Que renuncie Rita, no vaya a ser que gane

De no haberse inventado la nueva política tendríamos que seguir soportando esas luchas cainitas por el poder que se dan en los viejos partidos y no disfrutaríamos del civilizado y argumentado contraste de proyectos que, desde la fraternidad más exquisita, está teniendo lugar en unas primarias como las de Podemos en Madrid. No se había visto debate más enriquecedor y lleno de matices desde que Balbín presentaba La Clave y, gracias a él, se han puesto sobre la mesa las grandes diferencias de fondo entre las dos candidaturas favoritas, que esencialmente se resumen en una: la lista de Ramón Espinar se llama Juntas Podemos y tiene las bendiciones de Pablo Iglesias y la de Rita Maestre y Tania Sánchez se llama Adelante Podemos y tras ella está Iñigo Errejón.

A diferencia de otros procesos similares en los que el aparato del partido actúa groseramente a favor de uno de los contendientes, aquí se ha velado por la neutralidad desde un principio y si Pablo Iglesias recibió la lista de la portavoz municipal de Madrid con la premonición de que surgirían “otras candidaturas mejores” fue precisamente para alentar a la participación, un testigo que Espinar no dudó en recoger. Fueron las primeras notas de un canto a la proporcionalidad, que se pondrá de manifiesto cuando la lista ganadora se haga con el 80% de los puestos aunque se imponga por un solo voto.

Todo este noble ejercicio democrático se está llevando a cabo en medio de fuertes presiones ya que, como es sabido, existe una conspiración del señor IBEX y sus brazos ejecutores en los medios de comunicación que, según se ha evidenciado, prefieren a Rita Maestre antes que a Ramón Espinar, no por feminismo sino para fastidiar al pobre Pablo Iglesias, que democráticamente tenía decidido, con la visión que confiere el liderazgo, quién debía mandar en el embrión madrileño de Podemos mucho antes de que pudiera votarse.

La revelación de que Espinar dio un minipelotazo con la compra-venta de un piso protegido es, en consecuencia, un ataque a Iglesias ante el que Podemos ha reaccionado con inquebrantable unidad y con un encomiable afán didáctico. Prueba de esto último han sido las declaraciones de Juan Carlos Monedero al diario de los conspiradores en las que ha explicado que si gana Rita Maestre se perdería “la capacidad de que Madrid apoye la política que Pablo piensa que es la conveniente para Podemos”.

Como alertaba en un tuit Rodrigo Amírola, coordinador de la Secretaría Política y estrecho colaborador de Errejón, que Monedero haya ido a explicar esto al epicentro de la conjura puede esconder una “jugada retorcida” de Cebrián a la que habrá que estar atentos. Y como la máquina del fango estaba ya en marcha parece que ambos, Amírola y Monedero, se han puesto de barro hasta las cejas: “Te pediría Monedero que no faltases a la verdad. Nunca apoyé un gobierno de PSOE-Cs”. Pues eso.

Ha quedado claro que lo del piso de Espinar ha sido un intento descarado de interferir en el ejemplar proceso de primarias de Podemos y de ahí que Iglesias tuviera que contestar a Cayo Lara, quien quizás porque ya no está en primera línea y sólo lee los titulares, mantenía ingenuamente que a eso de comprar y vender en unos meses una vivienda y llevarse 30.000 euros de plusvalía se le llamaba especulación en sus tiempos. Fue una respuesta educadísima, con referencias a la supuesta miseria moral del exlíder de IU, por quien siente, obviamente, una viva admiración.

Algunos ya han alertado de que esto es sólo el principio. En este mismo diario Manuel Monereo ha profetizado que los “poderes” incentivarán el surgimiento y desarrollo de “sectores críticos” contra el “autoritarismo” de Iglesias y del propio Alberto Garzón, por eso de que ahora están a partir un piñón, de forma que se visualicen los dos sectores: el bueno y dialogante y el duro y autoritario.

Así las cosas, no se entiende el empecinamiento de Rita Maestre en seguir adelante con su candidatura, no vaya a ser que una inesperada victoria suya la estigmatice como la punta de lanza de esos “poderes” y abra una vía de agua en Podemos que ni Monedero podría cerrar con la llave inglesa. Lo más democrático sería renunciar ahora porque habrá quien crea que es la mejor para dirigir la organización en Madrid y la vote sin valorar que su triunfo erosionaría a Iglesias más que el viento a la esfinge de Gizeh. A veces hay que sacrificarse por la unidad y no hacer caso a Errejón, que está empeñado en que no hay un Podemos de Cebrián ni otro de Marhuenda. Bendita inocencia.