Lara y Llamazares pactan una lista de integración ante la X Asamblea de IU

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Cayo Lara,ayer, compareciendo ante los periodistas en el Congreso de los Diputados. / Efe

El acuerdo alcanzado hoy jueves entre Cayo Lara y Gaspar Llamazares sobre la gobernabilidad de Izquierda Unida (IU) dejará en segundo plano la pugna por los puestos de dirección en la X Asamblea Federal que comienza este viernes y se prolongará hasta el domingo. Los casi mil delegados con derecho a voto centrarán los debates en proyectar una alternativa “contundente y sólida” a la triple crisis económica, política e institucional en la que está inmersa la sociedad española.

Con 26 años de historia, Izquierda Unida aborda ahora su X Asamblea Federal con una coincidencia unánime sobre el liderazgo de Cayo Lara como coordinador federal y con la voluntad unitaria de fortalecerse en un tiempo en que la sociedad demanda respuestas políticas coherentes y progresistas a la crisis y el desmantelamiento del Estado Social y democrático de derecho. El último escollo era el encaje de Izquierda Abierta en los órganos de dirección de Izquierda Unida. Pero quedó resuelto ayer con la aceptación por parte de Llamazares y sus seguidores de la cuota del 20% que les ofreció la mayoría.

El propio Llamazares, que reconoce plenamente el liderazgo de Lara y el crecimiento electoral de IU, al tiempo que aboga por un modelo de organización plural y de acuerdos con la izquierda dispersa, había confesado que no era partidario de convertir la asamblea en un pulso de fuerza con el PCE, orgánicamente mayoritario en IU, porque eso sería frustrar las expectativas de la sociedad.

Y, en efecto, sus seguidores, representados en este caso por Monserrat Muñoz y Pedro Cortés, aceptaron la cuota de representación del 20% en la futura dirección que les ofreció la mayoría, de modo que tendrán 36 representantes de los 180 del Consejo Federal, máximo órgano entre asambleas, y ese mismo porcentaje en la Presidencia y la Ejecutiva Federal. También dispondrán de un representante en las comisiones de Garantías y de Control Financiero.

La amplia voluntad de consenso augura una lista única encabezada por Lara y ordenada de modo alfabético, lo que no significa que no pueda haber alguna minoría que se sienta poco representada y opte por presentar su propia lista. Como se sabe, los resultados se trasladan proporcional y directamente a los puestos a cubrir en el Consejo. Pero con acuerdo en los elementos fundamentales de toda organización política democrática como son el liderazgo, la organización y los objetivos, todo indica que la asamblea se centrará en las nuevas formas de participación política para fortalecer a la izquierda y ofrecer alternativas a la crisis.

En materia estatutaria aún pervive cierta cultura del centralismo democrático del PCE que se refleja en una propuesta de reducción del 50 al 30% de los miembros a elegir por las federaciones para el Consejo Político (artículo 69). Otro artículo del proyecto de estatutos que suscita recelos es el 12, que establece “el deber” de los afiliados a los distintos partidos agrupados en IU a afiliarse también a la propia IU en cada lugar. Esta obligación es interpretada por algunos dirigentes como una limitación o cortacircuito a las nuevas formas de participación política abierta a los electores, simpatizantes y colectivos.

Aparte de las decisiones que adopte la Asamblea en estos y otros temas organizativos, Cayo Lara llega a esta X Asamblea fortalecido por el crecimiento electoral constante de la formación política, la buena sintonía con los sindicatos y otras fuerzas sociales y con una respuesta aceptable de la organización al Llamamiento al debate que lanzó antes del verano. El objetivo esencial del cónclave será la respuesta a una crisis económica provocada por el capital y que está siendo utilizada por los gobernantes al servicio del propio capital para “retrotraer al país décadas atrás y cegar el futuro de las nuevas generaciones”.

También la Asamblea deberá lanzar alternativas a “la crisis del bipartidismo”, que los dirigentes de IU interpretan como la expresión profunda del agotamiento, no sólo del modelo neoliberal sino del impulso regeneracionista de la Transición política. Y finalmente tendrá que responder al reto de la “crisis institucional y de las propias organizaciones políticas, como instrumentos útiles para cambiar las condiciones de vida de la ciudadanía”. Del acierto y la coincidencia en las directrices para lo que Lara denomina “organizar la rebelión democrática frente al golpe de Estado del capital y los mercados” dependerá el futuro de la izquierda que viene.

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