Mas llegará hasta el final porque no quiere ser el «presidente traidor» a Cataluña

El factor humano también cuenta en el desarrollo del pulso soberanista que los independentistas le han echado al Gobierno español. Lo piensan propios y extraños. Dirigentes populares, socialistas, de Izquierda Plural, de UPyD y de Ciutadans, por un lado, e incluso de CiU, ERC e ICV, por el otro, coinciden en ello. Y lo hacen atendiendo a lo que afirman algunos de sus allegados que aseguran habérselo oído comentar al president: “Artur Mas no quiere ser el presidente traidor”. Ni a Cataluña, ni ante la Historia. Y por eso llegará hasta el final. Un final que todo el mundo centra ya en la convocatoria, posiblemente para el 9 de noviembre del año que viene (se cambiaría la fecha del referéndum por la de los comicios), de unas elecciones plebiscitarias que permitan al Parlament proclamar la independencia si, como todos esperan, la consulta que Mas ha propuesto es declarada ilegal por el Tribunal Constitucional y no llega a celebrarse.

Los socialistas catalanes y del conjunto del Estado le llaman el “choque de trenes” y quieren que no se llegue a ese punto. Pero tanto sus dirigentes y parlamentarios como los del PP y el resto de los partidos contrarios al proceso abierto por Mas con el anuncio de las dos preguntas que plantea (“¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado? Sí o no”. Y a continuación. “En caso afirmativo, ¿quiere que este Estado sea independiente? Sí o no”) están convencidos de que Mas está totalmente decidido a llegar a ese punto, apoyado por ERC, la CUP y un gran movimiento ciudadano que, según un alto cargo del socialismo catalán, “ya está muy ilusionado con el independentismo”.

El convencimiento de que Mas ya no puede dar marcha atrás –por más que iniciase la aventura por razones electoralistas buscando la mayoría absoluta para CIU y pueda estar arrepentido de su fracaso– es tan común que hasta se ironiza sobre el final del proceso. Algunos dirigentes políticos antisoberanistas, dando por sentado que se llegará a una proclamación de la independencia tras los comicios plebiscitarios, incluso comentan en privado, con humor, la “patética” situación posible. Tras las elecciones, una mayoría parlamentaria proclama en el Parlament la independencia con caída solemne del techo de la estelada y Mas y Oriol Junqueras se reúnen al día siguiente en el Palau de la Generalitat y comprueban que no llaman ni Obama, ni Merkel, ni Putin, ni el Papa Francisco. Después se miran y se preguntan el uno al otro: “Oye, ¿y cómo vamos a pagar mañana las nóminas de los funcionarios?”

Pero Mas ya ha puesto en marcha el tren del proceso hacia la independencia. Y Mariano Rajoy, dos días después de asegurar que la consulta no se va a celebrar porque es inconstitucional, ha remachado que "lo que sea España" es una decisión que compete "a todos los españoles" porque son "los que tienen la soberanía nacional". A lo que añadió que es algo que no le corresponde a ningún gobernante, a ningún partido y a ningún Parlamento.

Una posición avalada por el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien apuesta por reformar la Constitución y asegura que "al derecho de autodeterminación tenemos que decir no, ahora y siempre". Rubalcaba pide "claridad y diálogo” porque la situación es difícil y hay que actualizar nuestra Constitución, con nuevas reglas de convivencia. Pero sentencia que “no estamos ni estaremos a favor del derecho de autodeterminación”.

En la misma tercera vía contra las posiciones numantinas, está el líder de UDC, Josep Antoni Duran Lleida, quien matizó el viernes que "la consulta será legal o no será", pero añadió que dentro de la legalidad también está la posibilidad de convocar unas elecciones plebiscitarias si el Estado recurre al Tribunal Constitucional (TC) o rechaza cualquier vía para hacerla, como la ley de consultas en el Parlament. Su socio, CDC, según explicó su secretario de Organización, Josep Rull, incluso señaló que su partido iniciará a principios de 2014 la campaña por el "triple 'sí'", a favor de poder votar, de un Estado y de que éste sea independiente. Y la secretaria general de ERC, Marta Rovira, remató afirmando que los catalanes se pronunciarán sobre su independencia sea cual sea la posición que adopte Rajoy sobre la consulta. "El Gobierno pretende acomplejarnos, pero ¿qué hará para impedir este gesto (el de votar)? No puede hacer nada", afirmó.

Mas y sus aliados son conscientes de que en el mismo momento en que se materialice formalmente el acuerdo, el Gobierno lo recurrirá ante el Tribunal Constitucional. Y por eso, según CIU, Mas se verá forzado entonces a convocar unas elecciones anticipadas que tendrán un carácter plebiscitario, aunque el resultado conlleve su destrucción política si, como adelantan las encuestas, gana ERC.

De momento, Mas y Junqueras quieren que el Congreso vote a principios de la próxima primavera, presumiblemente en marzo, la proposición de ley para que el Gobierno delegue en la Generalitat la competencia de convocatoria de referendos. Según indicaron a Europa Press fuentes de CiU, ERC e ICV, el Parlamento catalán aprobará una proposición de ley para, acogiéndose al artículo 150.2 de la Constitución que permite al Estado delegar competencias a las comunidades autónomas, permitir que Cataluña haga uso del artículo 92 de la Carta Magna donde se recoge el procedimiento para organizar referendos.

Pero, para Mas, mandan las prisas. Si el Parlamento catalán presenta esa proposición de ley en el Congreso, como las iniciativas autonómicas se discuten por orden de presentación y el Pleno de la Cámara Baja sólo analiza una por mes, el retraso sería de meses. De ahí que tanto CiU como ERC e ICV estén decididos a presentar como grupos parlamentarios la proposición del Parlament aunque, obviamente, se rechace por una gran mayoría de la Cámara Baja. Y ese sería el momento en que, rechazada la consulta por el Tribunal Constitucional y por el Congreso, Mas convocaría las elecciones plebiscitarias para, si es posible, celebrarlas en la misma fecha para la que está convocado el referéndum, el 9 de noviembre.