Iván Prado: "Los payasos somos los verdaderos cascos azules de la humanidad"

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Iván Prado, payaso y portavoz el colectivo Pallasos en Rebeldía, en el campamento de refugiados saharauis de Dajla con motivo de la edición de Fisahara 2016. / Alberto Sáez Silvestre (Fisahara)

DAJLA (CAMPAMENTOS SAHARAUIS).– Este “payaso internacional, formador y director de clown”, como él mismo se define en su web oficial, ha recorrido medio mundo. Es el director de varios festivales como Festiclown, Magiclown o Firaclown. Tanto en solitario como rodeado por otros artistas como Pepe Viyuela, Leo Bassi o Patch Adams entre otros, formando parte del colectivo Pallasos en Rebeldía. Un proyecto artístico, “difícil de definir”, según sus propias palabras, que pretende utilizar la risa como elemento de denuncia social. Iván Prado (Lugo, 1974), atiende a cuartopoder.es en el campamento de refugiados saharauis de Dajla con motivo del Festival Internacional de Cine del Sahara (Fisahara), donde ha actuado este año por quinta vez.

— ¿Qué es y cómo surgió Pallasos en Rebeldía?

— En realidad es difícil de definir. Es una especie de combo entre un proyecto artístico de carácter internacional, una red de compañías artísticas de circo, clown, magia e, incluso, música. Al mismo tiempo es un proyecto muy personal de un equipo de gente que en Galicia quiso entender que la cultura servía para transformar la realidad y que para combatir la política de la era de cemento de Fraga creó un artefacto llamado Festiclown para, de alguna manera, crear un festival que llevase el teatro a las calles y colocase al público como actor principal, devolviendo al teatro a la democracia originaria y el activismo originario del payaso. Es una mezcla entre la voluntad de un equipo de gente que se inspira en el zapatismo, en mi caso fui en el año 95 a Chiapas para apoyar a el nacimiento de aguas calientes, y todo un tejido de compañías internacionales que están despertando a raíz de nuestra propuesta al concepto de clown político y de circo social transformador. Una de las batallas fundamentales de Pallasos en Rebeldía es recordarles a los artistas que el payaso es una figura de la que se dota el pueblo para combatir la autoridad, la seriedad y el formalismo como forma de dictadura personal. Y, al mismo tiempo, recordar también que somos parte de ese movimiento histórico, ancestral diría yo, del circo, que es la primera maquinaria artística de la utopía. Venimos de una tradición, como mínimos secular, que ha atravesado fronteras, continentes, dictaduras y guerras mundiales con un discurso técnicamente basado en la libertad. Donde la utopía es la disciplina diaria, donde lo imposible se vuelve posible y lo posible se vuelve bello. Ya está bien de hacer el payaso para conseguir espacios simplemente de ocio; ya está bien de hacer circo para conseguir espacios de creación artística y evolución técnica cuando venimos de una tradición que el pueblo ha generado. No puede ser que nosotras en el siglo XXI, con este sistema de terror global donde el capitalismo invade todas nuestras áreas de la vida, mantengamos actitudes artísticas que se separan de la convicción de que otro mundo es posible. Tuvimos varios nacimientos, nacimos en Galicia con Festiclown; en Gaza cuando fuimos bombardeados y vimos que los niños se levantaban para cantar y aplaudir porque querían ver la actuación; nacimos en Chiapas en la primera caravana de 2003, nacimos en varios momentos distintos. Es un proceso continuo.

— De todos los lugares del mundo que ha visitado, ¿qué experiencias han sido las que más le han marcado como artista?

"Cuando nos bombardearon en Palestina, los niños seguían cantando y aplaudiendo para que actuáramos"

— Voy a citar tres en un proceso inverso de reciente a lejana. La más dura a nivel emocional para mi fue el campo de refugiados de Idomeni, ese mar de barro y desidia institucional. Ese lugar donde la UE firmó su sentencia de muerte y donde pudimos ver la zona cero de la humanidad en nuestras fronteras. Fui a actuar, me descalcé para solidarizarme con esos niños que caminaban descalzos por las carreteras. Los mismos niños me regalaban sus zapatillas, nos daban de comer sus bocadillos o nos invitaban a actuar dentro de sus tiendas de campaña. Eso fue lo más dramático a nivel emocional. A nivel de conexión desde el punto de vista cósmico y ancestral del payaso, en las comunidades indígenas zapatistas donde la Comandancia lloraba de risa en nuestros bolos y donde después de volver los indígenas se sabían nuestros textos. Allí entendí también que la risa no solamente es un arma de defensa contra el sistema, no solamente es una herramienta para generar esperanza sino que además es un tipo de vínculo entre la personas que va más allá de las relaciones sociales. Traslada las relaciones sociales a otros lugar que desde el punto de vista cognitivo no se podría explicar. Desde el punto de vista político, donde yo nací como payaso y donde se gestó Pallasos en Rebeldía como herramienta de denuncia y de apoyo a movimientos sociales políticos es Palestina. Las madres después de actuar venían llorando porque sus hijos hacía 6 meses que no reían. Y cuando nos empezaron a bombardear, los niños seguían cantando y aplaudiendo para que actuáramos. No les importaba perder la vida.

— Le hemos visto desnudarse en diferentes lugares muy simbólicos como la valla de Melilla o el muro entre Israel y Palestina. ¿Qué pretende esa acción?

— El payaso es un chamán de la alegría, un guerrillero del amor, es un okupa del corazón. Somos los verdaderos cascos azules de la humanidad. Nosotros no violamos nada, nuestros muertos son de risa, no como los de la ONU. Somos un espejo donde la sociedad y el pueblo puede verse en esa posibilidad de soñar otro mundo posible y construirlo desde la aceptación del ridículo, del error o del fracaso. Somos un espejo de dignidad o de la falta de dignidad. En este caso el payaso pierde su dignidad personal en el Sáhara, Idomeni, Melilla o Palestina para decirle a todos los gobiernos del mundo y todas las sociedades democráticas que ellos no pueden tener dignidad ante lo que estamos viviendo en estos muros. Mientras exista el muro de la vergüenza, en cualquiera de sus expresiones, toda la humanidad debería sentir la vergüenza que siento yo al desnudarme. Somos ese niño subido a hombros de un adulto que ve pasar al emperador desnudo y grita: "!Si va desnudo!" Estamos llamando la atención sobre un hecho que demuestra que toda la humanidad está desnuda mientras permitamos la existencia de esos muros.

— Han tenido también problemas con las autoridades o fuerzas de seguridad en algunos lugares, ¿no?

— Mi caso fue muy sonado a nivel internacional porque fui detenido y expulsado de Israel al intentar hacer el Festiclown en Palestina. Tuvo cierta repercusión en medios internacionales por la fuerza simbólica que tiene detener a un payaso que sólo quiere llevar la alegría y esperanza a los campos de refugiados. También hemos sido amenazado de muerte en varias ocasiones, apuntados con M16 o perseguidos por tanques. Hemos vivido situaciones tensas en campos de refugiados del Líbano, con varias milicias de las que tuvimos que escapar. Hemos tenido alguna tensión en las fronteras con la Guardia Civil española en Melilla. Pero en general, teniendo en cuenta la repercusión de nuestras acciones y el alcance de población que tenemos, podemos decir que ese lugar sagrado, ese lugar con capital simbólico internacional tan grande nos está permitiendo salvarnos de una represión más grande. Hemos dormido en lugares donde estaban matando a gente por la noche como comunidades indígenas en Brasil y ninguno de nosotros ha sido herido.

— ¿Cómo reaccionan los niños y niñas en sus actuaciones? ¿Hay diferencias entre un lugar u otro? ¿Qué conexión siente con ellos?

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Prado, en el campamento de Dajla. / A. S. S. (Fisahara)

— Hay tres aspectos. Primero, Pallasos en Rebeldía no solamente realiza espectáculos, confraterniza con la gente que lucha. Entonces ya el contexto es político y rebelde. Por tanto, hay una cuestión fundamental aquí, que tenemos compañeros de lucha que sirven de puente para que podamos entender los códigos del lugar donde trabajamos. No hacemos cierto tipo de bromas en la cultura musulmana o en la cultura indígena. Hay una adaptación directa porque no trabajamos paracaidísticamente, porque lo hacemos con organizaciones. En el Sáhara, con el Frente Polisario, en Chiapas, con el ejército zapatista, etc. La cuestión es que la risa es fundamental, pero lo primero es la mirada y el abrazo. Nosotros vamos a abrazar a aquellas personas que ponen su cuerpo para hacer frente a este tsunami social, humanitario y de valores que genera la sociedad de mercado. A partir de ahí ya hay una mirada y contacto directo con los seres humanos. Luego, la risa como lugar ancestral o incluso inconsciente hace que entiendan que el payaso no es una persona normal. Es una señora o un señor que se abre en canal, entrega su ridículo y estupidez para conectar con las personas. Eso genera un permiso por parte del público tan grande que te permite hacer cosas que otros artistas no pueden hacer. Yo me he sentado en la rodillas de mujeres indígenas, guerrilleras, armadas, etc. porque en este contexto de "vamos a soñar otro mundo posible" durante lo que dura un espectáculo, el ser humano se conecta más allá de la cultura y el idioma. Hay una condición del ser humano que es única.

— ¿Hay algo en su vida artística que todavía no haya hecho y le gustaría hacer?

— Todo, estoy empezando. Pero hay una cosa fundamental que todavía no sé cómo solucionar: quiero atravesar literalmente los muros. Quiero sobrevolar a través de acrobacias aéreas o globos aerostáticos. Mi intención es pasar físicamente por encima de ellos.

— Ha comentado antes que no entendía cómo había gente dentro de las artes que no las concibiera como herramienta de denuncia. ¿Por qué cree que pasa eso? ¿Hay mucho acomodamiento?

"Han inoculado el virus del miedo en tantos estratos de la sociedad que el artisteo también padece ese mal"

— Yo a esto lo llamo sistema global del terror. Seguramente habrá mucha gente que lo habrá escrito y teorizado pero yo como no leo, no lo sé. Para mí, lo que llamamos capitalismo, sociedad de mercado o neoliberalismo es un sistema global de terror. Estamos hablando de que las relaciones humanas se establecen a partir del miedo. Nosotros venimos de una tradición que es todo lo contrario. En el universo hay dos energías fundamentales. Una que contrae y otra que expande. La primera se parece al miedo y la segunda se parece al amor. El amor universal no hace distinciones. Por tanto, lo que veo en nuestra profesión en algunos países es que nuestro gremio tiene dificultades con el amor. Porque han inoculado el virus del miedo en tantos estratos de la sociedad que finalmente el artisteo también padece ese mal. Y sí, a veces el miedo te hace cómodo. Pero en realidad es porque hay una falta de libertad muy grande. Y los payasos y la gente de circo somos la mayor expresión de libertad de la escena. No hay otro ser tan libre como el payaso. Por tanto, es incomprensible que no haya una fuerza más grande y rebelde en el mundo del payaso.

— ¿Cómo ve la situación política en España? ¿Es una comedia, una tragicomedia?

— Es un drama. No es otra cosa, no llega a comedia bufonesca. Es drama puro y duro. Por esto que comentaba antes. El miedo que generó la Guerra Civil española, sobre el que se cimentó la Transición y con el que la lucha clandestina pasó a las nuevas generaciones con formas como el control político o el partidismo. En el Estado español todavía hay demasiado miedo a la hora de afrontar la construcción de una democracia participativa. Tiene que ver con que no hay suficiente ciudadanía consciente. En la medida en que no hay valentía, creatividad o amor en nuestros movimientos sociales para extender este concepto de ciudadanía consciente, los instrumentos de los movimientos sociales y sobre todo del aparataje del sistema de poder genera que no seamos capaces de soñar. En mi caso, que he militado en muchos espacios sociales, la conclusión final es que necesitamos arte, una espiritualidad amorosa, creativa y expansiva. Necesitamos un tipo de organización social que vaya más allá de las típicas luchas de reacción. O empezamos a crear, a colocar nuestras figuras en el tablero y a diseñar nuestro tablero o seguiremos viviendo reaccionando a los ciclos de un sistema global del terror que además tiene la capacidad de planificar a 50 años porque tiene todos los recursos mediáticos, económicos, militares e institucionales para coartar una izquierda transformadora. Echo de menos una izquierda transformadora, soñadora,vibrante y amorosa. Echo de menos el amor en la izquierda española.

— ¿No representa ningún partido eso en estos momentos?

"Hace falta que el Sahara, igual que Palestina, se coloque en la agenda política como una prioridad"

—Yo, como gallego, el modelo con el que me siento identificado es el de las mareas. En Pallasos hay gente de muchos lugares y no tenemos una posición partidista. Pero sí formamos parte del concepto de participación ciudadana y de todos los procesos que tienen que ver con construir desde abajo y a la izquierda. Somos zapatistas, firmantes de la Declaración del EZLN. Por tanto, todo movimiento que nace desde la base y parte de que no existen las figuras políticas tradicionales sino que todo es construcción ciudadana nos representa. Yo personalmente tengo una posición respecto de la cuestión electoral que tiene que ver con las mareas u otros procesos como en Cataluña. No sé si puedo dar nombres, porque no hemos hecho un debate sobre siglas en el colectivo.

— Estamos en Fisahara. Es la quinta vez que vienen. ¿Qué supone este festival para el pueblo saharaui?

— Es un pueblo que vive en el desierto y el Fisahara es un oasis. El festival tiene un contexto muy terrible de crisis económica en el estado español pero todavía sigue siendo el mejor festival de cine del mundo porque coloca el tema de la libertad por encima de otras cuestiones. Pero lamentablemente no sólo con cine o con payasos transformaremos esta realidad. Hace falta que de alguna manera en la agenda política ciudadana el Sahara, igual que Palestina, se coloque como una prioridad. Porque hay una necesidad fundamental para toda la humanidad de que esta gente regrese con libertad a su tierra. No es sólo un tema de cientos de miles de personas saharauis, sino de toda la humanidad.

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  1. […] Iván Prado es el director de Festiclown e integrante del colectivo artístico Pallasos en Rebeldía. Este “payaso internacional, formador y director de clown” ha recorrido medio mundo actuando. Se ha desnudado para protestar delante de los muros de Marruecos, Israel, la valla de Melilla…Ha hecho reír en campos de refugiados del Sahara e Idomeni o en favelas brasileñas y comunidades indígenas zapatistas. Prado recuerda los orígenes de este festival en la ciudad de Pontevedra en el año 2000. “Cuando empezamos lo convertimos enseguida en un artefacto, una catapulta, una forma de usar la cultura con el objetivo de transformar la realidad”, señala a cuartopoder.es. […]

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