Fracasa el 'pactillo' de Rubalcaba ante la espantada de CiU, PNV y UPyD

Atónito se quedó el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando el portavoz de CiU, Josep Antoni Durán i Lleida, un hombre de Estado al fin y al cabo, le dijo que no iba a firmar el texto de la proposición no de ley que el propio Rubalcaba había cocinado con el jefe del Gobierno, Mariano Rajoy. Los portavoces del PP y el PSOE, Alfonso Alonso y Soraya Rodríguez, respectivamente, rogaron al señor Durán que reconsiderase su decisión, pero a voluntad determinada, excusado es consejo, amigo Sancho. El desmarque del de CiU fue secundado por el portavoz del PNV, Aitor Esteban y la de UPyD, Rosa Díez. La Izquierda Plural registró su propia proposición reclamando "un plan de emergencia para el empleo" que cifró en 120.000 millones de euros y las formaciones de izquierda integradas en el Grupo Mixto no entraron en componendas.

De este modo, la propuesta de Rubalcaba de fijar una posición común del Parlamento ante la cumbre de la UE de la última semana de junio empezó su tramitación parlamentaria como un texto del bipartidismo mondo y lirondo. Si el dirigente del PSOE necesitaba el trato para ir tirando y colgarse alguna medalla, las prácticas nicomédicas (por detrás) con el jefe del Gobierno espantaron a los demás grupos y dejaron sin destino el éxito de Rubalcaba. Las minorías no se callan ni le bailan el agua al bipartito menguante.

Al Gobierno del PP, que no ha podido cumplir en 2012 el objetivo de reducción del déficit público (con el rescate bancario superó el 10% del PIB) a pesar de haber creado medio millón de parados más en su primer ejercicio y de haber empobrecido a la mayoría de la sociedad y laminado derechos sociales básicos, no le venía mal el empeño de Rubalcaba de ayudarle a aflojar el dogal de la canciller alemana Angela Merkel. Pero sin entusiasmos ni alharacas, sin pleno extraordinario ni una propaganda que pudiera rentar al desfondado oponente.

Así las cosas, entre la urgencia de Rubalcalca por sellar su primer pacto con un Rajoy en absoluto necesitado de ayuda –ya había acordado la flexibilidad del déficit con franceses e italianos-- y la decisión del Gobierno de poner sordina al acuerdo, los responsables de los grupos mayoritarios pactaron el texto mano a mano –lo que no quita para que se proclamen campeones de la transparencia-- y convocaron una reunión para entregarlo a la firma de los demás portavoces. Izquierda Plural y el Grupo Mixto no entraron en el juego. Entonces, los jefes de filas del PP y el PSOE  iniciaron los contactos bilaterales con el PNV, CiU y UPyD. Y uno tras otro se negaron a firmar la proposición no de ley precocinada con la inspiración de Rubalcaba y Rajoy. Ya enmendarán el texto cuando se debata y votarán en consecuencia. “Nosotros somos europeístas y votaremos a favor”, anticipó Durán.

Al estrepitoso fracaso en las formas hay que añadir un contenido raquítico. Si desde hace dos años podíamos acudir al Banco Europeo de Inversiones (BEI) a pedir préstamos para las Pymes, ¿por qué los gobiernos no lo han hecho? Si desde hace más de un año, la Comisión Europea anunció la disposición de una partida de 6.000 millones de euros para fomentar el empleo juvenil –con el índice de desempleo, a España le corresponderían unos 3.000 millones en cuatro años, menos de 200 euros por parado y año--, ¿por qué no se han usado? Si de antemano conocíamos el nuevo margen de déficit, ¿qué aporta el pacto? En apariencia, nada y menos. Pero si nos fijamos en el texto, enseguida descubrimos la clave: el mercado común trasatlántico, que lamina progresiva y definitivamente el modelo socialdemócrata europeo y los derechos sociales. Como ya ocurrió con agosticidad cuando Zaparero entregó el poder a la derecha, el jefe del Gobierno y el de la oposición no negocian en la oscuridad asuntos menores, sino graves. Y cuanto más graves, más los tapan.

A corto plazo y a modo de señuelo siempre se podrá decir lo de Sancho Panza, que no es mal año por mucho trigo (aunque no haya ni trigo), o, como comentaba Elena Valenciano al cronista horas antes de la eutrapélica escena de Durán diciendo nones a Rubalcaba: “Ya va siendo hora de que esos señores de la derecha y la Troika se muevan y modifiquen algo, aunque sea un poco, sus posiciones; se lo venimos pidiendo desde hace un año”. Entre el “ya veremos” de Valenciano, que acudió a saludar a los trabajadores despedidos de la fábrica que confecciona las famosas barras de chocolate Huesito, y el “pactillo” de Rubalcaba con un Rajoy, la cosecha política del jefe de la oposición no pasa de ser tamañita, y en la situación actual del país, se puede considerar una terapia de paños calientes mal colocados y otra renuncia sin consultar al partido y un nuevo fracaso del hombre sagaz y acuclillado.