Nadie o casi nadie está dispuesto a ayudar a Pedro Sánchez. El Comité Federal, máximo órgano del PSOE entre congresos, fue una prueba más de la soledad del secretario general ante los comicios del 26 de junio. La mayor parte de los dirigentes regionales demostraron, con su ausencia o con su silencio, que les importa un rábano la propuesta de Sánchez para movilizar al partido e intentar ganar al PP el 26J mediante la convocatoria de elecciones primarias para elegir al candidato a la presidencia del Gobierno. El feo de los barones al secretario general y su equipo fue tan manifiesto como impresentable y escandaloso.
Algunos dirigentes y presidentes autonómicos no asistieron. Con distintas excusas, el valenciano Ximo Puig y el extremeño Guillermo Fernández Vara no acudieron a la reunión. La andaluza Susana Díaz escuchó a Sánchez y a la candidata vasca Idoia Mendía y salió a departir con los periodistas. Ni siquiera esperó a la votación de las resoluciones sobre el calendario de las primarias y la presentación de las listas. El otrora adversario de Sánchez, Eduardo Madina, tampoco asistió. El asturiano Javier Fernández no dijo esta boca es mía, ni una palabra ante el reto del 26J. El aragonés Javier Lambán se mostró silente y huidizo.
Cuando Sánchez anunció que volverá a optar a la presidencia del Gobierno y reclamó el apoyo y unidad del partido para ganar al PP de Mariano Rajoy, sinónimo de desigualdad, paro y corrupción, no suscitó el menor entusiasmo. Algunos le aplaudieron con desgana y otros por cortesía y porque les va el sueldo en ello. El entusiasmo triunfal fue tamañito, incluso para la vasca Mendía. Como en el Miles gloriosus de Plauto, la burla resultó evidente e, incluso, superlativa. Con razón la dirigente andaluza, Díaz, comentó a los periodistas que “la gente está cansada del teatrillo de los últimos meses”. Y algunos miembros de su delegación añadieron que la abstención será muy alta y perjudicará al partido.
En el Comité, al que tampoco asistió por motivos de salud José Antonio Pérez Tapias, representante de Izquierda Socialista, nadie planteó su alternativa para competir con Sánchez en las primarias programadas para el 15 de mayo. Quien más quien menos consideró la reunión un mero trámite. Pero el mensaje patente y patético de los opositores internos fue el vacío y la soledad de Sánchez y su equipo de dirección ante el reto del 26J, en el que el PSOE se juega el ser o dejar de ser la primera fuerza de izquierda.
Luego ya, desde una posición judicial, a la expectativa, la secretaria general de los socialistas andaluces, Díaz, advirtió que la repetición del resultado del 20D no servirá para gobernar y afirmó que todo lo que no sea ganar al PP y enviarle a la oposición será un fracaso. Colocó el listón muy alto, a sabiendas de que la competencia de Ciudadanos y de Podemos dificulta el crecimiento del voto socialista por la derecha y por la izquierda. Evitó, no obstante, hacer pronósticos y afirmó que a Podemos sólo le interesa IU para llegar a algunos pueblos de Andalucía en los que no tiene presencia.
Con Díaz y algunos barones al acecho, y con el partido en Madrid dividido y el PSC en cuarto menguante, se diría que Sánchez, cual Will Kane (Gary Cooper), se enfrenta solo al peligro. Pero, como en el filme de Fred Zinnemann, cuanto mayor es la tensión y más evidente la soledad, más grande se hace el mito. “Yo soy humilde, no me propongo asaltar los cielos –dijo en la reunión, en referencia a la frase de Pablo Iglesias-, sino sacar a este país del infierno de la desigualdad, el paro y la corrupción en el que lo ha sumido el PP”. Bueno, pues ni así le aplaudieron.
José Antonio Pérez Tapias no es representante de Izquierda Socialista, ni siquiera es miembro de la corriente.
¡Qué mal estilo tienen todos los que rodean a «Gary» y qué poca inteligencia!
Además de comportarse de forma bastante impresentable, no se dan cuenta de que están tirando piedras contra su propio tejado, justo cuando más unidos se presentan los que están a su izquierda (mejor dicho, en la izquierda).