Duelo Sánchez-Díaz: las municipales decidirán

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El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i), recibe a la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, antes de la entrevista que mantuvieron el pasado lunes en el Palacio de la Moncloa. / Zipi (Efe)

Pese a las declaraciones de unos y otros implicados, Susana Díaz no descarta en absoluto ser la candidata del PSOE a la presidencia del Gobierno de España a finales de 2015. En privado, líderes nacionales y andaluces del partido lo manifiestan sin ambages. Y coinciden en una cosa: que el elegido sea Pedro Sánchez o la presidenta andaluza sólo depende de una cosa: del resultado de las municipales.

La razón que más se esgrime es que, si la líder del PSOE andaluz gana en porcentaje de voto al PP en las municipales del 24 de mayo y, al tiempo, Sánchez quede por debajo o se estanca en los resultados del resto de España, el salto de Díaz a Madrid está cantado.

La presidenta no ha ocultado que para ser candidata a la presidencia del Gobierno central de Madrid necesita conseguir personalmente, como líder del socialismo andaluz, una victoria electoral en Andalucía. Pero, en contra de lo que muchos piensan, considera que no tiene por qué ser necesariamente en unos comicios autonómicos. Para ella, basta con darle la vuelta a los últimos resultados de las andaluzas en los que el PP venció al PSOE, pero los socialistas pudieron gobernar con el apoyo de Izquierda Unida. Es decir, basta que se confirme lo que ya anuncian las encuestas de que los socialistas vencerán y quedarán por encima del partido de Mariano Rajoy en el cómputo global de votos para los ayuntamientos andaluces.

Con esa tarjeta de visita, unida a la de mujer de Estado que ya se ha ganado entrevistándose con el Rey, el presidente del Gobierno y varios presidentes autonómicos entre los que ha incluido al catalán Artur Mas, estima que podría presentarse a las primarias socialistas de julio con la autoridad suficiente para desplazar a Sánchez si éste, lo que no descarta, recibe menos votos que el mismísimo Alfredo Pérez Rubalcaba.

Con esa hipótesis como premisa, apoyándose en el criterio de que sólo ella podría evitar el hundimiento definitivo del PSOE al que podría arrastrarle su nuevo secretario general, aprovecharía la ocasión para huir de una Andalucía cuyo gobierno se le complica por la actitud beligerante de un aliado, IU, que corre el riesgo de ser deglutido por Podemos en la Comunidad Autónoma y en el conjunto del Estado. Una beligerancia, además, especialmente dañina para ella porque supondría la ruptura de la coalición tras las municipales si no se acepta una comisión investigadora de la corrupción en general –y de los ERE y la formación en particular- y la dirección de IU, con su coordinador andaluz Antonio Maíllo a la cabeza, somete su futura colaboración con el PSOE a referéndum. Porque, de triunfar el 'NO', la presidenta tendría que adelantar las autonómicas a finales, coincidiendo con las generales, porque no podría aprobar los Presupuestos de su comunidad autónoma.

De ahí que Díaz no acabe de apoyar públicamente a Sánchez como candidato presidencial y no descarte que el tren de su candidatura vuelva a pasar por Sevilla y acabe cogiéndolo de una vez por todas, lo que no hizo el verano pasado como ella misma ha destacado en su encuentro reciente con Rajoy.

Pedro Sánchez está abocado al enfrentamiento si se dan las condiciones señaladas. Y lo sabe. Por eso, aunque en privado señala con segundas que considera que Díaz no se va a presentar porque lo ha dicho y es una mujer de palabra, insiste en que él nunca ha engañado a nadie –porque se lo dijo a todos y cada uno de los barones en el Congreso que le eligió como secretario general- y se va a presentar a las primarias para la presidencia “sí o sí”. Y por eso asegura que tiene una “doble legitimidad” para hacerlo: la elección inicial de las bases y la ratificación del Congreso Extraordinario. Lo que remata añadiendo que no sólo no ha perdido los apoyos del Congreso sino que los ha incrementado introduciendo en su dirección al 80% del equipo de Eduardo Madina y recibiendo en los últimos días una cascada de mensajes de gente que le apoya. Aunque, por si acaso, apoyándose en la gestión de César Luena, cada vez más parecida a la de José Blanco según sus detractores, por si al final choca con Díaz, defiende a capa y espada a dirigentes cuestionados a tope como el secretario general de Madrid, Tomás Gómez, en quien dice confiar y cuya candidatura para Madrid no cuestiona a cambio de su apoyo en las primarias.

Que la tensión soterrada es evidente lo ha demostrado el propio Rajoy convocando a la presidenta andaluza en un encuentro bilateral en La Moncloa. Para ahondar en la división, sin duda. Porque, pensando en los comicios municipales y autonómicos, cree que ayudar a la presidenta andaluza a presentarse como una líder sólida frente a un secretario general socialista al que ataca en el Congreso acusándole de ser peor que Rubalcaba y no tener tino político, permite mantener viva la llama de un PSOE en crisis por sus problemas de liderazgo.

Una estrategia a la que Sánchez responde, según sus allegados, asegurando que es Rajoy quien no tiene mucho tino porque a él le viene muy bien que afirme que le iba mejor con Rubalcaba.

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