Seguramente no todo el mundo, y menos en España, sabe que el famoso president catalán mártir Lluís Companys proclamó la independencia de la República catalana desde el balcón de la Generalitat en parte por amor. Como suena. Companys estaba loca y extramatrimonialmente enamorado de Carme Ballester, apasionada nacionalista catalana a la que quería impresionar a toda costa. Más después de ser informado de los escarceos de ella (previos a conocer a Companys) con una especie de Javier Bardem independentista de la época, conocido popularmente como Capità Collons (Capitán Cojones). Cuenta la leyenda que Companys exigió a Carme juramento de fidelidad eterna sobre el lecho que había sido del president Macià. “No me dirás ahora que no soy catalanista”, le espetó a su amante al volver a entrar desde el balcón.
Cuento todo esto para que se sepa si no se sabía, no para ridiculizar a Companys, especie de Che Guevara catalán que admite una romantización tan de buena fe como de buena fe podría ser su feroz desmitificación. Ya lo decía (en voz baja) Miquel Roca: “Companys fue un irresponsable, salvado por su bel morire”. Por su infame fusilamiento en Montjuic, lanzando vivas a Cataluña, después de caer en Francia porque sus cazadores no dudaron de que tendría la debilidad de arriesgarse a ir a ver a su hijo oligofrénico, Lluís. Fue a verle. Y le pillaron.
La Historia es nada sin los sentimientos que la hacen comprensible. O no. Carme Ballester, la exaltada amante del president Companys, fue considerada por muchos en su tiempo una frívola y una puta. Habría que revisar esa afirmación a la luz del dato de que, muerto Companys, esta mujer se echó encima la cruz de cargar con el ya citado hijo oligofrénico de él, en la soledad y penuria más absolutas. Ya era casi una anciana en la indigencia en Francia cuando a alguien se le ocurrió arreglarle una pequeña pensión.
La Historia es nada sin el corazón que la bombea. “En los puentes de Gandesa no tenemos municiones ni cañones, ay Carmela…”, cantaban los milicianos en la guerra, para añadir: “De nada sirven las bombas, cuando sobra corazón”. Mentira pura, como sabe cualquier soldado raso en cualquier guerra. Y sin embargo, ¿qué verdad ha movido jamás el mundo?
Veo a Artur Mas entrando y saliendo de la Moncloa, donde pasó lo único que podía y que tenía que pasar, lo perfectamente previsible, y me pregunto: y ahora qué. Si ruptura no pero entenderse tampoco; si no se quiere lo que se puede y lo que se puede no tiene emoción ni da votos; si la política se parece cada vez menos a la realidad y más a las alucinaciones del opio (¿es el independentismo el nuevo comunismo, el nuevo pensamiento único que promete el cielo en la tierra y aspira a poner en fila india todas las mentes de este mundo?); si todo esto efectivamente tiene pocos pies y menos cabeza, pues eso, ¿y ahora qué?
Ahora técnicamente nada, me temo…excepto la visualización todo lo sangrante y escandalosa que se pueda de cierto desamor. Cierta Cataluña (que no toda, a pesar de su aparente omnipresencia en ciertas esquinas de ciertas calles y en ciertos medios de comunicación) no quiere saber nada de cierta España. Y todas las otras Españas posibles (como todas las otras Cataluñas posibles) ha decidido ignorarlas. Es una Cataluña que se siente Ana Karenina, Madame Bovary o La Regenta, prisionera de un matrimonio sin amor que sabe que no puede romper, pero sí convertir en un infierno. ¿Cataluña adúltera, España cornuda?
¿Tienen remedio las cosas cuando se las deja pudrir hasta este punto? Si Mariano Rajoy hubiese dicho que vale, hablemos del pacto fiscal, ¿se habría ganado el súbito amor de ciertos catalanes, o sólo un desdén más frío, más a plazos? ¿Se está a tiempo de que unos aprendan a amar la lengua, la historia y lo que mueve el corazón de los otros, y viceversa? Si José Tomás se declarara de repente independentista catalán, ¿volverían a aprobarse las corridas de toros en Cataluña? (Por cierto, me cuenta un pajarito que la vuelta de los toros al ruedo televisivo ha cosechado entre los catalanes una de sus audiencias más altas) ¿Qué pasaría si Artur Mas dejara de ser el president felizmente casado que es y se echara una amante de Huelva?
La política ha muerto. Viva el culebrón.
¿Qué pasaría si los españoles fuéramos más aficionados a discutir y argumentar con inteligencia y sin tanta pasión? ¿Qué pasaría si los dirigentes españoles, catalanes o no, fueran más claros y más racionales en sus aspiraciones? ¿Qué, si se discutiera abiertamente sobre las mejoras que pueden hacerse a la federación, de hecho, española? Ojala no se instale el culebrón como vaticinas, Grau.
A Mas yo lo veo como un aprendiz de brujo que desencadena unas fuerzas psicológicas que a nada se vuelven incontrolables y lo devoran cual hijo de Saturno. También veo un cabreo por la jugada que le prepara el pujolismo (usarlo de puente entre Pujol y Pujol) y ha decidido contraatacar. Mientras, Rajoy, tranqui, contemporizando, trufándose de moderación y aparente disposición al diálogo, siempre y cuando sus mamporreros no metan la pata (esto va a ser difícil de evitar, sospecho)
En fin, que veo a Mas, un puntito Maverick.
miro esa foto y veo a dos tontos, defectivos de entendimiento. Por lo demás, el amor es ciego.
Ya podeis escribir los articulos que querais y marear la perdiz hasta la extenuación.
Cataluña se independiza porque así lo quiere la gran mayoría de los ciudadanos. Y si dudais del número permitid un referendum (a modo de curiosidad. Ya que la decisión está tomada)
Eso, eso, referendum; ya verás qué chasco, amigo. La pregunta que sea: «¿Quiere usted que Cataluña se separe de España?» Si no, no vale.
igual este sef1or cientifico no sabe que no hace falta tomar una scliouon tan drastica como afeitarse los pelos del ombligo para que no se nos queden las pelusas que con una duchita diaria el problema se scliouona solo. bfalguien le ha preguntado si durante el tiempo que ha durado su profunda investigacion se ha dado ulgun baf1ito? De verdad que hay gente para todo