…aquel cogollo de estrangulable hielo femenino…

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anna_grau
Cuello de una mujer con marcas de succión. Ilustración: C. P.

La foto que ilustra este artículo es inequívoca: un cuello de mujer con dos marcas de succión que sin llegar a traspasar el umbral del vampirismo, lo arañan a fondo. Es la clase de marca que suele brotar a oscuras y que cuando se detecta a plena luz, plantea un dilema clásico: tapar o no tapar. Disimular o enseñar.

Tuve un amigo (varón) que gustaba de presumir de marcas así. De atizar la envidia de los colegas de profesión y de sexo compareciendo en la redacción agresivamente despechugado, provocativamente ecce homo. Como diciendo: mira, a mí es que las mujeres me sorben mucho más que el seso. No se me tragan sin masticar porque no pueden.

En estos casos, los hombres sólo suelen ser partidarios de la discreción cuando ejercen profesiones de cuello exageradamente blanco o incluso de alzacuellos, o si se da la circunstancia de que su cuello tiene una titular oficial cuyas marcas no coinciden con las de la suplente. Es decir, cuando no casan usuaria y password. Pero aún así, hasta en las historias más retorcidas y atormentadamente clandestinas quedará siempre un rayito de sol, una macetita pimpante donde regar el geranio de la vanidad. Siempre habrá un congénere al que dar cálida, así sea subrepticia, envidia.

La cosa se complica cuando la marcada es una mujer. Incluso en ausencia de un titular claro, el cuello hembra tiene otras connotaciones. Para una mujer, dar envidia sexual a las amigas es mucho más temerario y peligroso que para un hombre dárselo a sus compadres. No se segrega el mismo tipo de complicidad y de indulgencia. Quizás porque nuestra cultura tiende a insistir, tozudamente, en que en el hombre, el sexo es un mérito y en la mujer una lotería que siempre toca, que toca incluso demasiado, con lo cual la virtud estaría en jugar menos números…Se tiende a pensar que esto es así cuando en la práctica es bastante más al revés. Dentro del destino hay más carácter del que parece. Y no hay belleza cierta que no sea heroica.

Tengo una amiga, puestísima en temas de sexo, que afirma que ha salido a la venta una especie de spray que si te lo echas encima puedes simular que emerges de una sesión de sadomaso, de un palizón de esas Cincuenta Sombras que ahora tanto se llevan. Que parece que te han dado lo tuyo...aunque no te dieran ni la hora ni para empezar.

En resumen, y por ir clarificando: un cuello femenino así uncido a la fantasía y a la evidencia, ¿constituye una brillante condecoración de amor, una infame letra escarlata, un aviso para navegantes, un efecto llamada a todos los que sepan montar?...Una mujer con esas marcas en el cuello, ¿se tiene que proteger o se tiene que exhibir?

Cuando me levanté cierta mañana y me miré en el espejo, me quedé un largo rato dudando si ponerme un jersey de cuello cisne o si sentarme a escribir algún día un artículo como éste.

Se aceptan inspiración y/o consejos.

2 Comments
  1. Spitfire says

    Anna, escribes poco por aquí. Menos mal que te escucho por las noches, siempre tan inteligente tú, en esRadio. Tú pones el mayor nivel con tu delicioso manejo del lenguaje y tus sesudas reflexiones. Mis simpatías, desde Murcia.

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