Batalla soterrada en el PSOE por la reforma constitucional de los conciertos vasco y navarro

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Pere Navarro y Griñán en un mitin de la campaña electoral catalana, celebrado en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), en noviembre del año pasado. / Toni Garriga (Efe)

La polémica abierta por el primer secretario del PSC sobre la eliminación de los conciertos vasco y navarro marcará la Conferencia Territorial que celebrará el PSOE el 6 de julio en Granada. Según fuentes parlamentarias socialistas de distintas Comunidades Autónomas, lo único que está claro es que no se propondrá una modificación de la Constitución que conlleve la desaparición de esos privilegios forales que recoge la Carta Magna. Pero, en materia de financiación, son varias las federaciones, empezando por la más poderosa, la andaluza, las que son partidarias de regular el cupo dentro de un nuevo sistema de financiación más igualitario que el actual. Algo que, obviamente, no quieren los socialistas vascos y navarros, pero que sigue cuajando. De ahí que el mismísimo Alfredo Pérez Rubalcaba, contrario a la eliminación, considere que sí es discutible la posibilidad de regular más equitativamente el reparto que se traduce en la fijación periódica del cupo.

Aunque el debate se quiere acallar hasta que se encuentre una solución pactada sobre el tema, lo cierto es que cada cual sigue yendo por su lado.

Lo demostraron los socialistas andaluces presentando en Madrid el texto de la fundación Alfonso Perales que el PSOE-A ha hecho suyo, titulado Por una reforma federal del Estado Autonómico. No acudió José Antonio Griñán, pero sí lo hizo su segundo en el partido, el vicesecretario Mario Jiménez, quien no habló específicamente del polémico asunto pero defendió el perfeccionamiento del Estado Autonómico frente al “permanente ataque desde posiciones profundamente antagónicas pero con idéntico objetivo; el de los nacionalismos rupturistas que ponen en permanente cuestión la viabilidad y eficiencia del sistema y el de las posturas neocentralistas, que persiguen una reducción sistemática del modelo autonómico y la involución hacia una concepción centralista del Estado”.

Fue muy significativo el escaso deseo, por parte de Ferraz, de promocionar el acto. Es más, el mismo día que se celebró, por la tarde, en un hotel de Madrid, Alfredo Pérez Rubalcaba se reunió al mediodía, en el Congreso, con todos los diputados y senadores andaluces sin que transcendiese mediáticamente la convocatoria.

En lo referido a los conciertos vasco y navarro, aunque no se postula directamente su eliminación, la propuesta andaluza es significativa: “En resumidas cuentas, una reforma de la Constitución orientada por el objetivo de dotar a la misma de verdaderas reglas sobre el reparto de las competencias financieras y de los recursos entre el Estado y las CCAA resulta conveniente para garantizar un minimum de autonomía y suficiencia financieras a las CCAA frente a un eventualmente centralista legislador orgánico. Por otra parte, esa mayor concreción dificultaría la posibilidad de que la normativa infraconstitucional extendiera a otras CCAA un modelo de financiación tan singular como el que disfrutan los territorios forales desde el siglo XIX”.

Aunque el texto reconoce que la existencia de hechos diferenciales se encuentra en la raíz de la propia estructura federal, se afirma que el problema es analizar si esa diversidad puede dar lugar a un estatus constitucional singular de las unidades federadas. Sobre los actuales criterios constitucionales, los socialistas andaluces señalan que, “en realidad, la única verdadera decisión que adoptó el constituyente en este ámbito no ha dejado de ser asimismo problemático el reconocimiento constitucional de regímenes singulares de financiación, pues, en efecto, los regímenes financieros forales constituyen un `hecho diferencial’ exclusivamente español que no tiene absolutamente ningún parangón en Derecho comparado”.

“De hecho –añaden-, la Disposición Adicional Primera ha constitucionalizado por vez primera en nuestra historia los peculiares modelos de financiación de rasgos confederales que son el Concierto vasco y el Convenio navarro y todos los estudios que se han hecho al respecto señalan que ambos sistemas vienen proporcionando una financiación per cápita a ciudadanas y ciudadanos del País Vasco y de Navarra notablemente superior a la media nacional”. A lo que se añade que la falta de acuerdo sobre un reparto más justo de los recursos en modo alguno perjudica a dichos territorios porque ostentan el derecho a la recaudación de la práctica totalidad de los impuestos del sistema tributario y, en consecuencia, tienen asegurada su financiación.

Los hechos, siempre tozudos –dicen-, se encargan de demostrarlo. Baste un ejemplo: pese a los esfuerzos de los diversos gobiernos centrales por mejorarlas técnicamente, las reglas provisionales que se aprobaron para fijar exclusivamente el cupo vasco del año 1981 siguen siendo la metodología vigente tres décadas más tarde.

Además, la propuesta recuerda que el amplio poder normativo que ostentan los territorios históricos en materia de imposición directa no ha dejado de generar problemas en el ámbito de la Unión Europea, como lo acreditan algunas Sentencias del TJUE que han declarado contrarias al Derecho europeo diversas medidas tributarias vascas y navarras, fundamentalmente, por vulnerar las libertades de circulación y establecimiento.

La dureza se eleva de tono cuando se precisa que “con independencia de estos inconvenientes, la subsistencia de los regímenes financieros forales conlleva un efecto desestabilizador del conjunto del sistema autonómico: a la vista de sus innegables ventajas, puede generar –como ya ha sucedido en la práctica- un efecto emulación en otros territorios dotados de mayor capacidad fiscal que la media de las CCAA”.

Presentación de la propuesta federalista de la Fundación Alfonso Perales. / YouTube
1 Comment
  1. juanjo says

    La verdad es que pocas cosas resultan más anacrónicas que los privilegios y distingos forales. Surgidos como estructuras de la sociedad estamental, su misión radicaba en establecer fronteras rigurosas entre los estamentos dominantes, la alta nobleza y el alto clero, saturados de privilegios; y los estamentos dominados, el pueblo llano, el mundo del trabajo, saturado de impuestos y obligaciones .
    Afortunadamente, las revoluciones burguesas de los siglos XVIII y XIX, no sin grandes fatigas y amplios ríos de sangre, supusieron la desaparición de tal situación, otorgando la igualdad dignidad a todo ser humano.
    El paso, sin duda, no fue perfecto. Pero fue uno de los pasos más destacados y significativos del progreso humano. Por eso, resulta alucinante que aún subsistan diferencias, sean de tipo, que sean, basadas en privilegios forales.
    Por ende, parece evidente que, tanto en un Estado federal como en un Estado centralizado, e incluso en un Estado tan barroco, embrollado y absurdo como el Autonómico, hay que eliminar tales estructuras.
    Sencillamente, a la altura de nuestro tiempo, parece que uno de los principios más elementales de la democracia es que todo ciudadano de un Estado ha de tener los mismos derechos y obligaciones con indiferencia de que se encuentre en un lugar o en otro del mismo

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