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En la Calle Argumosa, 28, en pleno Lavapiés, está La Gatoteca de Madrid.
Es un café donde se va a tomar café (o té, o zumos: alcohol no) pero no se paga por el café, té ni nada sino por el tiempo que se pasa allí rodeado de gatos. Hay muchos. Benditamente deambulando alrededor. Echados en estanterías de libros, mesas altas y bajas. Incluso en una especie de bandejas muy graciosas que emergen de unas columnas de cuerda enrollada, que parecen de la US Navy pero en realidad son fabulosos rascadores para las uñas de los felinos allí congregados. El paraíso para ellos y para todos los que los amamos.
La idea viene de Japón. Así se lo expliqué a mi hija de nueve años cuando la llevaba camino de La Gatoteca con la emoción de quien sabe que su prestigio maternal se dispone a dispararse. Que como madre te dispones a triunfar. Le expliqué a mi hija Nora que en Japón, según cuentan (porque yo todavía no he estado) hay gente que vive en casas tan sumamente pequeñas (y eso que María Antonia Trujillo jamás fue ministra allí…) que les es imposible tener mascotas. Que sencillamente no caben.
Entonces a alguien se le ocurrió abrir bares de gatos. Establecimientos públicos donde uno podía ir a compartir un rato con estos animales. A estar con ellos como no se puede estar en casa.
No es un burdel de animales. Uno no paga y va allí y ya tiene derecho a hacerles lo que les dé la gana y ya está. Todo lo contrario. Las normas de La Gatoteca son amablemente estrictas. No se puede coger a ningún gato contra su voluntad. Está permitido acariciarles pero no forzarles a aceptar la caricia si evidentemente les molesta. Hay que dejarles ir cuando les da la gana. Hay que respetarles y más teniendo en cuenta que varios de los gatos de la Gatoteca proceden de la calle y arrastran su cuota de traumas. Como Eboli, que se llama así porque le falta un ojo. No preguntamos por qué.
Decíamos que la idea de las gatotecas viene de Japón porque en ese país viven muchos amantes de los gatos sin espacio para tenerlos. No es el caso de España. Aquí quien más quien menos puede meterse todos los gatos que quiera en casa. ¿Entonces? Bueno, también tenemos cocina y de todos modos nos gusta salir a cenar fuera, ¿no? Yo tengo tres gatos estupendos en casa y en cambio el pasado domingo eché la tarde en La Gatoteca.
Fui porque la quería ver, porque me interesaban las actividades de todo tipo que allí realizan (incluidos grupos especiales de yoga con gatos), porque se la quería enseñar a mi hija y porque ese día estaba un tanto deprimida por razones que no vienen al caso. Y los refuerzos felinos, créanme, son mano (o delicada pezuña…) de santo en estos casos.
¿Saben ustedes que en algunos sitios de Rusia es costumbre, cuando uno se muda a una casa nueva, hacerla recorrer de arriba abajo por gatos para limpiarla de malos rollos, de malas vibraciones previas? Yo no quiero que ningún lector de cuartopoder empiece a verme como una iluminada. Pero afirmo que he estado viviendo años en una casa cargada de sufrimiento (no imaginario, sino bien real) y que en cuanto llegaron los tres gatos el ambiente empezó misteriosamente a relajarse y a mejorar. Desde que nos hemos mudado, a mis tres ángeles de la guarda cuadrúpedos se les ve infinitamente más descansados y hasta han engordado. Parecen soldados recién licenciados al acabar la guerra.
Una buena razón para ir a La Gatoteca es que es una factoría de paz. Los gatos trabajan a destajo para que así sea. Durmiendo a veces con la profundidad cósmica, con la penetración universal que sólo puede alcanzar el sueño de ellos. El único que desengendra monstruos.
La conozco; también fui con mi hija. Es un lugar muy de gateros, desde luego. Los gatos pueden ser adoptados, tengo entendido, aunque con todas las garantías posibles, claro está.
Desde que conocí este invento, siempre había pensado que los bares con gatos son algo pensado por y para retrasados mentales. Ahora lo confirmo.
patronio, un poco de respeto. hay gente a la cual nos gustan los gatos y este lugar nos parece maravilloso. se puede criticar, pero sin descalificar e insultar gratuitamente… y desde luego antes de nada, informarse, estoy harta de la gente que critica sin saber que critica…