DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA / Puigdemont pasa la pelota a Rajoy bajo los focos de la opinión internacional
Catalunya: brindis interruptus
BARCELONA.- Las botellas de cava de la fiesta del independentismo están descorchadas, pero medio llenas o medio vacías, no acabadas, no dio tiempo a completar el brindis. Los miles de independentistas concentrados en el Paseo Lluís Companys, convocados por la ANC y Òmnium, pasaron del cielo a tierra firme, del sueño a la dura realidad, en cuestión de segundos, los que duró esa Catalunya independiente que queda suspendida en favor de una solución dialogada y acordada con el Estado. Ocho segundos hasta que fue suspendida. Según la Wikipedia, Catalunya fue el estado independiente más efímero de la historia.
Los diputados de la mayoría independentista, JxSi y CUP, firmaron tras el Pleno una declaración en la que se dice explícitamente: “Constituimos la República catalana, como estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social”. Los representantes independentistas habían prometido que el referéndum del 1-O sería vinculante y tenían, por lo tanto, que darle una salida airosa a los más de dos millones de votos por el ‘sí’ depositados en las urnas durante una jornada violenta marcada por la brutalidad policial. Un número de votos que a ojos de muchos no eran suficientes para proclamar la independencia.
Aún así, nadie celebró ninguna proclamación de la República Catalana y la frustración abrazó a un gran sector de la población que durante las últimas semanas ha estado en pie, en las calles, al lado del Govern, defendiendo el referéndum, sus resultados, las instituciones y la independencia catalana. Condenando los recortes en derechos y libertades impuestos por el Gobierno de Rajoy en su intento de frenar el referéndum. No hubo celebración, porque el subtexto es claro, no hubo ninguna declaración de independencia por el momento. Juego retórico, escenificación política dirigida por Carles Puigdemont. El president intenta ganar tiempo, abrir paso a la negociación y a la mediación política. Puigdemont no declaró la independencia en el Pleno y, antes de que eso ocurriera, la suspendió.
“Asumo el mandato del pueblo de que Catalunya se convierta en un Estado independiente en forma de República”, esas fueron las palabras de Puigdemont. Un compromiso, una promesa, pero no una materialización en boca del president. Así lo recogieron diferentes medios de comunicación internacionales. Varios de ellos también destacan que la pelota, ahora, está en el tejado de Mariano Rajoy. Esta tarde, tras el Consejo de Ministros de esta mañana, comparecerá en el Congreso de los Diputados. En Catalunya, esta tarde, se volverá a contener la respiración.
Esta teatralización parece ser que estuvo motivada por una importante llamada de última hora a la mediación. El Pleno comenzó con una hora de retraso por este motivo, explicaron ayer. Hoy, en La Vanguardia, Enric Juliana habla de que esa llamada que ayudó al president a frenar fue la del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Próximamente conoceremos qué ocurrió, si se confía en alguna figura mediadora, internacional o estatal, y si la acepta la contraparte española.
La CUP mostró su descontento, pero no rompe con JxSi. En un acto de serenidad y contención, aunque contundente, los anticapitalistas avisaron: “La confianza en el Govern ha quedado tocada, pero no rota”. También pidieron a Puigdemont plazos para que el diálogo y la mediación se materialicen. Un mes consideran que es un tiempo aceptable, anunció el exdiputado e integrante del Secretariado Nacional de la CUP, Quim Arrufat, quien también advertía de que tienen herramientas para, en caso de que Puigdemont les falle, presionar por la República: la huelga, la misma que paralizó Catalunya el pasado 3 de octubre, y la movilización en forma de Comités de Defensa del Referéndum, los mismos que hicieron posible la consulta del 1-O con el Estado enfrente, intentando mediante todos los medios, y sin éxito, desarticularla.
Es el momento de Rajoy. Igual que ayer casi nadie sabía qué iba a pasar en el Parlament, hoy no está claro qué posición tomará el presidente del Gobierno. ¿Veremos al Rajoy de siempre o dará un paso hacia la política, hacia la resolución de los conflictos mediante el pacto y el acuerdo, asumiendo, aunque sea brevemente, el rol de estadista? En este sentido fue hábil la jugada de Puigdemont. Hoy, con todos los focos internacionales puestos sobre él, Rajoy tendrá que elegir entre el diálogo o seguir por la vía de la judicialización de la política. Esta segunda opción podría ser leída como un intento de humillación al catalanismo, como una voluntad de vencer y no de convencer. ¿Está Rajoy en disposición de seguir con la mano dura que le piden Ciudadanos y la extrema derecha ante los ojos del mundo?
Si Rajoy sigue por el camino que ha escogido hasta ahora y que ha llevado al conflicto catalán hasta el límite, podríamos vernos en una curiosa paradoja. En Catalunya, el acto político de la firma de la declaración de independencia no se vivió como una victoria del independentismo. Muy pocos catalanes dan por hecho hoy que ayer se declarara ninguna independencia. ¿Será Rajoy quien le dé validez? ¿Será Rajoy quien diga que Catalunya es una república o un estado independiente cuando ni los propios catalanes independentistas lo sienten así? ¿Declarará Rajoy la República Catalana para justificar su mano dura?
Ayer se llegó a momentos límites de tensión política. La editorial Planeta anunciaba que cambiaba su sede fuera de Catalunya sumándose a un relevante listado de empresas que ya habían dado pasos en esa dirección. El domingo una multitudinaria manifestación por la unidad de España demostró que hay grandes sectores de la población catalana que no se sienten integrados en el proceso independentista. Mientras tanto, la extrema derecha y su discurso tiene cada vez más presencia en España, tal y como vimos en acciones violentas después de la manifestación del domingo en Barcelona o del lunes en Valencia. Mañana es la Fiesta Nacional, el Doce de Octubre, la exaltación de los símbolos rojigualdos y los valores patrios que tradicionalmente han estado apropiados por la derecha.
Una proclamación clara de la independencia por parte de Puigdemont habría llevado a una espiral de una tensión difícil de predecir. El Estado habría aplicado sin contemplaciones el 155, el soberanismo catalán habría respondido con contundencia en las calles y eso habría generado otra respuesta de Madrid, quizás la aplicación en alguna de sus graduaciones del artículo 116 que regula el estado de alarma, de excepción o de sitio. El choque político y social parecía, ayer, imparable. Puigdemont ha cortado, por el momento, con esa espiral y así se ha leído en el extranjero. ¿Rajoy quiere volver a entrar en ella? Si así fuera, el Govern y las calles catalanas no se callarían con casi total probabilidad.
El lunes conocíamos que la Fiscalía mantenía su acusación contra el PP por su papel como presunto responsable civil a título lucrativo en la trama de corrupción Gürtel. El conflicto catalán no ha dejado tiempo ni espacio en los medios de comunicación mayoritarios para hablar de ello. ¿Intentará el presidente alargar la tensión con Catalunya para, de esta manera, tapar la relación del PP con la corrupción?
Ayer se abrió la posibilidad de una solución mediada para Catalunya. Los comunes, que durante estos meses tantas presiones han recibido desde ambos bandos, el independentismo y el españolismo, para desequilibrar la balanza posicionándolos hacia alguno de esos lados, quedan ahora en una jugosa centralidad del tablero político catalán. Se mantuvieron del lado de la movilización de los catalanes en favor del derecho a decidir y de defensa del autogobierno e instituciones catalanas, votaron el 1-O, no reconocían este referéndum como vinculante y apuestan por la vía acordada con el Estado para un futuro referéndum pactado.
Ada Colau pedía el lunes a Puigdemont que no declarara la independencia, Puigdemont le escuchó y ayer la alcaldesa de Barcelona se lo agradeció. El discurso de Miquel Iceta, primer secretari del PSC, también tuvo un tono conciliador sobre todo comparándolo con las declaraciones de José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE que se alineó con el Gobierno. Hasta el momento el PSOE se aproxima mucho al PP en esta crisis territorial, pero las discrepancias internas son muy grandes.
Se abre un plazo para la política y el pacto después de la tensión de las últimas semanas. Hoy sabremos si Rajoy recoge el guante o prefiere confrontación. Ayer la declaración de Puigdemont fue un coitus interruptus para una gran parte del independentismo que esperaba mambo, fiesta y celebración. Quizás lo fue también para Ciudadanos y PP que vieron cómo se frenaban sus ansias de mano dura, de 155 y de convocar ya unas elecciones catalanas anticipadas. Veremos cuál es su respuesta definitiva y sus explicaciones. El procés se alarga.
Hasta ahora ninguna independencia se transformaba por arte de magia; aunque algo de eso hay. Una parte, dice que no hubo referendum; pero todo el mundo vió como el estado acantono 10.000 fuerzas de seguridad, usando su fuerza desproporcionada contra personas indefensas… Ayer, la repudiada Soraya, allanó ha su jefe; adelantó que no reconocen esos resultados, ni las declaraciones… Se constata, que tienen que llevar jente de cualquier rincon a catalunya; pues los partidos auto denominados constitucionalistas, de la del 78, no pueden hacer nada. Solamente, apoyar cualquier articulo ( 155, 136 ); pensando tener más votos con : ¡ Cautivo, y desarmado el ejercito Rojo.!.. Los del viaje pagado, no pueden votar; la sociedad Catalana, sí. Un acto por parte del gobierno, podria ser, retirar las fuerzas de Barcelona… El President, ayer tuvo que dar una marcha muy lenta aceptando un dialogo negociador… Habiendo prometido otra cosa. En aras de tiempos más reflexivos, y una cuyuntura diplomática de verdad, que demandamos la sociedad plural…
Decir que van a reformar la Constitución sin decir que van reformar ni haber firmado un programa es puramente un lavado de cara en una palangana cuando lo que necesitan es una bañera o una ducha ,dudo mucho que los independentistas al mismo tiempo que les den palos participen ¿ y cómo vana hacer una reforma territorial sin Cataluña ? Si al mismo tiempo Cataluña , aplicado el 155 será algo así como una provincia intervenida además más de seis meses… Eso de la reforma de la Constitución , dentro de la Constitución ,es un brindis al sol para salir el psoe del apuro ..