El cerco policial al Congreso sólo permitía a sus señorías oír los tiros y mirar las webs

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Uno de los carteles que portaban ayer los manifestantes del 25S en la concentración convocada en las inmediaciones del Congreso de los Diputados. / Chema Moya (Efe)

(Actualización de las 12:00 horas del 27-8-2012 con nuevas revelaciones sobre los infiltrados)

La Jefatura Superior de Policía de Madrid ha acabado reconociendo la evidencia: que había policías de paisano infiltrados entre los manifestantes del 25-S en la plaza de Neptuno, según confirmaron a cuartopoder.es fuentes policiales. Algunos iban cubiertos con capuchas, como los manifestantes, y observaron el mismo comportamiento que éstos, aunque, según un portavoz, ni provocaron ni tiraron piedras. La infiltración de agentes secretos en los "grupos radicales" y "antisistema" es una práctica habitual de todas las policías del mundo civilizado, según argumenta un mando de la Comisaría General de Seguridad Ciudadana, de la que es titular el comisario Villabona, que dirigió sobre el terreno el operativo para blindar el Congreso.

El secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP), mayoritario en las Unidades de Intervención, José Manuel Sánchez Fornet, el del tuit de "leña y punto", ha dicho que en el sindicato sabían que había infiltrados porque la manifestación presentaba ribetes violentos, y aunque reconoce que "los secretas han de comportarse como los manifestantes", no se imagina que puedan actuar como "provocadores", ya que su función es "informar y avisar". Esa función, realizada por una veintena de infiltrados, facilitó muchas detenciones de manifestantes, según reconocen las fuentes policiales.

Aquello parecía una película del Oeste, con el fuerte (léase Congreso de los Diputados) protegido por empalizadas (dobles vallas de somier, encadenadas a otras más bajas y dispuestas en forma de uve) y con el Séptimo de Caballería listo para masacrar a los indios (léase miles de manifestantes, en su mayoría jóvenes) en cuanto rebasasen la primera fila de la infantería armada con porras y fusiles lanzapelotas. Dentro del fuerte, sus señorías parecían tranquilas, aunque si se pegaba la hebra, enseguida afloraba su preocupación por el malestar social y la desafección, cuando no el odio, hacia los políticos. Algunos del PP temían por su seguridad y los del PSOE e IU deploraban el cerco policial del Congreso. Aunque muchos oyeron los tiros de la policía, ninguno pasó la valla para informarse de las persecuciones y palizas indiscriminadas.

Sus señorías habían recibido, vía email, el aviso de que acudieran al pleno provistos de sus carnés de diputados para no tener problemas con el triple cordón policial que montó el comisario Florentino Villabona, tercero en la cúpula del Cuerpo Nacional de Policía, desde el comienzo hasta el final de la Carrera de San Jerónimo y en todas las bocacalles cercanas al Congreso. Ningún diputado fue molestado por los manifestantes cuando, a las 16:00 horas acudió al pleno. El cerco policial era impresionante. Unos representantes de la Cámara de Comercio de Estados Unidos que celebraban una reunión en el hotel Palace manifestaron a un diputado del PP, que les ayudó a superar el cordón policial, una impresión poco favorable. Y eso que entonces no había comenzado la siniestra refriega que se saldó con 64 heridos, uno de ellos grave, y 26 detenidos, y en la que la policía efectuó más de 400 disparos con balas de goma contra la multitud. Pero puesto que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, había equiparado a los manifestantes con los golpistas del 23-F y los estadounidenses saben leer, era lógico que se temieran algo grave. La expectación era tal que los grandes medios de comunicación, incluida la televisión china, desplazaron reporteros para cubrir la protesta.

Ciertamente, la protección del templo de la soberanía nacional impresionaba bastante, con más de doscientos furgones de agentes antidisturbios, una compañía a caballo distribuida en pelotones de diez jinetes y en patrullas de dos en las calles más estrechas; unidades caninas con veinte perros lobos de colmillos amenazantes, dos helicópteros controlando al instante los movimientos de la gente que avanzaban desde la Puerta del Sol y por el Paseo del Prado hacia las embocaduras de la Carrera de San Jerónimo o que pretendía llegar por las calles de Cedacedos, Marqués de Cubas, los Madrazo, Zorrilla, Prado y Duque de Medinaceli; un flamante vehículo Hammer de exhibición y, vallas, muchas vallas, con decenas de policías escrutando a los peatones desde las bocas del metro y exigiendo la documentación a vecinos y empleados de la zona encapsulada para permitirles pasar.

De izquierda a derecha, los diputados de IU José Luis Centella, Cayo Lara y Alberto Garzón, ayer, cuando salían del Congreso para unirse a los manifestantes. / M. A.

Sobre las seis de la tarde, el dios Neptuno estaba acompañado por varios miles de manifestantes que coreaban sus consignas contra “tanta mierdocracia”, el Gobierno de Mariano Rajoy, los políticos corruptos y cómplices de los estragos sociales del capital y otras como “más educación y menos policía”. Entonces los diputados de Izquierda Plural, encabezados por Cayo Lara, decidieron salir, aunque no a Neptuno, sino a la calle de Cedaceros, donde se agrupaban algunas decenas de jóvenes que habían logrado sortear el cordón policial anterior. Unos abuchearon a Lara y otros le aplaudieron. “¿No te da  miedo?”, le preguntó una periodista antes de salir. “Si somos representantes del pueblo, cómo vamos a tener miedo del pueblo”, respondió él. El dirigente de IU y el portavoz parlamentario, José Luis Centella, escucharon atentamente a los manifestantes, y lo propio hicieron, uno tras otro, casi todos los diputados del grupo. Fueron los únicos. De los demás grupos nadie salió. Desde la tribuna, Rosa Díez, pedía una regulación más estricta de los sueldos directos e indirectos de los políticos.

Una hora después comenzaron las cargas y las detenciones en Neptuno. Los manifestantes presionaron las vallas y los pelotones de antidisturbios la emprendieron a palos. Entre los manifestantes había policías camuflados de paisano. Algunos de ellos también fueron detenidos. Varios manifestantes lanzaron botellas de plástico, un termo, una litrona y algún mechero contra la policía. Pero lo que más voló, entre ellos y hacia el cordón policial, fueron unos frisbys de vivos colores que se utilizan para jugar en el campo y en la playa. En algunos habían escrito con rotulador: “El golpe de Estado está del otro lado” o “a mi no me representan” o “esta crisis no la pagamos”. Después, varios furgones policiales abrieron un surco para dividir a la multitud. Una ambulancia recogió a un herido graves. Otras furgonetas policiales comenzaron a rodear la plaza. Y a continuación, mientras unos agentes rodeaban en círculos a los manifestantes, otros se lanzaron por el Paseo del Prado disparando ráfagas al aire y pelotas de goma contra la multitud. Las cargas se sucedían mientras algunos diputados de IU, alertados por los tiros, se acercaban a las vallas.

El sonido del tiroteo llegaba al patio y los pasillos del Congreso. La tensión iba en aumento. Una decena de detenidos fueron conducidos a la esquina de la calle de Fernanflor, detrás del palacio del Congreso. La portavoz socialista Soraya Rodríguez deploraba en breve conversación con el corresponsal la “incriminación” de los convocantes y la tensión alimentada por los responsables del Ministerio del Interior. La diputada socialista Marisol Pérez Domínguez comentó “el interés de ciertos sectores de la derecha en desacreditar a los partidos y a los sindicatos” y en fomentar la tensión. Bastantes diputados seguían por la web desde sus despachos lo que ocurría doscientos metros más abajo. Anochecía. Los destellos azules de los furgones policiales y el tiroteo intermitente aumentaban la angustia de una siniestra refriega. Fue entonces, después de tres horas de tensión y cargas policiales, cuando algunos diputados del PP, encabezados por Teófilo de Luis, salieron a contemplar el panorama y desde los elevados bloques de granito de la Plaza de Cervantes --que antes era de tierra y árboles y cuya reforma costó 3,7 millones de euros, según un letrado del Congreso conocedor del presupuesto-- pudieron observar cómo Neptuno iba quedando despejando, lo que les permitiría salir sin ser molestados.

Pasadas las 21:30 llegó la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, acompañada del secretario general de Cultura, José María Lassalle, y detrás lo hicieron los titulares de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, y de Empleo, Fátima Báñez. Los antidisturbios les despejaron el trayecto y entraron en sus coches oficiales por la calle de Medinaceli hasta la fachada del Palas. Santamaría recibió información de un alto mando de Interior nada más bajar del coche y tras comentar al cronista que había estado cuatro horas encerrada con los subsecretarios, acusó a los manifestantes de ser  “violentos y muy radicales”. Aunque pasaron a cinco metros de donde la policía custodiaba a un grupo de detenidos, ninguno se atrevió a levantar la voz. Por precaución, un grupo de unos quince diputados del PP reservaron mesa en Casa Manolo para cenar dentro del cerco policial sin ser molestados. Allí acudieron también los diputados del Grupo Mixto a agasajar con una copa de despedida al candidato del BNG a la Xunta de Galicia, Francisco Jorquera. Eran las 22:30. Los antidisturbios se replegaban. Cientos de manifestantes llenaban el andén de la estación Banco de España para asaltar el metro.

6 Comments
  1. Ur says

    La policía solo esperaba una provocación para cargar. Además, los mandos esperaron a que anocheciera para hacerlo indiscriminadamente. Una puta verguenza. Ningún diputado salió a defender al pueblo.

  2. Cantalapiedra says

    Quieren implantar un estado policiaco y fascista, como queda demostrado con la infiltración policial y la orientación bastante sospechosa de la protesta contra el Congreso cuando debería hacerse contra los defraudadores, los banqueros y los especuladores. ¡Asalta la Bolsa! ¡Cerca al BSCH! ¡Persigue a los ladrones! ¡Revienta a Botín y sus pinches secuaces!

  3. inteligibilidad says

    Gracias por una crónica desde dentro. Interesante de leer.

  4. Jandro1961 says

    Anda, si todos eran infiltrados! Cuarto poder, no llegáis ni a patéticos!

  5. José says

    Esto es aquello, decían los clásicos giegos: -Toutos ò Ekeinos- La PPecracia está demostrando ser un regimen fascista. La PPería del marrullero ha dado un golpe deestado y ha acabado con la Democracia. Esto es aquello: esto es el franquismo.

  6. Ramon says

    Oye Jandro, había una veintena de infiltrados –esto es información–, los suficientes para provocar los incidentes a la hora que tenían previsto o que les habían ordenado, y desencadenar las cargas policiales. La justicia, empezando por la Fiscalía, debe investigar esto. Hay otras formas de disolver a los manifestantes, pero optaron por la más violenta y fascista, como en los tiempos de la dictadura. Eso si es patético, tan patético como Rajoy con sus asesores y escoltas fumandose un puro por las calles de NY e invocando la «mayoría silenciosa». Está claro: la «marca España».

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