Esto de Cleveland, si se piensa, tiene de especialmente horroroso…que no sorprende tanto. Tú ves el caso Bretón, y para encontrar un paralelo te tienes que remontar a Medea, al feroz teatro griego clásico. La monstruosidad de Ariel Castro tiene muchos más precedentes y mucho más inmediatos. Una escritora y dramaturga irlandesa, Emma Donoghue, escribió bastante recientemente una magnífica y sobrecogedora novela sobre el tema, Room (En España, “La habitación”). Yo la leí hace unos meses y se me ponían los pelos de punta al leer en la prensa detalles del cautiverio de Michelle Knight, Gina de Jesús y sobre todo Amanda Berry, la madre de Jocelyn, la pequeña de 6 años nacida en cautividad. Se me ponían los pelos de punta por el horror…y por lo familiar. Por la machacona banalidad y falta de originalidad del mal.
¿Cuántas chicas y mujeres no estarán ahora mismo encerradas en sótanos, garajes, áticos, etc, reducidas a la más pavorosa esclavitud mientras nosotros nos cruzamos cada día por la calle con sus carceleros, sin sospechar lo más mínimo? ¿Cuántas veces tiene que ocurrir esto antes de que descubramos qué hacer para que no ocurra nunca más?
Yo creo que en general somos tan torpes frente al mal porque nos da miedo mirarlo a la cara. Ahondar en su verdadera y decepcionante naturaleza. La literatura y nuestra propia vanidad nos han enseñado a hacer frente a la maldad refinada y sofisticada, al malo de las películas, que siempre se le huele a la legua. El mal de andar por casa nos desarma porque es ofensivamente –y alarmantemente- parecido a cualquiera de nosotros. A la veta de miseria latente pero absoluta de la que muy pocos se salvan.
Igual que a los violadores raramente les suele interesar tanto el sexo como el daño y la humillación, el poder abyectamente ilimitado sobre sus víctimas, los Ariel Castro, Josef Fritzl, etc, en general no son tanto depredadores sexuales –aunque a ellos mismos les guste presentarse así-como pobre gente. Hombres insignificantes, perfectos ceros a la izquierda demasiado temerosos de la vida y de la mujer real como para arriesgarse a tener una. Necesitan esclavas porque necesitan una vida en miniatura, un mundo reducido a la pequeñísima y sofocante escala que es la única que ellos pueden controlar.
Yo no creo que estén tan locos o tan enfermos como sus abogados dicen. Creo que lo único patológico en ellos es esa sorprendente temeridad de algunos estúpidos, la falta de un elemental instinto de conservación. Un monstruo inteligente sabe detenerse a tiempo antes de poner en peligro la propia seguridad. Estos tíos no. Da igual que la experiencia, la estadística y el sentido común más básico indiquen que tarde o temprano les van a pillar, que a todos les pillan, que es una logística demasiado complicada, y para toda la vida…por lo que sea, su asqueroso apetito de dominación y destrucción predomina sobre todo. En cierto modo les importa un pijo lo que les pase.
Por lo demás son gente hasta incómodamente normal, me temo. No hay tanta diferencia entre lo que hacen ellos y lo que pasa cada día en una prisión de máxima seguridad, en sitios como Abu Ghraib o Guantánamo, o simplemente en la guerra. No trato tanto de establecer comparaciones odiosas o aberrantes como de acreditar que lo monstruoso suele partir de una chorrada. Que no cualquiera, pero más gente de la que parece, puede acabar desarrollando un Ariel Castro en su interior.
Echemos si no un vistazo a la primera de las secuestradas, Michelle Knight, la de mayor edad, la que más tiempo pasó cautiva –once años- y la única que todavía no ha querido ver a su familia ni en pintura. Ni a su madre, que se fue tan guapamente a vivir a Florida (cuando hay padres de niños y jóvenes desaparecidos que no es que no se muden nunca, es que no cambian el número de teléfono en toda su vida), ni a su abuela. Ninguna de las dos fue capaz de decirle al FBI que siguiera buscando a Michelle cuando sólo habían pasado quince meses de su secuestro. Es más, hasta les animaron a creer que se había dado a la fuga voluntariamente.
Me pregunto qué se sentirá pasando encerrada año tras año y viendo por la tele que a tus compañeras de secuestro las siguen buscando debajo de las piedras mucho tiempo después. Y que por ti no saca la cara nadie. Es más, que cada vez que tu familia habla de ti con los medios de comunicación es para destacar, o que fuiste violada en el instituto, o que padeces problemas psicológicos que te hicieron acreedora del apodo de “la cortita”. Cuánto cariño.
He leído por ahí que a lo mejor Michelle Knight se va a vivir con la familia de Gina de Jesús, que son portorriqueños, evidentemente muy buena gente, y que están más que dispuestos, dicen, a recibir con los brazos abiertos, como una hija más, a aquella que durante una década fue como una hermana para su Gina. Esto es lo bueno del horror, que siempre saca a flote algo maravilloso de alguien. Ha ocurrido hasta en los campos de concentración. ¿Que si se puede escribir poesía después de Auschwitz? Es que se debe, y se debía durante. De hecho se hizo. Lo hizo cada cual que a su manera logró mantener la dignidad, y acaso hasta ensancharla.
Pero no nos olvidemos de que la mayoría hace casi siempre lo contrario.
Es sano que la mente se convulsione ante estos hechos tan pavorosos ; Pero no perdamos de vista el trasfondo del gigantesco problema que nos asola.
El mundo esta lleno de estos enfermos mentales, y no son solamente chóferes de autobús ,
son dirigentes políticos ,empresariales, bancarios, religiosos, y por su causa mueren todos los dias en nuestro planeta miles de personas y no nos damos cuenta ,porque no somos capaces de ver la relación; Y no la podemos ver ,porque a los medios de masas que son propiedad de estos especímenes, no les interesa.
Porque no hay ningún psicópata que eche piedras a su tejado.
Dice usted: «No hay tanta diferencia entre lo que hacen ellos y lo que pasa cada día en una prisión de máxima seguridad, en sitios como Abu Ghraib o Guantánamo, o simplemente en la guerra. No trato tanto de establecer comparaciones odiosas o aberrantes como de acreditar que lo monstruoso suele partir de una chorrada. Que no cualquiera, pero más gente de la que parece, puede acabar desarrollando un Ariel Castro en su interior». La comparación con las atrocidades de Guantánamo o Abu Ghraib no se sostiene. El caso de las secuestradas de Cleveland es un caso de violencia de género; no así el maltrato de los presos que usted menciona. El resaltar la monstruosidad del caso «Ariel Castro» sin mencionar este dato es peligroso: nos hace olvidar que estos crímenes se producen porque vivimos en una sociedad en la que la masculinidad es tóxica como el gas napalm. La única manera de acabar con estos crímenes es erradicando esa perversa programación a la que se nos somete desde niños. El mensaje es: las mujeres son vulnerables y, además, te pertenecen. Úsalas para lo que necesites.
El tono del artículo me parece muy improcedente.
Este tipo de artículos son lamentables.
Emocionalidad y crítica sin la menor empatía.
En todo caso, cada vez que alguien dice que un criminal «no.está loco» está diciendo que el crimen, la falta de empatía hasta el extremo del secuestro o del asesinato, es algo «cuerdo» y «sano».
Un criminal siempre está enfermo, y quien lo niega está jugando a creer en el buen y el mal, en «gente buena»y «gente mala» y todas esas patrañas moralistas.
Todo efecto tiene una causa, y mientras creamos que fue el diablo susurrando al oído, nos estamos negando a ver la causa.
Violentar a otros es siempre.el.resultado de una patología, y toda patología tiene causas. La culpa es un concepto acientifico y amoral, porque culpar es inventar. El asesino, el director de una multinacional, el secuestrador o el promotor de una guerra, actúan así porque en su patología pierden el contacto con su empatía. Lo que necesitamos es dejar de culpar y ayudar a los criminales, a los verdugos, a los banqueros, a superar sus dificultades antes de que causen.más daño.
Pero no culparles, pues Botín no tiene la culpa de nacer en.la familia que nació.
Aunque culpar venda. Culpar es no entender la energía de la sombra, que tan bien se explica.en.El Efecto Sombra.
Insisto: alguien que por ganar más dinero, deja aunque fuese a una sola familia en.la calle, NO ESTÁ SANO.
Igual que el que tiene una caries no tiene los dientes sanos.
Y al que no está sano, hay que ayudarle no «culparle». Culpar es un concepto incomprensible para una mente lúcida. Culpar viene a decir «en tu situación, YO actuaría distinto», lo cual es pura arrogancia. Como decía el sabio, antes de culpar a alguien lleva 6 meses puestos sus zapatos.
Culpar es puro ego, es un juego mental carente de sentido.
Botín no es culpable. Hace lo único que sabe hacer. Como tú y como yo. Y si no aceptas esto, tienes un problema con.la realidad.
No hay que generalizar yo pienso que las personas que hacen esto o encierran a sus victimas son personas enfermas o locas que no deberian de estar sueltas solo que deberian de estar en un internado o recibiendo ayuda psicologica porque no es normal que hallan personas que hagan esto solo un Loco o una persona enferma haria esto aunque no solo son Hombre lo que mantienen encerradas a una mujer tambien hay Mujeres que deben tener encerrados a sus maridos una vez salio en un noticiero donde una mujer tenia encerrado a su marido por varios años….
No hay que generalizar yo pienso que las personas que hacen esto o encierran a sus victimas son personas enfermas o locas que no deberian de estar sueltas solo que deberian de estar en un internado o recibiendo ayuda psicologica porque no es normal que hallan personas que hagan esto solo un Loco o una persona enferma haria esto aunque no solo son Hombre lo que mantienen encerradas a una mujer tambien hay Mujeres que deben tener encerrados a sus maridos una vez salio en un noticiero donde una mujer loca tenia encerrado a su marido por varios años….