Nuevos tiempos, viejas maneras

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El nuevo presidente del Consejo del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes. /Efe
El nuevo presidente del Consejo del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes. / Efe

Los cambios en el sucedáneo de Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) parecen tener mucho más calado de lo que inicialmente parecía. Y no solo en el fondo, sino también en las formas.

El organismo, diseñado en la Constitución de 1978 como Gobierno del tercer poder del Estado, fue concebido como un ente autónomo y garante de su independencia. Un reconocimiento de la voluntad expresa del constituyente de hacer efectiva la separación de poderes.

Sin embargo, el séptimo Consejo de la historia de España fue elegido por primera vez sin ninguna intervención de los propios jueces en una maniobra que el ministro Alberto Ruiz-Gallardón predijo que “despolitizará la justicia”.

Un lince de las predicciones el ministro. Seguramente Rappel y Aramís Fuster todavía tiemblan ante la posibilidad de que Gallardón se dedique a las artes de la bola de cristal, porque recordarán que ya anunció que el presidente del Supremo y del Consejo, Carlos Dívar, había “salido reforzado”, poco antes de tener que dimitir por el asunto aquel de los viajes gratis total en semanas caribeñas a Marbella.

Lo de la “despolitización” sería de risa si no fuera de llorar. Porque, por si no lo saben, a los nuevos vocales los eligieron directamente los partidos en el tradicional reparto de cuotas conforme a la distribución de fuerzas en el Parlamento, y como el PP tiene mayoría en las dos cámaras, se encargó esta vez de repartir los cromos. ¡Cómo de despolitizado estaría el Consejo, que los vocales lo primero que hicieron nada más ser designados fue presumir de independencia respecto de los partidos que les habían propuesto!

Ya se sabe que son los 20 vocales los que tienen que proponer y elegir al nuevo presidente sin interferencias externas. Estaban tan despolitizados y eran tan independientes de los partidos que les habían propuesto que votaron para presidente a Carlos Lesmes, precisamente el candidato designado por Rajoy y Gallardón, como yo mismo había publicado el 2 de diciembre, es decir, diez días antes de la elección.  Eso si que es bola de cristal. Leer artículo La Sucursal.

Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia. / Efe
Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia. / Efe

La reforma del Consejo ha convertido la institución en poco más que una dirección general del Ministerio de Gallardón. Ahora ha visto reducidas sus competencias a las estrictas que la Constitución le encomienda, y ha configurado vocales de primera y de segunda, en contra del espíritu del constituyente.

Cómo será el papelón que la siempre prudente asociación Francisco de Vitoria llegó a decir: “De manera paralela al afloramiento de un verdadero rosario de escándalos de corrupción en el que, de un modo u otro, se veían implicados diferentes responsables de los partidos políticos e incluso personas del entorno de la Familia Real, el Ministerio de Justicia, en lo que no puede calificarse sino de burla al electorado, presenta un proyecto de modificación del Consejo General del Poder Judicial que consagra no ya la definitiva politización de dicho órgano, sino la asunción por parte del Ministerio de Justicia de la mayor parte de sus competencias y la configuración de un Consejo General del Poder Judicial de carácter marcadamente presidencialista y que no se compadece con el diseño constitucional de un órgano colegiado. La finalidad no escondida no puede ser otra que el afán partidista de control del Consejo General del Poder Judicial, del que depende la promoción profesional y el castigo disciplinario de los jueces, como mecanismo para el control de los mismos. Los jueces que investigan la corrupción son, a su vez, gobernados por un órgano cuyos miembros son directamente nombrados por los líderes de los partidos políticos investigados”. (Leer el comunicado).

El caso es que el Consejo lo dirige ahora un sanedrín de seis miembros en el que parece que el nuevo presidente, Carlos Lesmes, quiere imponer su estilo en todos los aspectos.

En etapas anteriores, durante los plenos del organismo, el personal auxiliar con unos babys blancos similares a los que llevaban las señoras de la limpieza depositaban termos de café para que los vocales que lo desearan se sirvieran. En esta nueva etapa de Consejo low cost, con vocales de business y vocales de turista, a las mujeres del personal de servicio se les exige que recojan los abrigos de los consejeros a la entrada del pleno, que les sirvan el café, que vistan un uniforme con chaqueta azul marino y que se maquillen para tener un aspecto más presentable. Dicen oficialmente en el Consejo que lo del maquillaje no es obligatorio. Puede ser, pero no es eso lo que dicen las afectadas que aluden a la vuelta del machismo, pero que no les queda más remedio que tragar. No están los tiempos para repudiar un trabajo.

Ya ven, como en un selecto y restringido club inglés o en una casa del Opus Dei. Un anacronismo del siglo XIX para un órgano del XXI. De nuevo mejorando a peor.

14 Comments
  1. Panóptico says

    Sr. Yoldi, me pregunto porque dice al final de su estupendo post, que esto pasa en un restringido club ingles o en una «casa del Opus Dei».

    No pretenderá amargarle la llegada de su primer viaje oficial al extranjero al flamante Pte. del TS, según veo aquí:

    Real Decreto 108/2014, de 21 de febrero. «Vengo en nombrar Presidente de la Delegación que asistirá al Consistorio Cardenalicio que tendrá lugar los próximos días 22 y 23 de febrero de 2014, en el Vaticano, a don Carlos Lesmes Serrano, Presidente del Tribunal Supremo.

    http://www.boe.es/boe/dias/2014/02/22/pdfs/BOE-A-2014-1925.pdf

    Me pregunto, que relación tendrá un Presidente del Tribunal Supremo, -ojo que el Real Decreto no dice del CGPJ-con el Consistorio Cardenalicio y que le tendra que decir o aconsejar el Sr. Lesmes al Obispo de Ostia y al resto de altos representantes vaticanos.

    http://www.aciprensa.com/Cardenales/colegio.htm

    Me pregunto, si asistirá también en viaje oficial a la Meca, en el próximo Ramadan o a la Iglesia Ortodoxa, por aquello de que no se note mucho a que distinguido club se pertenece.

    Supongo que tendrá así, una visión mas cercana de la «justicia divina».

    Saludos

  2. ENTIENDO.... says

    Me parece lógico que a mayor dependencia haya mayor apoyo. Hasta aquí lógico y comprensible. Pero siempre pensé que esto se refería a nuestros «recortados» dependientes. Resulta escalofriante constatar que la dependencia política se «premia» con manos uniformadas y maquilladas que sirven café para todos, para los de «preferente» y los de «turista». Sinceramente, esperaba bastante mas de la democracia y del CGPJ. Pero esto es España.

  3. Joane says

    El final de este artículo evoca imágenes de casposo casino decimonónico propio de una novela de Galdós.
    Han vuelto los tiempos de «Los Santos Inocentes» y «lo que diga el señorito».
    O igual es que no se han ido nunca. Dice JpD que este señor de la foto ha representado al gobierno español ante el Vaticano. Cual si fuera buen subsecretario del ministerio,… Si la división de poderes en España nunca fue muy boyante, de un tiempo a esta parte está absolutamente desaparecida, al menos institucionalmente. El juez que desea permanecer independiente aplicando la ley, me temo que lo hace a costa de un gran sacrificio personal.

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