos-miedo-a-la-independencia-de-cataluna/2848
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Excelente analisis de Marta Lasalas, y perfecto retrato del sentir ciudadano.