CATALUÑA / Crónica teatral del acto de presentación de la Ley del Referéndum
Entre la comedia y la tragedia: referéndum o no referéndum, esa es la cuestión
BARCELONA.- Tarde de estreno, de etiqueta. Los corrillos en las puertas del Teatre Nacional de Catalunya exhibían ilusión, ganas de ver la función, de conocer qué vomitaría el escenario. El público, variopinto, hacía cola bastante tiempo antes para pillar asiento, entrada libre hasta completar aforo, sin numerar. Unas 900 personas abarrotarían el patio de butacas, un par de centenares, quizás algo más, quedaban fuera. Aire solemne. Como en un estreno de una superproducción, que el nerviosismo no se note, el guion debía estar perfectamente acabado. Parte del público había sido seleccionado y sus nombres cuidadosamente apuntados en la lista de invitados. Otros no. Cruzaban los dedos para poder entrar.
Los últimos ensayos antes del estreno siempre son caóticos, un desastre. Se lesiona un actor, no aparece un elemento esencial del atrezzo, faltan retales para apuntalar el vestuario del protagonista. Y así había pasado el día previo, algo caótico. El director de escena, Carles Puigdemont, fulminó al conseller de Empresa i Ocupació, Jordi Beiget, después de que éste mostrara serias dudas en una entrevista sobre el futuro del referéndum. “Parecerá un 9N”, se aventuró a predecir. Beiget, un secundario de esos que pasan por el escenario, pero que no participan de una manera imprescindible en la trama principal. Uno de esos que pueden desentonar y estropear la función más fácilmente que hacerla brillante. Fuera del elenco, se sustituye por otro actor, y punto.
Un golpe de mando, el del director, que a pocas horas del estreno denota el obvio nerviosismo. Sus adversarios, desde Madrid, le acusan de debilidad, de estar vendido a la CUP, los radicales, esos grupos de teatro independiente que buscan romper con lo establecido, generar nuevos paradigmas, salirse del lenguaje burgués que manda en los escenarios. Desde Madrid creen que será una obra de teatro que no será tolerada por el gran público, por lo rompedor de la trama, por ser demasiado Brecht o Artaud y poco Arniches.
La intranquilidad se mascaba en el ambiente, los papeles ya habían contado parte de la obra por la mañana, pero no lo suficiente, todavía quedaban sorpresas por descubrir, reacciones imprevisibles del público, risas o llantos. No quedaba claro, todavía, si el espectáculo era tragedia o comedia. La Ley del Referéndum había sido presentada en el Parlament por los grupos de JxSi y la CUP por la mañana y, efectivamente, poco de nuevo había que no saliera ya en la sinopsis de la web de la venta de entradas. Algunos matices: si gana el ‘sí’ la independencia se declarará en tan solo 48 horas, si gana el 'no', se convocarán elecciones autonómicas. Otra novedad, la Ley del Referéndum de Autodeterminación de Cataluña, basada en los principios elementales del derecho a la autodeterminación, recogidos en numerosos tratados internacionales secundados también por el Estado español, será una ley excepcional y habrá que cumplirla.
Comienza la función.
Algo raro sucede. El público se pone en pie y recibe con un largo aplauso al elenco, gritos de “In-Inde-Independencia”. Ni siquiera ha comenzado la función y, parece, que el éxito está asegurado. Primero entran los diputados de JxSi, después el president, el director, Puigdemont, y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. En el patio de butacas, diputados de la CUP y dirigentes de entidades soberanistas (ANC, Ómnium y AMI). También Artur Mas. Hay actores en el patio de butacas, esto promete, se rompe la cuarta pared. Toma la palabra un actor de reconocido prestigio, Lluis Llach. “Nosotros estamos aquí, porque vosotros ya estabais antes”, pregona, agradeciendo al público, a la sociedad catalana, los años de movilización masiva para poder decidir su futuro colectivo. Tras este agradecimiento, otro más, a los actores que están en el patio de butacas, diputados de la CUP, porque “desde la diferencia se ha conseguido trabajar conjuntamente estos 18 meses”. Con un “Viva la democracia, viva Cataluña”, se retira el presentador Llach. Y suben al escenario Jordi Turull (PdeCat) y Marta Rovira (ERC). Presidente y portavoz del grupo parlamentario de JxSi.
Primer Acto.
Turull y Rovira desglosan, de manera pedagógica, en qué consiste la Ley del Referéndum de Autodeterminación de Cataluña. Cada frase, cada renglón del libreto, lo finalizan con un “como siempre”, lo que da ritmo al parlamento. Votaremos, como siempre. El resultado será vinculante, como siempre. La circunscripción electoral será única y se dividirá en cuatro demarcaciones. Habrá una administración electoral, como siempre. Habrá mesas electorales, como siempre. También un sorteo público sobre el censo para constituir esas mesas, como siempre. Podrán votar los catalanes residentes en el extranjero, como siempre, los cuales tendrán que estar registrados en el CERA, como siempre, pero también en un registro del Parlament para que el Govern les informe de la forma en la que se podrá votar. Habrá papeletas, como siempre, pero estarán en tres lenguas, el catalán, castellano y occitano.
También, como siempre, habrá campaña en la que participarán los partidos políticos, pero también organizaciones interesadas en participar. Habrá una regulación de la participación en la campaña y de la presencia de las dos opciones en medios de comunicación, como siempre, para garantizar el pluralismo político y, en la medida de lo posible, la neutralidad informativa. Habrá colegios electorales, como siempre, y en aquellos municipios en los que los ayuntamientos no participen en la organización del referéndum será la Generalitat la encargada de habilitar el lugar más próximo posible, para que se vote como siempre. Y todos los trabajadores que participen en la organización del referéndum estarán amparados por esta ley. Como siempre, también podrán votar los mayores de 18 años que no hayan sido inhabilitados para ello. Y, como siempre, no se necesitará autorización previa de la ciudadanía para ser incluida en el censo.
Sin embargo, Rovira anuncia que habrá dos novedades en esta consulta. Por un lado, habrá una Sindicatura Electoral propia que sustituirá a la Junta Electoral de siempre. Esta Sindicatura será el órgano de validación de todo el proceso, independiente, autónomo, imparcial. La composición será elegida por el Parlament, y la conformarán juristas y politólogos de prestigio. Este órgano tendrá delegaciones en las cuatro demarcaciones en las que se recogerán las incidencias y quejas que comunique la ciudadanía. También habrá una misión electoral internacional, expertos en procesos electorales y personalidades políticas que harán de observadores durante todo el proceso.
La segunda gran novedad de este proceso, con respecto a las votaciones de siempre, es la situación política. El Estado español está en contra del referéndum y el Gobierno de Mariano Rajoy ha repetido hasta la saciedad que no se va a celebrar. Para superar esta adversidad, se plantean hacerlo desde el marco legal, defendiéndolo con todas las herramientas, para que el referéndum se haga como siempre. Las dificultades que surjan consecuencia de esto serán suplidas con más garantías democráticas, prometen los independentistas.
Garantías que se podrán conocer en la página web estrenada en la que se resuelven todas las dudas relacionadas con el referéndum: garanties.cat. Y los actores, los diputados, comenzarán una gira por todos los municipios de Cataluña para animar al voto. La campaña de verano, esa que acerca el teatro a pueblos pequeños al calor de la semana grande, la semana cultural o las fiestas patronales de agosto. Promete Turull, en el final del primer acto: “Para ejercer el derecho a la autodeterminación, hay que ejercer el deber a la determinación, y lo ejerceremos”. Aplauso generalizado.
Segundo Acto.
Toma la palabra Oriol Junqueras, el vicepresidente, al cual le podríamos otorgar el papel protagonista, es el responsable en el Govern del referéndum. Y como buen protagonista, mira de frente al antagonista, y le reta: “Contamos con la oposición abierta y descarnada del Estado, que no tiene miramientos para utilizar todas las herramientas legales, pero también las vinculadas a la guerra sucia. La respuesta a su déficit democrático es ofrecer más garantías democráticas”.
Como buen protagonista, tiene un deseo, un motor que le mueve a luchar por sus objetivos, a tirar de la historia hacia adelante: “Que sea un ejemplo para el mundo de democracia directa y de la voluntad de las instituciones de cumplir con el mandato de los ciudadanos”. Un deseo que está “fundamentado en la legitimidad del hecho de que un 80 por ciento de los ciudadanos quieren decidir sobre su futuro, una legitimidad que se deriva de la mayoría”.
Y como buen protagonista, Junqueras reta al Estado, antagonista, de nuevo: “El futuro de la gente de Cataluña estará mejor en manos de Cataluña que de los que no quieren que votemos, porque nos dicen que no les importa lo que los ciudadanos de Cataluña quieren, piensan y deciden”. Frente a la actitud del antagonista, el protagonista se muestra a favor del público: “Queremos a la gente, la que más necesidad tiene, material y en todos los sentidos de su vida, y necesitamos estas herramientas para ayudarles”.
Tercer Acto.
Y de este modo llega el tercer acto, la apoteosis. Y de una manera rompedora, el propio director de escena, el president Puigdemont, sube al escenario, toma posesión. Una puesta en escena austera, pero cuidada. Una escenografía basada en la presencia de todo un séquito de personajes de distinto rango, los diputados de JxSi que acompañan al protagonista, al director de escena y a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Una escenografía que se completaba con la presencia de unas urnas presidiendo el escenario. Puigdemont recita: “Tenemos muchas ganas de votar, hasta tal punto que la gente aplaude los puntos de la ley, nunca he visto aplaudir una redacción legislativa”.
El director apela a dos aspectos claves para la resolución de la trama: la participación y el resultado. Unos aspectos que “dependen de la gente, no hay ningún poder en el Estado español que los pueda frenar”. “La victoria la hará la gente”, promete, sin mucha novedad en este aspecto tampoco, pues es algo que ya se sabía, que ya estaba escrito en la sinopsis de la web de la venta de entradas.
“Sabemos que hay consecuencias, pero rendirnos y resignarnos, desertar de la democracia tendrá un precio mucho mayor para las futuras generaciones”, aseguraba desde el escenario. “No habrá choque de trenes, habrá un tren en vía muerta, la del sistema actual, el statu quo, gane el 'sí' o el 'no', ya nada será lo mismo. No nos da vergüenza decir que somos la garantía de los que quieren votar que 'no'”, prosigue. El espectáculo termina por todo lo alto, “votaremos”, promete Puigdemont, antes de que todo el auditorio, puesto en pie, entone “Els Segadors”.
Público y crítica.
Y así finalizaba el acto, el estreno, el disparo de salida de una campaña en favor del referéndum en la que el Govern promete imparcialidad en favor de que haya una campaña plural en la que se vean defendidas las dos posturas. Las críticas no tardarían en llegar desde Madrid. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría aseguraba: “Al Estado le bastan 24 horas para recurrir y paralizar la Ley del Referéndum”. El ministro de Justicia Rafael Catalá no dudaba en tildar de “autoritario” el espectáculo. La ministra de Defensa María Dolores de Cospedal iba un paso más allá y devolvía el reto, subía la apuesta, como si asumiera el rol de villana, y recordaba que las Fuerzas Armadas están para garantizar la soberanía e integridad de España. Nada nuevo, tampoco, en los madriles.
El público salía feliz, conmocionado, del Teatre Nacional de Catalunya. Quizás algunos más críticos, más perspicaces, tenían la sensación de que había sido emocionante la puesta en escena, que había habido catarsis aristotélica, pero que determinados puntos del guión no habían desvelado gran cosa. Quedan dudas que todavía no se han resuelto, quedan dudas sobre si el referéndum que propone el Govern será efectivo o no lo será. ¿Apelará a la mayoría de la sociedad catalana o sólo a los independentistas? ¿Votarán y se sentirán llamados a participar los que votarían ‘no’? ¿Qué apoyos internacionales tiene la consulta, hay alguien ahí fuera? ¿Cómo va a conseguir el censo la Generalitat, legalmente, para desarrollar las votaciones de una manera clara? ¿Habrá urnas? En este punto, Puigdemont, desde el escenario, se refirió a las que le acompañaban sobre las tablas: “Aquí hay algunas de las urnas”. ¿Son esas urnas transparentes las que poblarán la geografía catalana el 1 de octubre? ¿Cómo va a resistir el Govern los envites del Estado? Dudas que no permiten que el guion de ayer estuviera cerrado, faltaban flecos por pulir.
Pero, a veces, el teatro, como todas las artes, más que a la razón apela a las emociones, a la estética o a despertar reacciones sensoriales. La función de ayer apelaba a la voluntad de cambio democrático, a la fuerza de la gente, del pueblo, a la identidad colectiva. “El referéndum lo hará la gente” frente al inmovilismo del Estado. Y ahí es donde se disputa la partida. Porque, si bien es cierto, que quedan flecos que el Govern no ha despejado y que huelen a chamusquina sobre la preparación del referéndum, también lo es que la reacción del Estado es menos original que un vodevil. Si los tribunales paralizan el referéndum, ¿qué pasa con toda esa gente que quiere votar? ¿Esa es la solución que proponen? En el hall del Teatre Nacional de Cataluña se encuentran los carteles de las obras de la temporada, entre ellas se encuentra la comedia “Mucho ruido y pocas nueces” y la tragedia sobre los abusos de poder “Ricardo III”, ambas de William Shakespeare.
Da pereza manosear el asunto más. Por las pocas miras democráticas puestas en uso del bien común. Si todo se puede arreglar con una consulta; aquí falla el sentido internacional básico. Hay ejemplos no muy lejanos en Europa, pues apliquemos lo normal en este caso. Antes, nos debemos preguntar todos: ¿ En que Referéndum decidió Catalunya formar parte de España?. No comparto la tragicomedia de Sato Díaz; el intentar rebajar la importancia del acto. Es muy importante, para ambas partes.. La Comunidad o Pueblo Catalan no quieren nada más que votar.. Si amenazas con la intervención del ejercito.. ¡ No hemos aprendido nada !. Este Gobierno no tiene legitimidad democrática, para recetar soluciones. Salud Trabajo y República.
Yo si comparto la tragicomedia de Sato Díaz, no
es solo el estado que tiene la fuerza legal de impedirlo es que en el exterior no se reconoce no vale ocultarlo y a la
UE menos le interesa no puede aceptar el
ejemplo , pero un referéndum sin garantías nadie lo acepta ..por eso no las dan
, es una trampa para los independentistas.. Y aquí lo mismo por eso
no admiten un referéndum luego vendría el
País Vasco u otros , ningún estado permite eso , tampoco seria
necesario recordar que en Irlanda suspendieron la autonomía y no paso nada
, además ahora Escocia aunque no sea lo
mismo podría significar un ejemplo
además ante el Brexit ..pero han renunciado de momento ante la pérdida de votos
y de escaños. lo que saldrá de todo esto son otras elecciones autonómicas plebiscitarias y mantener la hegemonía independentista en el gobierno de la
Generalitat. La última encuesta aún se lo
da, pero luego de todo esto que será un fracaso ya se verá. El pp además su actuación
les da muchos votos a nivel de estado.
Le retro alimenta.
¿ En que referéndum decidió Catalunya formar parte del Estado Español ?. Lo de Santiago y cierra España, ya pasó está superado.. A ver si superamos también lo de anónimos seudónimos, amparándose en el anonimato buscamos atrás cosas.. ¿ En que referéndum decidió Catalunya formar parte del Estado Español ?.. Salud trabajo y República!.
Y lo decidio cuando voto la Constitución y luego el Estatuto. ¿ o no lo recuerdas?.. y cada vez que se presentan a elecciones generales , aqui en eso los únicos coherentes son los de CUP
Pero además tampoco se puede ocultar la política del PdCAT , vota al PP
a la mesa del Congreso, se abstiene para que salga , el drecreto de los
estibadores, , se abstiene en la moción de censura y vota al PP de
nuevo apoyando el CETA , podrías explicar a donde va ? ..encima si lo dices lo niegan ..
El tema es muy pero que muy importante, es de
imaginar que los que reclaman un referéndum habrían de haber hecho
referéndums en sus poblaciones preguntando a sus vecinos si quieren o no
quieren participar como ayuntamiento en una organización secesionista.
¿Cuántos se han convocado? Es decir, exijo lo que yo no hago y puedo
hacer.
La cuestión, insisto: ¿cómo se entiende que AMI exija un
referéndum secesionista sin que los ayuntamientos que la forman, en
general, hayan realizado referéndums que están a su alcance y fáciles de
organizar? Hubiéramos visto porcentajes de participación, votos a
favor, votos en contra.
¿Tiene algún nombre esta evidente
aporía? Si, lo tiene: la paradoja de la cara dura, del no oír, de
autodenominarse demócratas, contentos de conocerse a sí mismo, y no
abonar, en cambio, prácticas democráticas.
Hasta ahí hemos llegado , ¡ quina cara! ¡ adéu!