Crónica de una “revolución” política

  • La entrada de la Policía Armada en la plaza de toros el 8 de julio provocó un cambio radical en la posición política de las peñas sanfermineras y de la juventud navarra
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    Quien haya visitado Pamplona por San Fermín en los últimos años y haya recorrido las calles Jarauta, Navarrería o Estafeta seguramente llegará a la conclusión de que las peñas sanfermineras, uno de los componentes fundamentales de las famosas e internacionales fiestas, forman parte de lo que se suele denominar “izquierda abertzale”. Pero desde luego no siempre ha sido así, aunque los sucesos ocurridos en 1978, hace ahora 40 años, contribuyeron considerablemente al radical cambio de su actitud política y, por lo tanto, de un significativo segmento de la juventud navarra.

    Hasta entonces, las posiciones políticas de esas sociedades, verdadero alma de las fiestas, iban desde una no muy lejana pleitesía al régimen hasta el más que conocido antifranquismo del Muthiko Alaiak (Muchachos Alegres), de claro componente carlista, la más antigua de las que funcionaban de forma estable, clausurada en tres ocasiones por la dictadura, que había sufrido prohibiciones a sus actividades, entre ellas varias conferencias, como una de las primeras en Pamplona sobre la liberación de la mujer, e impulsado el boicot a Fraga Iribarne cuando era ministro de Información y Turismo o al diario ABC por sus posiciones antiforales.

    Cartel de Luis Martorell para la conferencia de Alicia Rivas sobre la liberación de la mujer que fue prohibida en 1975 por el Gobierno.

    Del Muthiko también surgiría la idea de que las mujeres corrieran en el Encierro, algo que provocaba muchas reticencias, incluso dentro de la peña. Pero así lo hizo esos años Mariví Mendiburu, acompañada por Alicia Rivas, feminista y corresponsal de Cambio 16, y varios miembros de esta sociedad que, en contra de la generalidad, admitía mujeres socias desde su misma fundación en 1931.

    Sí es cierto que las pancartas con las que acompañan sus charangas por las calles solían recoger una corrosiva crítica a las autoridades, sobre todo municipales, y que algunos de sus nombres –Irrintzi, Oberena, Anaitasuna, Alegría de Iruña…- evidenciaban el sentimiento vasquista de la capital navarra, pero no hacía mucho tiempo que la exhibición en la Plaza de toros de una ikurriña, sacada precisamente en el tendido del Muthiko, había sido abucheada por varias peñas y todavía estaba presente el recuerdo de los enfrentamientos ocurridos dos años antes, en 1976, cuando, por iniciativa fundamentalmente de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) -grupo maoísta predominante en pujante el movimiento obrero navarro-, se organizaron varios actos al margen de las peñas con motivo de la “Semana por la Amnistía”.

    El problema no estaba en que las peñas estuvieran a favor o en contra de la amnistía, porque la mayor parte apoyaba esa reivindicación, sino en que los partidos o estructuras políticas suplantaran a las doce asociaciones populares consideradas la organización “natural” de las fiestas. Por este motivo, en 1976, en una situación muy similar a la de 1978, se llegaron a registrar agresiones a conocidos dirigentes políticos y se boicotearon actos programados en esa semana reivindicativa convocada a nivel nacional por la Coordinación Democrática.

    Tal vez, quien dio la orden de que “los grises” entraran a saco en el ruedo al finalizar la corrida del sábado 8 de julio para retirar una pancarta pro-amnistía pensó que en 1978 se iba a reproducir esa división y, con una extrema izquierda “barrida” por la debacle electoral de 1977, se granjearía el respaldo de la mayor parte de la plaza.

    Pero no ocurrió así. Al contrario que en 1976, la reacción de las peñas fue unánime y la dotación policial tuvo que retirarse con varios heridos, disparando fuego real, para refugiarse en el Gobierno Civil, donde quedó prácticamente cercada por miles de pamplonicas llenos de ira. Las autoridades gubernativas, como los partidos en 1976, tampoco habían comprendido que las peñas eran la verdadera representación de una ciudad en fiestas y que, por lo tanto, semejante carga policial en el coso taurino se iba a entender como una agresión al conjunto de las fiestas y no solo a una parte de las mismas.

    La Comisión de Peñas, fotografiada al completa durante la procesión del 7 de julio, un día antes de la carga policial. / FOTO CEDIDA PARA CARLOS SARALEGUI

    Fue un verdadero “error de cálculo”, sobre todo cuando desde la Comisión de Peñas ya se había intentado rebajar la tensión existente antes de comenzar los Sanfermines debido a la huelga de hambre protagonizada por un grupo de personas en el Ayuntamiento, donde desplegaron una pancarta -"Para San Fermín, todos a casa"- que exigía la puesta en libertad de varios encarcelados en vísperas de las fiestas por unos incidentes ocurridos en mayo.

    Aquel sábado, 8 de julio, me tocaba “barra” en el Muthiko Alaiak, es decir, debía atender con otros socios el bar de la peña, que tenía su sede en la calle Comedias, junto a la céntrica Plaza del Castillo. No pude ir, por lo tanto, a la corrida, pero las noticias llegaron de forma inmediata. Cuando me dirigí hacia la Plaza de toros, la gente ya se encontraba en la confluencia de la avenida Carlos III con la rotonda donde, a la derecha, se erigía el Gobierno Civil.

    Sin ángulo de tiro, la policía era incapaz de controlar la situación y tenía que disparar los botes de humo y gas lacrimógeno contra un edificio que tenía enfrente para que los proyectiles rebotaran y cayeran sobre los manifestantes, que no dejaban de tirar a la Policía Armada todo lo que encontraban. Probablemente, debido a la imposibilidad de hacer retroceder a los manifestantes, la policía decidió bajar por una calle paralela para atacarles por la “retaguardia”, a la altura de la avenida Roncesvalles.

    Fue allí donde cayó mortalmente herido Germán Rodríguez, dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), con quien había coincidido cinco años antes en la formación de los Comités de Estudiantes, organización unitaria que, a diferencia de las Comisiones Obreras o las Comisiones de Barrio de Navarra, no estaba controlada por la ORT.

    A partir de ese momento, los enfrentamientos se concentraron en torno a la plaza del Castillo, quedando la ciudad, a lo largo de la noche del sábado al domingo, dividida en dos partes: una controlada por los manifestantes y otra patrullada continuamente por dotaciones antidisturbios, que fueron reforzadas con unidades procedentes de Logroño, Zaragoza, Bilbao y Madrid. Por solo unos 200 metros, la sede del Muthiko Alaiak quedó bloqueada en la zona bajo control policial y quienes nos encontrábamos dentro,  encerrados durante toda la noche.

    Cuando pudimos salir, hacia las cinco de la mañana, se podía comprobar perfectamente esa división del centro de la ciudad, sobre todo en las calles de Chapitela y Bajada Javier, principales accesos del Casco Viejo a la plaza del Castillo. En un extremo se encontraban las barricadas levantadas con los tablones del Encierro; en el otro, en las bocacalles que dan a la plaza del Castillo, grupos de policías parapetados que respondían a los insultos disparando pelotas de goma.

    Página de la Hoja del Lunes del 10 de julio de 1978 recogiendo la crónica de Manuel Martorell sobre los sucesos de Pamplona.

    Desde la Hoja del Lunes de Barcelona me pidieron el domingo, día 9, una crónica sobre lo sucedido. Fue mi primer artículo en un medio nacional, hace ya 40 años, cuando todavía no había acabado la carrera de Periodismo. Aquel artículo fue también una de las primeras informaciones reflejando la trascendencia de los acontecimientos ya que a los periódicos del domingo no les dio tiempo a recoger muchos detalles  avanzada la madrugada y las siguientes ediciones no saldrían hasta el martes, ya que entonces los rotativos todavía no se publicaban los lunes.

    La crónica, completada con información de agencias, apareció bajo el título Campanades a mort, canción de Lluis Llach sobre la brutal represión de la huelga de Forjas Alavesas (marzo de 1976) con el resultado de cinco trabajadores muertos, represión que, junto a los sucesos de Montejurra en mayo de ese mismo año -otros dos muertos en la anual concentración carlista de Estella-, dieron “la puntilla” al proyecto "reformista” de Arias Navarro. Dos meses después, era sustituido al frente del Gobierno por Adolfo Suárez, iniciándose así la transición a la democracia.

    Además de la muerte de Germán, la crónica recogía la existencia de siete heridos de bala, entre ellos y de especial gravedad, Ramón Vélez, amigo, convecino del barrio de San Juan y compañero de bachillerato, de otros 135 heridos de diversa consideración y un escenario propio de una batalla urbana: barricadas y coches calcinados, decenas de escaparates rotos debido a los impactos de piedras o disparos, ocupación policial…

    Miles de forasteros, como les ocurrió a unos amigos de Castellón, literalmente “se perdieron” al no conocer la ciudad, sin saber a dónde ir, ni poder recoger sus pertenencias o volver a sus vehículos. Aún el domingo se registraron choques con la Policía al cargar contra varios cientos de personas que se acercaron al lugar de la avenida Roncesvalles donde había sido asesinado el conocido militante de la LCR.

    En la crónica también se destacaba el importante papel jugado por la Comisión de Peñas en los acontecimientos y no solo por haber intentado preventivamente rebajar la tensión antes de las fiestas negociando con la Audiencia Provincial y el gobernador civil la aceleración de los trámites judiciales para conseguir la libertad provisional de las personas encarceladas.

    Ahora, formando una "Comisión Permanente" en los locales de la Alegría de Iruña, se convertirían en el organismo del que emanarían las decisiones a partir de ese momento. Los representantes del Muthiko Alaiak, Carlos Saralegui y Gerardo López, volverían a jugar un papel destacado al conciliar las posturas más radicales y más reticentes a la hora de tomar una posición de fuerza ante las autoridades.

    Primero convocaron una misa y entierro multitudinario por Germán pese a la expresa prohibición gubernamental, declararon dos días de luto y, más tarde, en un comunicado emitido a la una de la madrugada del día 11, daban por concluidas las fiestas al no dimitir, como exigían, el gobernador civil y el jefe de la Policía. Igualmente crearon una Comisión de Investigación que comenzó a trabajar de forma inmediata; en apenas un mes, difundía el dosier San Fermín 78. Así fue, en base a cientos de testimonios. Finalmente, convocaron los “Sanfermines txikitos” para septiembre, probablemente los mejores y más auténticos de las últimas décadas.

    Fotografía del momento exacto en el que la policía entra a cargar en la plaza de toros de Pamplona, justo detrás de las peñas txikis el 8 de julio de 1978.

    No solo el Gobierno Civil sino también el Ayuntamiento se vieron obligados a plegarse a la línea marcada por la Comisión: las fiestas se suspendieron y, sobre todo, la Policía Armada se tuvo que retirar de la ciudad durante las fiestas, como realmente ocurrió durante muchos años, porque eran las peñas quienes, en la práctica, controlaban el desarrollo de las fiestas.

    Sin embargo, la verdadera trascendencia de lo ocurrido en 1978 es que provocó una radicalización colectiva de la juventud pamplonesa y que, con el paso de los años, el vacío dejado por las organizaciones de la “izquierda clásica” sería ocupado por una nueva izquierda, la izquierda abertzale, capaz de hacer compatible el discurso político con el respeto a las tradicionales formas de organización popular. Se trataba de una auténtica “revolución política” que habría hecho las delicias de Antonio Gramsci, pensador marxista que centraba sus aportaciones teóricas en los conceptos de hegemonía e incidencia social a través de lo que denominaba “intelectuales orgánicos” o representación “natural” de los grupos sociales.

    Pero también surgiría el proceso contrario, una especie de contrarrevolución, lenta pero implacable, que iría desplazando progresivamente este papel protagonista de las peñas, este control popular de los Sanfermines, en beneficio de las estructuras políticas municipales y regionales a través de distintos mecanismos pero, fundamentalmente, creando un nuevo formato de fiestas basado en la mercantilización, el espectáculo y el consumo exterior, incluso convirtiendo algo tan íntimo y anónimo como es el Encierro en una exhibición televisiva y mediática para “corredores estrella”.

    3 Comments
    1. florentino del Amo Antolin says

      Manu en este País núnca se hizo una verdadera transición. Se comentan muchas teorias, de formulas para adormecer esa juventud inquieta, y etnografica.Toda la cornisa Cantabrica y los Pirineos estaban declarados de antemano » traidores «; el regimen sembró de opiaceos nuevos y de plan ZEN. La Scala de Barcelona y la CNT íban a ser los primeros en ser neutralizados.
      Distintos sumarios en Burgos. Pero la Pamplona que conocieron los asesinos del 36, se hizo culta y no ñoña, monjil, ni beata; habia una pegata que tenia una sorna: » Pamplona sano, curas en invierno y toros en verano «. La izquierda abertzale le dió el ayuntamiento al PsoE y tambien el Gobierno Foral. Sí, la prohíbida y difunta HB…
      German Rodriguez era euskaldun y euskaltzale, miltaba en LKI… lo mataron de un disparo certero en la frente; huyendo de la plaza, lo cazaron en Roncesvalles; estaban haciendo reformas en la antigua CAN. Atras y de culo quedó la plaza, de frente la sede de ahorros… por donde le entró el certero disparo. Una venganza, pero para muchisimas personas sirvió de ejemplo, abrió conciencias la cultura se expandio y la solidaridad de un púeblo puso más martires, como Joseba Barandiaran de Donostia…
      Ni ahora se abre en el Congreso una investigación. El bipartidismo es la atadura de un anacronismo de Estado Español, que no tiene resuelto por naturaleza la plurinacionalidad y menos la pluriculturalidad. Que tendrán firmado, para querer tirar lo humano, lo que funciona… Prohíbir con leyes que una bandera Constitucional ( de su Constitución ) no pueda ondear… cuando la otra parte respeta todos los simbolos ( aunque no les guste ). ¡ Todos tenemos que aportar lo mejor de nosotr@s y dignificar al ser humano, respetando su indiosincrácia… ¡ Nos unen demasiadas cosas. Nos separan los malos politicos y los que usaron metodos puramente fascistas, para doblegar al Púeblo y sus gentes !. https://uploads.disquscdn.com/images/c86a81a71cd64eabfcd559078f512bb7bc79174a93a5d27e432442dbded0f417.jpg https://uploads.disquscdn.com/images/5524e0d34328cc1b092ca9daee6b46b32d0f87ccd3dfeec52c4fd4eb5dca2cfd.jpg https://uploads.disquscdn.com/images/d5c29ffaf911bc07e6474efa383467ce96fc50ca4f16747ac70d00f32718f90b.jpg https://uploads.disquscdn.com/images/59e40c45e5ed28eed8afb0129018fbc1b44a6674d49ba7d852cef9b50fc8de97.jpg

      1. ladis-ezkiagabeitia says

        https://vimeo.com/73122792
        Un abrazu, Florentino.

        1. florentino del Amo Antolin says

          Ladis, eskerrik asko. Esa mañana vimos el encierro camino de Zarautz; por la noche una nanifestación en el camping, hizo un recorrido en solidaridad. Esa mañana apreciamos que habia gente acantonada…
          40 años despues, los democrátas de toda la vida niegan la veracidad de división de poderes, la tan manida transición… ¿ puede llamarse democráta tal Estado ?. La ilusión por hacer un mundo donde Euskal Herria tenga un sito en donde decidir, o colaborar en mejorar las vidas sociales y culturales con respeto al Fuero de la vida!!.

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