Una solución federal para España

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Alfredo Pérez Rubalcaba, el pasado lunes, durante la entrevista en la que defendió un estado federal. / Zipi (Efe)

No ha mucho tiempo vivía en México un exiliado español por nombre Anselmo Carretero y Jiménez, castellano de Segovia, ingeniero y director de una explotación maderera, de ideología y militancia socialista y de convicción científica, antropológica, histórica, lingüística, social y política netamente federal. Profundizó Anselmo en los análisis y estudios que sobre el federalismo realizó su padre, del mismo nombre, a la sazón, amigo del también exiliado en México Pedro Bosch Gimpera, exrector de la Universidad de Barcelona y continuador de la doctrina federal de Francisco Pi i Margall. Después de años de estudio y observación compuso Anselmo una obra extraordinaria que tituló Las nacionalidades españolas. En Madrid le presentó el libro el recién fallecido Gregorio Peces Barba, en Segovia le ofrecieron un banquete, en Barcelona fue agasajado. Era el año 1978 y los ponentes constitucionales, entre los que figuraba el propio Gregorio, estaban a punto de resolver la descentralización mediante el Estado autonómico para, mal que pesara al también desaparecido Manuel Fraga y los del bunker, reconocer las nacionalidades históricas (Cataluña, Euskadi y Galicia) y reflejar la pluralidad de una España compuesta por nacionalidades y regiones en la Carta Magna.

El libro de Anselmo mereció elogios por su rigor histórico y su redacción limpia, elegante y didáctica. No había en él más que verdades contrastables, como, por ejemplo, el hecho de que el castellano prendiera antes en las tierras vascas que en la mal llamada “meseta castellana”, un invento de la Generación del 98. Y otra cosa había: la sana intención de ayudar con fundamentos históricos y políticos a los dirigentes de la Transición en una tarea nada fácil de la descentralización. De haber seguido las enseñanzas de Anselmo, Castilla y León habrían sido regiones federales bien diferenciadas y Madrid, distrito federal. Quizá por temor al término “federal” o por miedo a los golpistas, los constituyentes estimaron más conveniente un modelo autonómico igualitario a medio plazo para las regiones y nacionalidades, siguiendo en esta materia, a sabiendas o no, los consejos de Salvador de Madariaga, que en 1969, desde su exilio en Francia, teorizó e incluso dibujó el mapa autonómico actual, también con la sana intención de que “en España, a la salida de la dictadura, no ocurra lo que va a suceder en Yugoslavia”, decía textualmente en referencia a la “balcanización”.

Algunos socialistas que en 1977 formaban parte del Comité Federal del PSOE –en el que, por cierto, no estaba Alfredo Pérez Rubalcaba– recordarán al compañero Anselmo Carretero. Venía de México DF en representación de la Agrupación de América del Norte e intervenía en todas las reuniones. A veces se quejaba del largo viaje de doce horas de ida y otras tantas de vuelta para hablar apenas siete minutos. Así de injustas eran las normas. Pero aprovechaba bien esos minutos para propugnar la configuración federal del Estado y recomendar también la presencia de elementos del partido en las Fuerzas Armadas, singularmente, entre los mandos intermedios. Felipe González le solía contestar invariablemente con la misma frase: “Desengáñate, Anselmo, España no tiene tradición federal” o “no insistas, Anselmo, el federalismo no ha funcionado en España”. Y como Anselmo insistía en la siguiente reunión y en la siguiente, llegó un momento en que la dirección de la Agrupación Socialista de América del Norte fue trasladada de México a Nueva York por decisión de la Ejecutiva Federal, y Anselmo no volvió más. Al cabo de muchos años, en 1991, el rey Juan Carlos le impuso la Gran Cruz al Mérito Civil durante una visita al país hermano. Quiere decirse que si el Borbón condecoraba a un “federalista” no debía sentirse muy incómodo con su formulación.

A los políticos de la Transición se les debe atribuir el acierto de conjurar el golpismo por un lado y la confederación Galeusca por otro. No es que fueran providenciales, pero si los comparamos con lo que en aquel contexto hicieron los altos elementos de otros sectores, por ejemplo, la judicatura, la banca, el empresariado, el clero.., quedan muy por encima en la tabla. Se decía entonces que el proceso descentralizador del poder y de las competencias administrativas desde el centro a la periferia, aun siendo inverso al federal –de la periferia al centro en materias comunes como la defensiva–, desembocaría inexorablemente en un Estado federal. Y así parece y así es, aunque con un coste económico extravagantemente superior.

Treinta y cinco años después, el mismo González del “desengáñate Anselmo” propugna el federalismo y, por supuesto, Rubalcaba defiende la adecuación de la Constitución al modelo federal. Las ventajas de la supresión de ministerios y organismos carcasa parecen a priori superiores a la gibarización de la democracia que con apariencia técnica y neutral intentan imponer las fuerzas centrípetas en el poder. Como no se trata de dirimir si para construir una casa hay que saber tirarse correctamente los ladrillos a la cabeza, más allá de la consulta a los catalanes que saldrá del debate de hoy en el Parlament sobre la autodeterminación y las fronteras, cabe esperar de la inteligencia de los políticos la preservación de los elementos comunes del edificio o de la urbanización, con la cuota solidaria que a cada cual corresponda, y si eso implica la reforma de la Constitución y un modelo federal, todos los españoles deberemos decidirlo.

7 Comments
  1. Pascual García says

    Para reir… para llorar…

  2. Luis says

    Negando, incluso, la identidad federal del psoe escribieron la historia y trazaron la barbaridad antihistórica de algunas autonomías en el país de los ciegos.

  3. celine says

    Así es, Luis: nos corresponde a todos los españoles discutir y aprender (al revés, sería mejor) cómo se construye un estado federal, qué grado de fuerza debe detentar el distrito federal (Madrid) y qué ajustes hay que hacer en el estado taifas de autonomías que tenemos. Empezaré por leer ese libro de Anselmo Carretero, que no he leído. Gracias.

  4. Ulises says

    Pues el ex-presidente Felipe González en unas recientes declaraciones se muestra partidario de una España federal, pero mentar en España la palabra «federación era como mentar la bicha» según sus palabras textuales, y no sólo durante la Transición Democrática, sino, después del intento del golpe de Estado del 27F, durante los años de su gobierno y hasta nuestros días. Sólo los ignorantes no sáben de donde provienen esas voces que se rasgan las vestiduras con la palabrita o incluso con las autonomías: gobienan en la mayoría de ellas y actualmente tienen el gobierno central y todo su aparto mediático-propagandistico creadores de odio entre autonomías, sobre todo si es Cataluña y el País Vasco.

  5. Trinidad puerto Pascual-o7581643S says

    Las autonomias ya cumplieron su función de tránsito, aunque queden restos duros franquistas, hay que pasar a un estado federal, bien hecho.

  6. Trinidad puerto Pascual-o7581643S says

    ¿POrqué no se puede ver mi comentario anterior. porque es contrario a las leyes españolas ? ¿ a quién insulta?

  7. Jonatan says

    23F, Ulises; 23F.

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