Rubalcaba se carga las primarias para controlar la sucesión

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Rubalcaba, ayer, abandona la sala de prensa del PSOE tras anunciar edu renuncia a seguir y la convocatoria de un Congreso extraordinario para el mese julio. / Javier Lizón (Efe)

La clave está en la gestora que no se va a constituir porque él no va a dejar el liderazgo. Tras comprobar que los resultados del 25-M no le permiten aguantar hasta el 2015 para celebrar un Congreso ordinario del PSOE antes de las generales de ese año, como tenía previsto, Alfredo Pérez Rubalcaba ha aprovechado su control de la Comisión Ejecutiva del PSOE para imponer una nueva hoja de ruta que le permita controlar y decidir quién le sucede como líder del partido. Y todo hace presumir, por sus propias palabras, que el tapado es Patxi López, el ex presidente de Euskadi y máximo responsable del socialismo vasco.

La hoja de ruta original pasaba por celebrar las primarias en otoño, como había acordado el Comité Federal, y adelantar el Congreso ordinario del partido, previsto para 2016, al año anterior, justo antes de las elecciones generales de noviembre del 2015. Era algo que permiten los estatutos del Partido Socialista y que evitaría la prolongación de la bicefalia entre el candidato presidencial y el secretario general. Pero los desastrosos resultados del domingo, aseguran fuentes parlamentarias del PSOE, han acelerado los planes de Rubalcaba.

Lo que el secretario general ha propuesto es que se celebre un Congreso extraordinario el 19 y el 20 de julio en el que se elija un nuevo secretario general y que, en teoría, las primarias se convoquen en otoño, como estaba previsto. Pero las primarias, aseguran los defensores de la ruta establecida con anterioridad, no tendrán sentido porque nadie podrá discutirle el liderazgo al recién elegido máximo responsable del partido. Un máximo responsable que Rubalcaba quiere nominar y al que apoyará desde su control del aparato desde su actual cargo de secretario general.

La maniobra, dicen sus críticos, es tan burda que lo evidencia el simple hecho de que no se retire y, al tiempo, no pida al Comité Federal que elija una Gestora para organizar el Congreso de julio desde la imparcialidad, como se hizo cuando, en el año 2000, Joaquín Almunia dimitió después de que José María Aznar consiguiera la mayoría absoluta en las elecciones generales. En esta ocasión, según sus detractores internos, Rubalcaba se queda controlando Ferraz porque no puede imponer ni quiere negociar con sus barones -especialmente con la super poderosa presidenta andaluza, Susana Díaz- una gestora que se llevaría por delante a la mayor parte de la dirección que le apoya, empezando por el secretario de Organización que le recomendó José Blanco, el candidato a presidir Castilla y León, Oscar López.

Desde la oposición interna se asegura que Rubalcaba ha querido evitar que unas primarias abiertas al voto de los ciudadanos -que él mismo propuso cuando fue elegido secretario general en el Congreso celebrado en Sevilla hace dos años- eviten que sea el aparato, que él controla, el que decida quién le sucederá en el liderazgo. Un hombre, por cierto, por quien él apuesta en privado asegurando que es al único al que ve maduro para ser presidente en La Moncloa: Patxi López.

Con la decisión de optar por un Congreso extraordinario, Rubalcaba estima, según sus adversarios, que eliminará a Carme Chacón, su gran adversaria, a quien no perdona, según confesión propia, que le acusara de haber dado un golpe de Estado contra José Luís Rodríguez Zapatero exigiéndole que obligase a la ex ministra de Defensa a retirar su candidatura en las primarias que les enfrentaban. Al tiempo, esas fuentes consideran que su idea de no dejar la organización del congreso en manos de una Gestora sólo obedece a la pretensión de que la presidenta andaluza Susana Díaz, la gran vencedora interna del 25-M, apoyada por Cataluña, Valencia, Madrid y otras federaciones críticas del PSOE, no consiga abortar sus planes sucesorios imponiendo a otro candidato.

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