Volvieron los Goya, con su eterno alboroto antigubernamental, que a unos saca de quicio, a otros aburre y a algunos más nos intriga: ¿sólo hay artistas de izquierda preconstitucional en este país? ¿O esos son los únicos que se expresan? ¿Se acuerdan de la del pulpo que le cayó a la cantante Russian Red cuando, a pesar de su nombre artístico y de su aire de Laura Ingalls indie, se le ocurrió decir que se sentía un poquito, sólo un poquito de derechas? Casi la crujen, el mismísimo Nacho Vegas la quería lapidar en la plaza pública. Jesús qué tropa.
Por otro lado no son uno ni dos ni tres los miembros de la farándula que se sienten cautivos y desarmados por el gobierno del PP, que se estaría vengando del zejijunto cine español dilatando y bloqueando la reforma de la ley del Cine y obligando a los creadores a serlo más que nunca en la cuerda floja. Es decir, a tener que ir a los bancos (esos antros de pérdidas, no sólo de perdición) a pedir dinero para sus proyectos a cuenta de unas ayudas que sólo Dios sabe (y puede que ni él esté muy seguro) si de verdad se cobrarán, y cuándo.
Resultado: que entre la ojeriza gubernamental al gremio, la psicopatía financiera de los bancos y de los mercados, los aprovechados de siempre, etc, etc, aquí hoy para hacer cine hay que ser una persona muy famosa o un jabato. Y preferiblemente las dos cosas. E incluso así, mejor que estés en buena relación con Paolo Vasile y con el Grupo Planeta, porque ahora mismo para rodar películas en España, te las tienen que pagar Telecinco o Antena 3. Que son además los que controlan el negocio hasta tal punto de desgravarse ellos lo que no se pueden desgravar los creadores de sus más exitosas producciones, se quedan todos los derechos, mangonean lo que les da la gana, etc. Al final tienes el séptimo arte de todo un país colgando del alero del puro de un alto ejecutivo, por no decir alto pirata, televisivo. No esperarán entonces que prospere un Truffaut.
En estas condiciones es un milagro que sigan saliendo cosas buenas, películas buenas, incluso series increíblemente buenas como El Príncipe, el impresionante último bombazo de Mediaset y Plano a plano. Hay que ver cómo presumen todos ahora de la inmensa calidad y el apabullante atractivo del proyecto. Cuán volcados están todos en la promoción de la que probablemente sea la mejor producción española para la televisión desde Curro Jiménez y Los gozos y las sombras. Pues si nos contaran en detalle la peripecia por no decir el calvario financiero que ha hecho falta para sacar El Príncipe adelante, como una serie tan evidente y rabiosamente buena ha podido estar bloqueada más de un año y medio en despachos y pasillos, sería para tirarse por un barranco. Si en teniendo tantísimo talento se puede padecer así, ¿qué pasará con las gentes normales, que simplemente aspiran a vivir con decencia de esta industria?
Lo cual me retrotrae a la siguiente anécdota. Un prestigioso director de cine español acababa de estrenar hace unos años en España la que ha sido una de sus películas más aclamadas. Él y su pareja cogieron un taxi en el centro de Madrid. El taxista le reconoció. Le preguntó si él era él. Ante la confirmación de que sí, prorrumpió en alborozo y en lo que a él debió parecerle el mejor de los cumplidos: “Pues yo todavía no he visto su película…¡pero no se preocupe, que mi hijo ya se la ha descargado y de esta noche no pasa que la veo!”. Y él tan feliz. Hasta que llegó el momento de parar el taxímetro y poner la mano. Y cuál no sería entonces la sorpresa del señor taxista al ver que la pareja del famoso director cuya película acababa de descargarse le sonreía de oreja a oreja y le decía: “ya que usted no nos paga por nuestra película, no le importará que nosotros no le paguemos por la carrera”. Al otro se le demudó el gesto, claro. “¡No es lo mismo!”, alcanzó a balbucir. ¿Cómo que no? ¿Alguien ha pensado que antes de criticar al gobierno, al PP, a las leyes, a Vasile, etc, por cargarse el cine de este país, todos los demás tendrían que dejar masivamente de descargárselo? ¿De qué demonios queremos que viva esta gente, del aire?
Tranquilos que el taxista cobró su carrera. Si después de eso ha seguido descargándose películas sin el menor sentimiento de culpa, o de estar cívicamente y culturalmente en falso, ni idea. Se admiten apuestas.
Lo que a mí me intriga es qué es eso de «izquierda preconstitucional». ¿Franco, que era comunista? ¿Herencia retroefectiva de Zapatero? ¿Los malvados republicanos que con su ofensivo y democrático gobierno forzaron al heroico y golpista Franco a instaurar una gloriosa dictadura? Podía haber usado una expresión como «de izquierdas de toda la vida» o «de izquierdas con carnet», si lo que pretendía era criticar amiguismo en el colectivo, en vez de ridiculizar a la izquierda en sí.
Aburre un poco el argumento de que realmente todos los artistas (como todos los ciudadanos de bien) son en realidad de derechas, pero oiga, es que los terroristas estos de izquierda los silencian y sólo se les oye a ellos. Basta ya de escuchar a ciudadanos (sean cineastas o no) quejarse de medidas injustas de un Gobierno y despreciarlos diciendo que son de izquierdas (¿hace falta ser de izquierdas para critirar la injusticia? Ahora me entero), luego que por ello son seguidores de Zapatero (como si el PSOE fuese de izquierdas, o incluso el único de izquierdas), luego por ello son de una especie de clan «de la ceja» que debe de ser una mafia mala malosa. Y ya está, por arte de magia (o de hombre de paja) ya hemos anulado sus argumentos.
Y lo de la anécdota del taxista, de risa. La comparación sería correcta si el cineasta hubiese ido a la casa del taxista a actuar y este no le hubiese pagado, o el taxista hubiese querido cobrar a la gente que vea un video suyo trabajando. Si el trabajo del taxista fuese como una película, de coste NULO para reproducir y distribuir, entonces hablaríamos de la justicia de cobrar por cada vez que se ejecutase ese trabajo nulo. Porque ojo, que nadie niega el que se pague por hacer una peli (por ejemplo, con kickstarter). De lo que se habla es del cobro por distribución y reproducción posterior, que tienen coste nulo (a diferencia de una carrera en taxi).
Todavía se sigue haciendo esas relaciones sin enteder la nueva realidad: cualquier documento escrito o audiovisual que entre en la red tiene inmediatamente copias infinitas. De esta manera, y ante dicha capacidad reproductiva, las copias que se baja un internauta no «pertenecen» al autor o distribuidor, puesto que el intermediario se ha perdido para ese caso. Es el autor o distribuidor quien tiene que trabajar para cobrar por las copias que sí controla o son suyas, no por el total, cuya vastedad hace imposible ni tan siquiera la consideración de que les pertenezca. Es bien sencillo, hay que asumir de una vez lo que tenemos delante de las narices, o sea, que hay copias inmediatas y por miles sin que se puedan evitar, porque esa es una de las características de Internet. Permanecer anclados en el pasado creyendo que bajar una película es no pagar al autor significa quedarse en la infancia de este medio.
Pensaba que los artículos en este periódico eran de mayor calidad.. ¿Le van a pagar por esto?
¿Y qué tal algunos números para avalar sus gratuitas afirmaciones, doña Ana? Digo yo que si va a hacer responsables de algo a los que se descargan películas, tendría que cuantificar el presunto daño y medir con una mínima justicia su repercusión real. Pero eso no lo va a decir usted porque, como la inmensa mayoría de sus colegas periodistas y opinadores, no tiene ni la más remota idea de qué cifras son esas.
El director de la película cobró por su trabajo, no le quepa la menor duda. Por eso debía pagarle la carrera al taxista. Lo que pretende el director y muy especialmente el productor, es cobrar por cada vez que su película es vista, algo que asumimos con la misma certeza que la Tierra es plana… oh wait.
Que se descarguen el PP y el PSOE menos dinero público para sus bolsillos desde las plataformas «ilegales» Gurtell y Ere andalucía y entonces dejaremos de quejarnos. La mafia de la distribución en España, dónde para ver una peli «taquillera» y comercialota con millones gastados en publicidad, las salas tienen que comprarla con un paquete de otras basuras aún peores dejando sin estrenar buenas películas españolas, que nadie ve por falta de publicidad y apoyo. La mayoría del cine USA es lamentable, para descerebrados, pero eso llena las salas y da dinero, es «rentable». El libre mercado. Cuando se deje de hacer cine en España definitivamente será cuando los patriotas de pastel del PP se llevarán las manos a la cabeza. LA mayor mierda de todos los tiempos del cine español financiada por Esperrancia AGuirres, fue lo último de Garci, lamentable.