¿Qué puede ser peor que la crisis?

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Semana peor que negra. Me encuentro atacada de los nervios por la crisis a la mismísima baronesa Thyssen, quien en mitad de una entrevista de domingo que le hago para ABC, va y me dice que el invierno la deprime porque, aunque le gusta estar calentita dentro de casa junto a la chimenea, no puede evitar pensar en aquellos que no tienen nada con qué calentarse. “Por lo menos en verano todo el mundo tiene un techo, que es el cielo”, me dice con dulces ojos aterrorizados.

Habrá quien crea que la aristocracia sólo llora por los pobres lágrimas de cocodrilo y que la única solución a sus dolores de cabeza pasa por cortársela. Y sin embargo la baronesa parece sincera. Después de todo, ¿qué falta le hace mentir? Ella ni siquiera se presenta a las elecciones.

En todo caso a quien no se le rompa esta semana el corazón es que no tiene. Veamos si no algunos datos. En primer lugar hemos conocido que la Cruz Roja en España ha renunciado a hacer llamamientos de solidaridad con otros países habitualmente catastróficos para concentrarse en pedir ayuda para los españoles que no llegan a final de mes. O ni siquiera a comer caliente. Afirman que durante el curso 2010-2011 el número de solicitantes de ayuda aumentó en 100.000 personas y que durante el curso 2011-2012 lo hizo en 200.000. Eso son 300.000 almas más esperando por ejemplo alimentos para comer. Cruz Roja ha grabado un elocuente anuncio donde vemos a una familia cuya nevera está poco menos que vacía, la madre parte una tortilla de un huevo en dos para darle una mitad a cada hijo, etc.

Seguimos para bingo. Un informe de Unicef denuncia que nada menos que 2.267.000 niños viven por debajo del umbral de la pobreza en España. Eso sitúa nuestra tasa de pobreza infantil en el 27,2 por ciento. Según el informe hay 760.000 hogares con niños donde ningún adulto trabaja. Un 14,4 por ciento de niños pequeños viven en hogares con un índice de pobreza alto. En situación de riesgo claro.

¿Cómo no dejarse los puños en la primera pared (o jeta de banquero o de político) que te salga al paso después de leer todo esto? ¿Cómo no lanzarse a las calles a arrancar los adoquines con los dientes y bombardear con ellos el sistema, hacerlo arder y caer? En la prensa extranjera, particularmente la anglosajona, ya hacen con nosotros un humor negro tan sangrante, que cualquier día nos encontramos a los SEAL a la puerta, pero no para detener a Bin Laden sino para arrojarnos latas de coca-cola y bolsas de palomitas. O de fish and chips si los que vienen son los ingleses.

Y sin embargo, sin embargo…calma. Orden. Método. Vamos a pensar seriamente en estos datos. Y vamos a compararlos con otros. Recomiendo por ejemplo la lectura de un artículo casualmente escrito por mí misma y que publiqué aquí mismo, en cuartopoder.es, el día de Navidad de hace dos años. El 25 de diciembre de 2010. El artículo se titulaba simplemente “Hambre”. Y entre otras brutales cosas contaba que 44 millones de familias de Estados Unidos (no de Darfur, no de Etiopía…ni de España) dependían de la comida que sus hijos recibían gratis en el comedor escolar para alimentarse. Un 16 por ciento de familias estadounidenses mandaba hace dos años a sus hijos con hambre a la cama en los días festivos, cuando no hay escuela ni comedor. Varias entidades sociales, conscientes de ello, se afanaban en multiplicar la entrega de alimentos a los niños en los días previos a las vacaciones. Para ver si les alcanzaba para comer ellos y a lo mejor hasta algún miembro adulto de su familia.

No saco a colación esto en plan y tú más. Ni para quitarle hierro a todo lo horripilante que es lo que está ocurriendo. Trato simplemente de poner las cosas en su justa medida. ¿No será verdad que llevamos mucho tiempo, más tiempo del que creemos, viviendo la vida loca y la fantasía del progreso y de la prosperidad sobre siniestras bolsas de pobreza escondida, aquí y en el corazón del supuesto imperio?

Sin duda la crisis ha disparado la necesidad de los más frágiles, así como el número de ellos. Pero si tenemos en cuenta la virulencia del desastre económico las cifras pueden calificarse de sorprendentemente moderadas. Cruz Roja dice que tiene 300.000 personas más a la cola en dos años pero no aclara cuál era la cifra global de partida. ¿Quizás para que no le pase como a Unicef, que una vez desvelado el monstruoso cómputo de más de dos millones y cuarto de niños viviendo bajo el umbral de la pobreza en España, al final resulta que “sólo” son 80.000 más que hace dos años? Por favor no se me malinterprete: 80.000 niños pasando carestía a mí me parecen 80.000 salvajadas. Un contradios de proporciones imperdonables. No le quito hierro en absoluto. Yo lo único que digo es: ¿de verdad esto es tan nuevo? ¿De verdad es esto por la crisis…o ya venía de antes y de lejos?

Nos hemos hartado a decir (presumiendo mucho de ello) que la diferencia entre una sociedad como la nuestra y la norteamericana es que nosotros tenemos redes de protección social y familiar y ellos mayormente no. Sobre el papel, vale. Pero a la hora de la verdad parece que resulta que allá como acá es muchas veces la solidaridad privada o por lo menos no directamente reglada por el gobierno de turno (¿qué otra cosa son la Cruz Roja, Cáritas, la misma Unicef?) la que acaba sacando centenares de millones de castañas del fuego. 300.000 personas pidiendo comida a la Cruz Roja significa un volumen enorme de gente buscándose la vida fuera del sistema. Lo cual es bastante más jodido y más duro que ser antisistema.

En resumen, que si la crisis sirve para despertar conciencias, compasiones y hasta vergüenza por el derroche previo, no diré que bienvenida sea, pero sí que para algo bueno habrá valido tantísimo dolor. Sólo que por ahora no parece. Aquí no gusta el término medio. O le damos carrete a la euforia triunfal o nos hundimos en la desesperación sin matices. O la gente se ríe de los catalanes o les toma demasiado en serio y se cree que han puesto control de aduanas en el Ebro. O atamos los perros con longanizas o nos los comemos. O nos vamos al carajo o nos vamos a la mierda.

Estaría bien sacar algunas conclusiones inteligentes y no meramente incendiarias. Por ejemplo: que evidentemente nuestro modelo social viene soportando una ingente carga de población económicamente pasiva de todo tipo. Gente que si el sistema asistencial se hunde no es que lo vaya a pasar mal, es que se queda sin más a los pies de los caballos, esté de moda que eso salga en la prensa o no. Por supuesto se les puede explicar que simplemente se acabó lo que se daba, lo mismo en la Cruz Roja si con la crisis le bajan las donaciones (es posible que el dramatismo de estas campañas responda más a un bajón de ingresos que al subidón de solicitantes...) que en los comedores escolares norteamericanos. Pero eso ha sido siempre así. Ya era así cuando todos nos comprábamos una casita y los que nos gobernaban jugaban con el dinero público como si fuese de goma para apagar fuegos fatuos electorales. Esto no es la crisis. Esto es algo peor que viene de antiguo.

En fin, que menos rasgarse las vestiduras y más arremangarse para ver qué hacemos. Es mucho menos emocionante. Pero es la única solución. Absolutamente nadie se puede permitir el lujo de seguir como hasta ahora. Ni los más ricos ni los más pobres. Nadie es nadie.

A ponerse las pilas, coño.

3 Comments
  1. celine says

    Desde que a Hearst le convino provocar una guerra contra España, que aquí se conoció como el desastre de Cuba, ya se sabe que la prensa en general no da puntada sin hilo. Hay que preguntarse a quién beneficia -un clásico- este catastrofismo derrotista. Los ingleses no lanzarán fish&chips porque bastante tienen ellos con comerse los que puedan. Pero los que andan comprándose España por cuatro perras, esos sí que protagonizan la ganancia de pescadores en aguas revueltas. Qué borrica eres y cuánta razón tienes, Grau.

  2. el andaluz says

    horroriza todo lo que dices…y la realidad duele, mas bien desespera, no causa indiferencia a nadie.el problema es que los que pueden atajar en parte el problema, o no quieren o nos les interesa, o no se quieren poner de acuerdo o simplemente son unos ineptos.

  3. moranovenc says

    Exacto Anna, hay que arremangarse y ponerse a currar YA! Soluciones hay, pero si cada uno hace la guerra por su cuenta nos vamos todos al garete…

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