ENTREVISTA / Charlamos con el sociólogo Javier Noya

Noya: “Es más probable la psoeización de Podemos que la podemización del PSOE”

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En un tiempo donde la izquierda se intenta repensar constantemente, 2018 viene a sacudir su memoria con un aniversario que lo cambió todo o, al menos, lo pretendió: Mayo del 68. La más famosa de las revueltas fue la francesa, cuyos estudiantes, de la mano del movimiento obrero, lograron parar París. Sin embargo, países como Alemania o Italia también tuvieron protagonismo. 50 años es un tiempo generoso para examinar, reflexionar, criticar y escribir.

El sociólogo Javier Noya, publica el libro ‘Mayo del 68’ (Catarata, 2018), en el que repasa el caldo de cultivo de las movilizaciones, las críticas que recibieron los movimientos desde la propia izquierda y los paralelismos con el 15M de 2011, el último hito generacional de sus lectores más jóvenes. Este profesor titular del Departamento de Metodología y Teoría Sociológica de la Universidad Complutense de Madrid tiene claro cómo celebrar el aniversario: “La izquierda tiene que reivindicar Mayo del 68 y tomarlo como ejemplo de los deberes que aún tiene por hacer. Hay que plantear una alternativa, a los trabajadores y a los jóvenes”. Para el entrevistado, el discurso actual debe armarse con los valores posmaterialistas del 68 como la libertad sexual, pero sin dejar atrás la agenda económica que proviene del marxismo. 

— Han pasado 50 años y la generación del 15-M conoce Mayo del 68 por los libros o por los testimonios, ¿ha llegado distorsionado el relato de lo que ocurrió?

— Algunos analistas, como Vicenç Navarro en España, han hecho una comparación entre las dos movilizaciones, pero en realidad, lo único que tienen en común es el colectivo que se movilizó, los jóvenes. Los motivos son completamente distintos.

— Usted alega que los estudiantes de Mayo del 68 tenían motivos posmaterialistas mientras el 15M vuelve a reivindicaciones materialistas.

— Yo comienzo subrayando que hay muchos ‘mayos del 68’. No tiene nada que ver el norteamericano y el francés con el alemán y el italiano. Solo en los últimos dos casos fueron movimientos puramente estudiantiles y que, además, estaban motivados por ese cambio de valores que se da con el reemplazo generacional. En Estados Unidos y Francia esto no se produjo de manera tan pura.

En el caso del 15-M, algunos de sus eslóganes reivindicaban cambios en la política, como ‘Democracia real ya’. Pero lo que subyace detrás de esas palabras es una crítica al sistema económico y capitalista que provocó la crisis. Fue el detonante de las reivindicaciones.

—  En el libro dice que las demandas anticapitalistas del 15-M son más peligrosas para el sistema que las de Mayo del 68, cuyos valores acabaron siendo asumidos por el capitalismo.

— Solo en Alemania las movilizaciones estudiantiles tuvieron alguna efectividad política, ya que dieron lugar a los Verdes, que llegaron al poder con los socialdemócratas del SPD. En el resto de los casos, inmediatamente llegó el ‘gaullismo’ en Francia o los republicanos a Estados Unidos, es decir, hubo un movimiento pendular hacia la derecha. En la actualidad, los movimientos juveniles sí han conseguido cambiar el panorama político, el económico no tanto. Vivimos un momento de crisis estructural que no se dio en los 60. Fueron años de crecimiento.

—  ¿Qué valores nuevos surgieron en mayo del 68 que aún conservamos? ¿Con el 15-M renovamos esos valores o seguimos estancados?

— En los 60, surgió toda una nueva línea política de pensamiento, la nueva izquierda, que vino a defender un cambio en la vida cotidiana, las relaciones de género, sexuales…La izquierda tradicional se centraba más en el cambio económico y político. En su momento, fue una gran innovación y con el paso del tiempo se convirtieron en los valores posmaterialistas que perviven en la actualidad.

Ahora estamos en un momento de crisis de la izquierda, pero no tiene nada que ver con la crisis de los 60. Aquí sigue influyendo el impacto de la caída del muro de Berlín. Aún la izquierda no se ha recuperado, no ha sido capaz de plantear una alternativa, ni ha encontrado un discurso con el que conectar con los ciudadanos. Por eso, ha surgido el ascenso de la nueva derecha, a la que también le ha favorecido el islamismo radical o los flujos migratorios.

— ¿Podemos, como nuevo partido en contraposición con el PSOE, tampoco ha renovado el discurso?

— Creo que Podemos está recorriendo el mismo camino que Los Verdes hicieron en Alemania hasta consolidarse como alternativa política. Esto supone un periodo de 15 o 20 años. Desde mi punto de vista, Podemos aún no ha sido capaz de convencer a los que no son sus bases y tiene que articular ese discurso para ellos.

— ¿En qué sentido están recorriendo el mismo camino?

— Mayo del 68 dio lugar a un fenómeno de radicalización, incluso con la aparición del terrorismo como el RAF.  En el plano político, se produjo una reorganización ideológica y de las bases. Poco a poco, mediante un movimiento asambleario, se fue construyendo el partido de Los Verdes. Tuvo que haber un proceso de maduración en las organizaciones y en la ideología para armar una alternativa al SPD. Eso no se logra en cuatro años. Suele durar lo que dura el reemplazo generacional, de 10 a 15 años.

— ¿Ahora existen intelectuales de izquierdas tan potentes como Adorno o Pasolini?

— No, ni España ni en el mundo. Puedes consultar la encuesta de Foreign Policy. Por desgracia, en la derecha ha habido más renovación entre los intelectuales, mientras que en la izquierda se tienen dos grandes referentes que empezaron a trabajar en los 60: Chomsky y Habermas. Eso lo dice todo. La caída del comunismo real ha provocado esa consecuencia, la debilidad del discurso de izquierda. Es un discurso de resistencia al capitalismo, posmaterialista, pero no proactivo.

— ¿Y por qué no ha sido capaz la izquierda de recuperar el discurso en estas décadas?

— La izquierda hasta hace poco manejaba un discurso marxista que 150 años. Eso crea una inercia que es difícil de cambiar. Tras la caída del muro, viene el yihadismo, que refuerza el discurso se derechas. Las dificultades de la izquierda son mayores que para la derecha. Hace unos años, con la crisis, se vivió un momento muy propicio para que la izquierda subiera, pero no fue capaz de hacerlo. Fue el test perfecto para ver que no tenía discurso. En su lugar, subió aún más la derecha.

— Usted es muy escéptico con el poder de las redes sociales, ¿cuál ha sido su papel en la transmisión de ideas progresistas? Los jóvenes, por ejemplo, tienen acceso a más textos.

— Soy muy escéptico. Tienen mucho poder de movilización, son capaces de sacar a la calle a la gente de un día para otro. Pero más allá de eso, tienes que tener un argumentario y son necesarios los intelectuales, que se dedican a pensar los conceptos. Tienen que llegar al ciudadano común y no solo a las élites universitarias como ocurre ahora. Este pensamiento posmoderno e intelectualoide el ciudadano de a pie no lo entiende y no lo compra.

— Hablas de que es mucho más probable la socialdemocratización de Podemos que la podemización del PSOE, ¿por qué?

— Es la ley de hierro de la oligarquía. Todas las organizaciones políticas, a largo plazo, tienden a la burocratización y a la monopolización del poder. Lo demostró el sociólogo alemán Robert Michels. También se intentan ganar al centro ideológico, al ciudadano medio, para tener mayoría parlamentaria. Por eso es más probable la psoeización de Podemos que la podemización del PSOE.

— En los 60, los jóvenes tenían referentes comunistas reales, ahora no tienen ningún país que les demuestre que hay alternativa al capitalismo.

— Creo que esos referentes se empiezan a perder en los 60. La nueva izquierda critica el autoritarismo de la URSS. Para ellos el referente era China y los movimientos maoístas, pero los jóvenes de los 60 ya no consideraban la URSS como lo ideal. Ellos plantean una crítica más social que económica.

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