Pedro Sánchez optó por el cese irregular de Tomás Gómez para evitar un escándalo en campaña

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Pedro Sánchez y Tomás Gómez, en una imagen de octubre de 2014. / Ballesteros (Efe)

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, sabe que la expulsión del hasta ayer líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, no se ajusta a los Estatutos del PSOE, pero, según han asegurado fuentes de la cúpula del partido a cuartopoder.es, la decisión de expulsar a Gómez "solamente pretende atajar males mayores". Esos "males mayores" no son sino la posibilidad de que a Tomás Gómez le estalle un escándalo de presunta corrupción, como el sobrecoste del tranvía de Parla, en plena campaña electoral.

Miembros de la dirección socialista consultados por este diario aseguran que tanto Sánchez como su lugarteniente y secretario de organización, César Luena, han conocido recientemente una filtración de un informe de la UDEF (Unidad de Delitos Económicos y Fiscales, del Cuerpo Nacional de Policía) sobre la presunta malversación y prevaricación que podría haberse producido a raíz de la construcción del tranvía de Parla, infraestructura que promovió el propio Tomás Gómez cuando fue alcalde de esta localidad.

El temor a que, "casualmente", este informe vea la luz durante la campaña electoral y a que Gómez resulte, como parecen creer, salpicado por el escándalo, junto a la convicción de que no es un buen candidato y sus expectativas de voto son mínimas, y todo ello unido a los escasos apoyos que el hasta ayer secretario general del PSM concita en el partido, llevaron a Sánchez a tomar la decisión de expulsar a Tomás Gómez y entonar el "donde dije digo, digo Diego.

Si en septiembre de 2014 Sánchez decía que no pensaba intervenir en el proceso de elección de candidatos y en las primarias del PSM y confiaba en el buen criterio de sus compañeros de partido, ayer mandó decir todo lo contrario a su número dos, César Luena, y, alegando un "deterioro grave de la imagen del PSOE en la Comunidad de Madrid", por la posible vinculación de Tomás Gómez con asuntos turbios, como el mencionado sobrecoste del tranvía de Parla e incluso la Operación Púnica, así como una supuesta"inestabilidad orgánica" detectada en el PSM, Sánchez decidió arrancar los galones a Tomás Gómez y enseñarle la puerta de la calle. El líder del PSOE tomaba esta decisión después de comprobar los escasos apoyos de que Sánchez gozaba en el PSOE y tras haber pedido al propio Gómez el pasado martes que se hiciese a un lado voluntariamente. Entonces, Tomás Gómez respondió con una negativa rotunda.

Ayer, Gómez se negaba de nuevo a aceptar la decisión de Pedro Sanchez y amenazaba con llevar a los tribunales a su partido, por haber cometido una cacicada antidemocrática. En esto último, no le llevan la contraria ni Sánchez ni su entorno al hasta ayer líder del PSM. Los dirigentes socialistas consultados por este diario admiten que "Sánchez es plenamente consciente de que, si Tomás Gómez recurre, como ha dicho, a los tribunales, estos le van a dar la razón, porque, para expulsar a un militante, el PSOE debe abrirle un expediente, escuchar a las partes y seguir el procedimiento que establecen los Estatutos del partido". Nada de esto se ha hecho y la dirección del PSOE ha incumplido claramente su propio reglamento interno. Sin embargo, desde la dirección socialista calculan que, dada la lentitud de la justicia española, "para cuando un tribunal dictamine que la expulsión de Sánchez no se ajusta a derecho, ya habrán pasado las elecciones y hasta puede que su sustituto en la candidatura se haya convertido en presidente de la Comunidad de Madrid". Se trata de ganar tiempo y de acelerar el nombramiento de otro candidato socialista para disputar el gobierno de la región. Ayer, Pedro Sánchez señaló a quien quiere que sustituya a Gómez en el polvorín del PSOE madrileño: el ex ministro Ángel Gabilondo. Para la cúpula del PSOE, Tomás Gómez ya es historia.

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