Un indulto en diferido

Varios medios de comunicación se han puesto muy nerviosos esta semana ante el brete en el que ha puesto la Audiencia de Palma a Mariano Rajoy al haber denegado al dos veces presidente de Baleares y ex ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, el conmutar por una multa los nueve meses de prisión a los que ha sido condenado en firme por delito de tráfico de influencias. Le han dado un plazo de cinco días para ingresar voluntariamente en la cárcel, y Matas ha recordado que Rajoy era uno de sus más amigos cuando estaban en el segundo Gobierno de Aznar y que los amigos son para las ocasiones y le ha pedido el indulto ¡por razones de humanidad!. Tenga usted amigos para esto, que anteponen su situación personal de no querer ir a la cárcel al escándalo político que se produciría si el indulto se concediera.

Ha habido quinielas para todos los gustos sobre lo que hará el presidente al respecto, pero a la vista de lo que vienen haciendo en el PP desde hace una temporada, me inclino a pensar que Rajoy se decidirá por una nueva modalidad de perdón: el indulto en diferido.

Porque nadie duda de que Rajoy navega como nadie entre dos y tres aguas. Se apoyó en Paco Camps cuando desde el ala derecha del partido intentaban destronarlo de la presidencia, aunque luego, por el asunto de los trajes tuviera que prescindir de él. Elogió a Carlos Fabra, hombre fuerte de Castellón, hasta que ha sido condenado por delito fiscal. Y en 2004, tras haber perdido las elecciones generales, se felicitó de que las Baleares remontaran su mala racha con “un presidente serio” que encabezaba un ejecutivo que era “mucho mejor que el Gobierno de España” (Zapatero, por supuesto). “Vamos a intentar hacer en España lo que Jaume y todos vosotros hicisteis en Baleares”, afirmaba Mariano sin pudor.

Claro que lo que el amigo Jaume hizo en Baleares, especialmente a favor de su enriquecimiento personal, es espectacular. El caso sobre el que gira todo es el Palma Arena, un velódromo realizado sin concurso público alguno, presupuestado en 48 millones de euros y cuyo coste superó los 110. De ese proceso se han desgajado varias piezas separadas, en la primera de las cuales Matas ha sido encontrado culpable de haber influido en que el periodista de El Mundo Antonio Alemany, que le redactaba los discursos, cobrara importantes sumas de dinero de la administración balear. Inicialmente el ex presidente fue condenado a seis años de prisión, pero el Supremo rebajó la pena a nueve meses. El redactor, que también ha solicitado el indulto, afronta una condena de dos años y tres meses de cárcel.

Hace una semana, un jurado popular condenó por cohecho (soborno) a Matas por haber exigido la contratación ficticia de su mujer a un empresario mallorquín, que llegó a pagar 42.000 euros.

Pero el ex dirigente del PP balear tiene todavía varios procesos pendientes. El principal, el caso Nóos, en el que también está imputado el yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, y su socio Diego Torres, a la espera de la decisión del juez Castro sobre la Infanta.

También le espera el caso Over, que no es otra cosa que la ramificación de la trama de corrupción Gürtel, en Baleares. Y, por si no fuera bastante, el caso Ópera, es decir la contratación con el arquitecto Calatrava de la construcción de un palacio de la ópera en medio de la bahía de Palma.

Matas pidió a la Audiencia que le conmutase la pena de prisión por una multa, pero las magistradas lo han rechazado porque se trata de “un atentado frontal contra el artículo 1 de la Constitución”, un delito que “se cometió desde dentro las estructuras del poder y que las sociedades civilizadas tratan de combatir”. “El grave delito de Matas no queda penalmente satisfecho con el abono de una ridícula y exigua multa”, afirman en su durísimo y fundamentado auto, de 29 folios. Las magistradas alegan que el condenado “ha sido incapaz de satisfacer a la opinión pública reconociendo que cometió el delito y que está arrepentido para reparar el grave perjuicio social”.

La primera autoridad de Baleares, a quién precisamente por ello habría que “exigirle mayor imparcialidad, objetividad y probidad”, “pervirtió los valores constitucionales” al utilizar su cargo en beneficio propio y con menoscabo del interés público y colectivo”.

Ahora, con el agua al cuello, llama a la puerta de Rajoy. Pero, como decía Howell, “una norma de la amistad es que cuando la desconfianza entra por la puerta el afecto escapa por el postigo”.

Y parece que Rajoy se va a decidir por el indulto en diferido. No está obligado a resolver ahora y al presidente, como a Franco, le suele gustar meter los problemas en un cajón y esperar a ver si se resuelven solos.

De entrada, la tramitación del expediente de indulto lleva un tiempo, pues hay que pedir informe al tribunal sentenciador y al fiscal, así como al Gobierno balear, que resultó perjudicado, aunque no sean vinculantes, y también se puede dejar dormir una temporada. Basta la solicitud de indulto para que el tribunal acceda a suspender el ingreso en prisión. Pero si en este caso las magistradas de Palma no accedieran a ello, la abogada de Matas ha presentado recurso ante el Constitucional.

Y en ese caso, existe la costumbre de que si la condena es inferior a cinco años —y esta es de nueve meses—, el Constitucional suspende la ejecución de la pena, porque en caso de que fallara a favor del condenado, este ya habría cumplido la condena y su sentencia habría perdido su efecto y sería papel mojado.

Así que el brete del indulto, de momento, no es tal. Rajoy puede mirar al cielo y silbar porque Matas no va a entrar todavía en prisión, a pesar de la voluntad de las jueces de Mallorca. Ya ha sido condenado dos veces y todavía le queda una peregrinación por los tribunales de la isla.

Por ello, quizá Rajoy se vea en la papeleta de tener que indultarle en el futuro no solo por el tráfico de influencias, sino por alguna cosilla más.

Y si accede a este, otros personajes, como Carlos Fabra, María Antonia Munar, Pedro Hernández Mateo, Gerardo Díaz Ferrán, Ortega Cano o, en su caso, el propio Iñaki Urdangarin podrían tener la tentación de pedir su indulto en diferido o en tiempo real. Y claro, tanta gente pendiente por la Gürtel, los papeles de Bárcenas, y demás puede convertir la cola en una romería o una verdadera procesión al Santo Niño del Remedio.

Ya se sabe que lo difícil de echarse un farol —y este tiene más focos que la iluminación del Bernabéu— es saber cuándo hay que dejarlo.

Nota: Queridos lectores, quiero comunicarles que me despido de ustedes hasta mediados de enero. Dedicaré estos días a descansar y darle un empujón a la novela en la que estoy trabajando. Que tengan unas fiestas inmejorables y que sean muy felices.