21-D / Las encuestas muestran un Parlament en el que será difícil llegar a acuerdos para la gobernabilidad

¿Qué puertas podría abrir ‘la llave’ de los comunes?

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Un simpatizante de los comunes muestra sus llaves en un acto de campaña. / Catalunya En Comú Podem

BARCELONA.- Las encuestas hablan, se suceden. La Vanguardia, el Barómetro de La Sexta, el CIS… La demoscopia hace previsiones ante unas de las elecciones más imprevisibles de los últimos años. La participación se prevé enorme, la jornada electoral será un día laborable, frío, de invierno. El president del disuelto Govern de la Generalitat, Carles Puigdemont, en el exilio belga; el vicepresident, Oriol Junqueras, en la prisión de Estremera. Ambos son cabezas de listas de JxCat y ERC, respectivamente.  Y los sondeos lanzan un mensaje claro: división.

El bloque que apoyó la aplicación del artículo 155, mediante el cual el presidente Mariano Rajoy intervino la Generalitat y convocó las elecciones del 21-D, no conseguiría mayoría absoluta. El independentismo, salvo en alguna encuesta concreta, tampoco. Los comunes, que bajarían su presencia en el Parlament con respecto a la legislatura pasada, cuando se presentaban en la coalición electoral CSQP, tendrían la llave de la gobernabilidad. Este proyecto no tiene nada que ver con aquel, este es un proyecto trabajado en la unión de diversos partidos con un proyecto común, más allá de una lista electoral, pero los acontecimientos han pisado el acelerador. El nuevo partido, surgido en abril, no ha tenido casi tiempo de estructurarse y ya está peleando en un proceso electoral. El ritmo de la política actual es frenético.

La situación política de Catalunya es muy volátil. Las encuestas señalan las tendencias de voto, un aumento del unionismo, bajada del independentismo: una división total entre independentistas y los autodenominados constitucionalistas. En esta ocasión, un total de siete candidaturas entrarían en el nuevo Parlament: ERC, Ciudadanos, JxCat, PSC, Catalunya En Comú Podem, CUP y PP. Un Parlament muy fragmentado, hasta siete grupos parlamentarios, lo que hace más difícil el pronóstico demoscópico.

Otro dato que se repite en todas las encuestas es que la participación será muy alta --más del 80%, cerca del 85%-- a pesar de que la jornada electoral caiga, extrañamente, en jueves, laborable. ¿Hasta qué punto puede influir esto en la jornada de votaciones? Cuanto más alta es la participación, más complicada resulta la previsión de los resultados. Cuanta más incertidumbre, más atención a las encuestas; cuanta más atención social a las encuestas, más pueden influir estas en la decisión de voto de los ciudadanos. Si se moviliza el abstencionista españolista, el abstencionista independentista también podría hacerlo. Se supone que el independentismo ha estado más movilizado en los últimos años y que una mayor participación podría favorecer a los unionistas.

Y ante esta incertidumbre, una constante: los comunes tendrán la llave de la gobernabilidad. ¿Qué puertas puede abrir esta llave? Según las declaraciones de los diversos candidatos nos encontramos ante varios escenarios posibles (o imposibles) posteriores al 21-D. Resulta muy difícil encontrar la ecuación perfecta, hacer pronósticos; hagamos, al menos, un mapeo de cuáles son las opciones.

Dos opciones podrían darse que prescindirían de los comunes, aunque las encuestas las descartan. La primera de ellas parece muy poco probable, una mayoría absoluta, 68 diputados en el Parlament, de la suma de Ciudadanos, PSC y PP. Ningún sondeo apuesta por ello. La segunda de ellas, algo más probable, aunque cada vez que sale publicado un estudio de opinión lo parece menos: reedición de la mayoría absoluta independentista sumando a ERC, JxCat y CUP.

Dada la baja probabilidad, según la demoscopia publicada hasta ahora de cualquiera de estas dos opciones, la presión sobre los comunes aumentaría. Los comunes tendrían la llave de la gobernabilidad, podrían con sus diputados, entre 8 y 11 según las encuestas, favorecer un gobierno independentista o uno unionista. La candidatura liderada por Xavi Domènech se ha mostrado muy clara al respecto en lo que llevamos de campaña: apoyarán a aquella candidatura que priorice las políticas sociales y no investirán para la presidencia a ningún candidato de derechas, es decir, ni a Ciudadanos, ni al PP ni a JxCat, la marca apoyada por el PDeCat, la antigua Convergència. Los comunes quieren ser garantes de que las políticas de izquierdas lleguen a la Generalitat. Para ello, aseguran que quieren transportar a la política catalana las medidas desarrolladas hasta ahora en el Ayuntamiento de Barcelona de Ada Colau.

Si leemos el programa electoral de Catalunya En Comú Podem en el eje nacional, su apuesta es clara: una Ley de Claridad que aúna fuerzas en Catalunya en favor de un referéndum pactado con el resto del Estado. En este sentido, podemos prever que podrían facilitar un pacto con los independentistas, si estos abandonaran la vía unilateral y se comprometieran, al mismo tiempo, con un pack de medidas sociales. Por otro lado, leyendo las propuestas sociales, en relación con el eje izquierda-derecha, los de Domènech podrían estar más cerca de buscar un posible Govern con ERC y PSC, un nuevo tripartito. Los números no dan. Cruzando las declaraciones de los de Miquel Iceta y los de Marta Rovira, esta solución parece también difícil: ni el PSC quiere acordar con independentistas, ni ERC lo desea con los del 155.

Cada vez en más mentideros catalanes se escucha la posibilidad de que, ante un Parlament ingobernable, se opte por otra repetición de elecciones. Una solución que no gusta nada al Gobierno de Mariano Rajoy. La convocatoria de elecciones catalanas desde Moncloa no habría servido para nada. Desde algunos sectores independentistas consideran que esta sería una buena solución para intentar reeditar un gran pacto que volviera a aunar a una mayoría independentista, tal y como sucedió en 2015 con la coalición JxSi, donde se aglutinaba tanto PDeCat como ERC más independientes.

Por otro lado, el que la mayoría de la dirección del PDeCat haya quedado fuera de la candidatura de JxCat liderada desde Bruselas por Puigdemont también da que pensar. Quizás estén esperando a una reedición de las elecciones para presentarse, por fin y por primera vez, en solitario con su marca. Marta Pascal, David Bonvehí, Santi Vila, Carles Campuzano… Una alineación de políticos exconvergentes que podrían estar más próximos a un encaje territorial dentro del Estado sin renunciar a sus anhelos independentistas. Un procés más lento. La reedición de las elecciones no gustaría a Puigdemont, que echa el resto para ganar el voto de ERC fortaleciendo su imagen de president legítimo elegido por el Parlament. Una repetición de elecciones podría dificultar mucho su regreso a España. Su estrategia es regresar como president de la Generalitat, al más puro estilo Tarradellas.

Otra opción que suena: buscar una mayoría para investir a la candidata de ERC, Marta Rovira, como presidenta de la Generalitat u otro candidato independentista con un objetivo: que convoque elecciones catalanas. El independentismo considera estas elecciones como ilegítimas: no han sido convocadas por el president de la Generalitat, tal y como indica el Estatut, y sí por Moncloa. De esta manera, las próximas elecciones sí que serían convocadas desde el Palau de La Generalitat y no desde Madrid. Los partidos independentistas tendrían, además, más tiempo para recomponer sus estrategias. Veremos qué pasa. Dos cosas sí que están claras. La presión sobre los comunes será enorme tras el 21-D. Nada termina el 21-D, únicamente sólo pasamos otra página nueva en esta larga historia.

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