Mas pide a CIU que acose a Fernández Díaz en el Congreso

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Artur Mas, durante un acto celebrado ayer, día 24, en Barcelona. / Susanna Sáez (Efe)

Se lo ha tomado como un asunto personal. Eso dicen en el Grupo Parlamentario Catalán del Congreso, el de CIU. El president de la Generalitat, Artur Mas, quiere que sus diputados “vayan” a por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, porque le considera el instigador del acoso policial contra las finanzas de CIU y no le perdona que, a su juicio, haya utilizado la UDEF (Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal), singularmente la Brigada de Blanqueo de Capitales, incluso para perseguirlos a él y a su familia, sobre todo a su padre, Artur Mas Barnet, ya fallecido.

Su encono con el ministro le ha llevado incluso a romper las normas habituales de CIU en el Congreso y el pasado jueves, por primera vez en su historia, los diputados nacionalistas catalanes apoyaron la petición de dimisión de un ministro. Su tradición ha sido siempre no votar nunca las reprobaciones o peticiones de dimisión de miembros del Gobierno, fuesen del PSOE o del PP y estuviesen o no de acuerdo con la oposición sobre las razones de la exigencia.

Pero la semana pasada, el propio Mas pidió al grupo que rompiera esa tradición y votase a favor de la dimisión de Fernández Díaz por los sucesos de la playa ceutí de El Tarajal. Aunque en el grupo insisten en que la tradición volverá a mantenerse, aseguran que la salvedad de Fernández Díaz se mantendrá mientras siga en el Gobierno porque Mas no le perdona su acoso a CIU y, menos, que haya incluido a su familia y la de Jordi Pujol. Es una inquina que alcanzó su punto álgido en la investigación de las cuentas de su padre en Suiza, lo que le obligó a tener que afirmar unos días antes de las elecciones catalanas del 25 de noviembre de 2012: ‘No tengo ninguna cuenta en Suiza ni nunca la he tenido. A mí me pueden investigar todo lo que quieran, no encontrarán nada’. El president, entonces candidato a la reelección, se ha defendido de las acusaciones de la UDEF sobre sus cuentas en el extranjero alegando que “si este informe no aparece ni nadie se hace responsable, alguien está maquinando algo para alterar la voluntad del pueblo catalán".

Fue un caso que, al final, el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz archivó por "prescripción del delito". El magistrado estimó que el fraude fiscal del depósito en el banco de Liechtenstein LGT fue realizado antes de 2002 por lo que no podía ser castigado, haciendo así suya las tesis de la Fiscalía Anticorrupción, que presentó su informe 11 días antes de las elecciones autonómicas. Y a Mas le dolió la implicación de su padre por haber tenido cuantas en el exterior durante 24 años en las que incluso se asociaba, además de a él, a su madre.

El encargado de darle caña al ministro en el debate sobre El Tarajal, que forzó una moción de Izquierda Plural contra la Ley de Seguridad del Gobierno, fue el portavoz de CIU en temas de Interior, el diputado por Barcelona Feliu-Joan Guillaumes i Ràfols. Y lo hizo con una dureza inusual en sus filas. Dijo que la pedía porque “hay una fuerte limitación de libertades fundamentales en este proyecto de ley” y en cuanto al segundo punto, las expulsiones, porque “será que el Estado español ha redescubierto el viejo principio de la Ley de Fugas, en este caso sin sangre, lo cual no deja de ser una mejora; pero al fin y al cabo, la expulsión en caliente es una aplicación de la Ley de Fugas y no nos parece nada bien”.

Y añadió: “El señor ministro generó más interrogantes en su intervención de los que solucionó; ocho informes llenos de contradicciones, algunos media hora después de lanzarse el primero. Ahora empezamos a entender por qué el Ministerio del Interior aparece en tantos informes anónimos sobre temas de Euskadi… Claro, si los informes solo duran media hora, no deben tener tiempo para firmarlos. Escuchen, ocho informes contradictorios: que si no se usaron pelotas de goma, que sí se utilizaron, etcétera. Esto no es serio. En nuestro entorno europeo más cercano hay ministros que han dimitido por copiar un trocito de tesis doctoral. ¿Cuántas muertes tiene que haber para que aquí dimita el ministro del Interior?”. Y tras cosechar los aplausos de la oposición en general,  remató: “Señor Fernández Díaz, como lo pidió el Parlamento de Cataluña, como pide el sentido común, como pide la costumbre internacional, por favor, dimita. Señor Fernández  Díaz, dimita”.

Mas debió sentirse particularmente contento. Pero, por si acaso, ha dado orden de no relajarse. La consigna sigue siendo que en todo lo que afecte a Fernández Díaz, se reclamen la dimisión o el cese aunque el Grupo Catalán mantenga su tesis de abstenerse en reprobaciones y solicitud de dimisiones de ministros con el resto de miembros del Gabinete de Mariano Rajoy.

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