Tras 11 años de guerra y 102 muertos, España se pide el aeropuerto de Herat

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La guerra contra los talibanes dejó ayer otro muerto español. Se trata del sargento de ingenieros David Fernández Ureña, quien fue víctima de un artefacto explosivo improvisado cuando realizaba labores de reconocimiento en la ruta Opal, entre las localidades de Qala-i-Naw y Darra-i-Bun, en Afganistán. Con él son 102 los fallecidos españoles en el país asiático durante los 11 años de conflicto bélico en la retaguardia. La retirada definitiva de las tropas está prevista a finales de 2014 y el Ejecutivo de Mariano Rajoy aspira a la concesión y el control del aeropuerto de Herat en lo que llaman el “post-Afganistán”.

Según el Ministerio de Defensa, la muerte del sargento Fernández Ureña se produjo cuando su equipo de reconocimiento examinaba un tramo de la ruta donde se había localizado una bomba-trampa de las que utilizan los talibanes contra las tropas extranjeras. Aunque las circunstancias de la muerte “se están investigando”, parece ser que la explosión se produjo cuando el militar examinaba el artefacto para desactivarlo. El fallecido formaba parte de un equipo de desactivación de explosivos, tenía 35 años, era natural de Bilbao, estaba soltero y no tenía hijos. Ingresó en el Ejército en el año 2000 y desde 2008 estaba destinado en el Regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros de Zaragoza. En 2009 ya participó en la misión en Afganistán y fue condecorado con la medalla de la OTAN-ISAF.

Como antes decía, Fernández Ureña eleva a 102 (101 militares y un traductor civil) el listado de víctimas de la guerra afgana, una pesadilla que ha dejado además 83 soldados heridos de gravedad y ha tenido un coste hasta 2012 de 3.500 millones de euros, la mayor parte en gasto militar y en torno a 400 millones en inversiones civiles. La mitad de esas inversiones han sido canalizadas a través de la Agencia española AECID para mejorar las pésimas condiciones de vida de la población de Badghis.

Con el calendario de retirada en marcha, el Gobierno español lo primero que ha hecho ha sido reducir a cero los recursos presupuestarios para la cooperación directa, lo que no ayuda precisamente a mantener el nivel de aprecio hacia la misión española. Las obras de la carretera conocida como “ruta Litium” no están terminadas, pero ya no hay dinero (ni tampoco tiempo) para acabarlas. En el primer trimestre de 2013, la AECID entregará a las autoridades afganas el parque de maquinaria, la escuela de capacitación  agraria, la de formación de profesores y el hospital de Qala-i-Naw.

El repliegue de los 1.000 militares de la provincia de Badghis “se acelerará todo lo posible”, ha dicho el ministro de Defensa, Pedro Morenés. En principio, este año se ha previsto una reducción paulatina del 50% del contingente. Y en los últimos meses de 2014 se retirará la última compañía expedicionaria. De este modo terminará la misión en la retaguardia de la guerra lanzada en 2002 por el presidente estadounidense George W. Bush contra Al Qaeda y los talibanes. Ni Bush localizó a Bin Laden ni derrotó a los talibanes, que recuperaron el terreno perdido y obligaron a Hamid Karzai y a Washinton a negociar la paz sobre un calendario de retirada.

En su última comparecencia parlamentaria, el 27 de diciembre, tras visitar a las tropas acompañando a Rajoy, el ministro de Defensa realizó “un ligerísimo ejercicio de optimismo” porque, según dijo, “la evolución de la misión en Afganistán está siendo razonablemente positiva”. Recordó que el 4 de noviembre se transfirió el mando de la seguridad a la policía y el ejército afganos en la provincia bajo control español y sacó pecho: “Puedo señalar con orgullo que la provincia de Badghis es la que ha registrado el mayor número de reinserciones de insurgentes, con un total de 1.395 personas que han abandonado ya las armas”.

Morenés dejó fuera del guión las aportaciones españolas a la “reinserción” (10 millones de euros, según el compromiso de la conferencia de Chicago) y otros detalles sobre la integración de antiguos guerrilleros en las nuevas fuerzas de seguridad del régimen de Kabul. Sin embargo, ya anticipó que la misión no terminará con la retirada de los contingentes de la ISAF, pues el Gobierno español quiere suministrar equipos, armamento y el consiguiente adiestramiento al ejército de Karzai.

Y lo más interesante: “Estamos tratando de que se nos reconozca el derecho sobre el aeropuerto de Herat; llevamos allí mucho tiempo, sabemos cómo funciona y lo consideramos un elemento clave de la contribución española”. Estamos hablando del aeródromo de la ciudad más importante del oeste de Afganistán para el tráfico comercial con Irán y Arabia Saudita. Desde allí embarcan cada año decenas de miles de fieles musulmanes para ir a la Meca. Como se ve, no todo está perdido si hay negocio.

3 Comments
  1. Juan Pedro Ortiz says

    Con la sangre de los pobres hacen negocio los sátrapas hijos de puta.

  2. No a la guerra says

    Las guerras de Afganistán e Iraq han sido una criminalidad extrema contra la población civil. ¡Juicio a los criminales de guerra Bush, Blair y Aznar!

  3. Simplicio says

    Un soldado español no vale una molestia dominical del señor Rajoy para asistir a su funeral.

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