¿Se acuerdan de aquellas trepidantes épocas en que todo presidente del gobierno llevaba dentro un James Bond y la prioridad era la lucha contra el terrorismo, el de pueblo y el internacional? ¿Cuando parecía que no nos podíamos permitir que Josu Ternera y Osama Bin Laden andaran sueltos?
Comentaristas tiene la Iglesia que a veces se extrañan de que la economía, el paro, etc, desplacen el terrorismo del top ten de las preocupaciones del ciudadano de a pie. Pero más debería intrigarles e inquietarles que este desplazamiento de prioridades se produzca en el ciudadano a caballo. Es decir, que manda.
Me cuentan por ejemplo que el ministerio de Defensa español hace rato que viene advirtiendo de que hay que reforzar la ciberseguridad del país, tanto la pública como la privada. Que hace rato que por ahí llegan las amenazas. Ya nadie va a la guerra, eso es de freaks. O mandas un drone, un avioncito espía y asesino sin tripulación como esos que manda Barack Obama, o hackeas el sistema informático del Pentágono, o mejor todavía, porque no, el de la red eléctrica de todo un país. Hoy en día se puede parar el mundo por Internet. La próxima Hiroshima será online.
En Estados Unidos se ha creado un complejo cibercomando de seguridad que pretende unificar las respuestas a este tipo de retos. En España se intenta algo parecido, aunque con el considerable hándicap de un presupuesto, más que restrictivo, estrangulador. No es que no les den dinero para comprar más, es que les niegan incluso el necesario para pagar lo ya comprado. Les condenan presupuestariamente a quedar a deber.
Me cuenta un pajarito que representa a empresas de Oriente Medio que venden “seguridad” a empresas de nuestro país que no se come un rosco con esta crisis. Que nadie gasta un euro en esto. Se comprende el ahorro, pero, ¿se tiene claro el riesgo? ¿Juega todo el mundo al póquer y a que no pase nada, a que los hackers no se den cuenta de la oportunidad de oro que tienen?¿Estamos al borde del fin del mundo, no porque lo digan los mayas sino porque no hay dinero? Por lo menos para retirar los escoltas a cientos de políticos y periodistas tienen la excusa de que ETA ya no mata. Pero, ¿qué pasa con todo lo demás? ¿Pende de un hilo nuestra cacareada seguridad, esa que hace cuatro días justificaba ir a la guerra sin ganas y sufrir toda clase de controles y atropellos en aduanas y aeropuertos?
Claro que en todas partes cuecen habas. Mira si no el tiro al niño en Estados Unidos. Ahora Obama hace como que se lía la manta a la cabeza y como que quiere acabar con el tema de la barra libre de armas y la glorificación de la violencia en su país. Genial. Pero otro pajarito me cuenta que hace rato que el gobierno de Estados Unidos sólo tiene una manera efectiva de controlar el uso indiscriminado por parte de su población. Y esa manera es: el Departamento de Estado se dedica a comprar toneladas de munición para sacarla de las calles. Es verdad que no haces nada con un subfusil de asalto si no tienes balas. Entonces los chicos de John Kerry, y antes que él de Hillary Clinton, y antes que ella de Condoleezza Rice, y mucho antes de Henry Kissinger, de vez en cuando vacían discretamente el cargador del mercado norteamericano para calmar los ánimos.
Es triste si lo piensas que todo un gobierno de Estados Unidos no tenga otra manera de controlar este tema. Por la falta de coraje y de imaginación que denota. Y porque evidentemente esto es paz para hoy, balasera para mañana, desde el momento en que cada bala comprada consolida la demanda y hace a la industria más fuerte. Es decir, afila las garras y los dientes de la fiera que se pretende amansar.
En fin, que mejor tomárselo como los chicos de Siniestro Total…
Lo de «tiro al niño», me ha desagradado. Lo siento, Anna. Supongo que quieres tomar una perspectiva lejana y sarcástica, como si no fuera contigo aunque vaya. Pero ni me hace gracia, ni me hace sentir más fuerte. De nuevo que lo siento mucho porque te leo como tabla de salvación.
Hace tiempo leí un libro sobre la Gran Guerra, al parecer, uno de los factores decisivos fracaso del ejército ruso en Tannemberg fue su nula capacidad de comunicarse y menos de hacerlo con seguridad, pues el telégrafo en abierto era un coladero…ahora leo un libro sobre la Segunda Guerra y, al parecer, la escasez de equipos de telefonía sin hilos y su pobre codificación en el ejército francés tuvo su peso, junto a otros factores menos honorables, en la derrota francesa. Si obtenemos el término general a esta sucesión podemos entroncar con aquello que comentas y el desastroso resultado: Más ha daño ha hecho al programa nuclear iraní un virus informático que toda la VI Flota, más barato y más sutil.
Enlazando con la segunda parte del post, recuerdo como amargamente se quejaban los norteamericanos del aumento del precio de las balas debido a la escasez que se produjo tras los primeros meses de guerra en Irak: otra forma paradójica de limitar el consumo el dia de hoy para fortalecer la industria del mañana.
Aprovecho para enviarte un cordial saludo.
lkapoyrtvlbr
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