El Pacto del Botánico: cuando las izquierdas se entienden para gobernar

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Si se consolidan los partidos nuevos en el próximo ciclo electoral, puede que durante los próximos años los gobiernos monocolor estén en peligro de extinción. Las elecciones de 2015 dejaron ya algunos ‘experimentos’ políticos sobre cómo pueden gobernar las izquierdas cooperando. No hay que irse a Portugal, basta con viajar hasta la Comunidad Valenciana. Con la legislatura a unos meses de agotarse y con motivo del Nou d'Octubre, examinamos con las fuerzas que firmaron el Pacto del Botánico en 2015 cómo ha sido su ejecución. Tanto PSOE y Compromís como Podemos, que no está en el Gobierno, dan una nota alta al acuerdo y afirman que, si los resultados son similares, repetirán tras los nuevos comicios.

El Pacto del Botánico viene a resolver una duda que siempre sobrevuela a los votantes progresistas: ¿pueden entenderse las izquierdas en el Gobierno? En Comunidad Valenciana parece que sí. Las fuerzas políticas firmantes coinciden en que ha sido una de las legislaturas más estables de los últimos años, incluso, más que cuando el Gobierno era monocolor y su tranquilidad se veía interrumpida por las ‘guerras’ entre los ‘zaplanistas’ y los de Camps. Como prueba, los presupuestos aprobados a tiempo, la firma de la ampliación del pacto rubricada en 2017, que añadía 201 medidas más a las 37 originales, y el hecho de que la única consejera que haya causado baja, Carmen Montón, lo hiciese para irse al Ministerio de Sanidad. A pesar de que la presidenta del PP valenciano, Isabel Bonig, lo llame jocosamente “Consell del Titànic” lo cierto es que aún no ha tenido ninguna fisura que haga prevenir un hundimiento.

Manolo Mata, síndic del PSPV-PSOE, cree que la pluralidad política ha venido para quedarse: “[Andrea] Camiller dice que la izquierda se reproduce por escisión. Las izquierdas somos muy plurales y hemos empezado a convivir en la Comunidad Valenciana y así va a seguir siendo. Ahora las derechas están compitiendo para ver quién es más de derechas”. Esta hoja de ruta a tres tenía un primer objetivo claro: desalojar de la Comunidad Valenciana al PP tras más de 20 años de Gobierno.

“Sabíamos que nos íbamos a encontrar con los pufos y la herencia sería difícil, dimos el paso y entramos en el Gobierno para dar más estabilidad y tener conocimiento de lo que estaba pasando”, recuerda el portavoz de Compromís en las Cortes Valencianas, Fran Ferri. Finalmente, el Ejecutivo se formó con PSPV-PSOE y Compromís, mientras Podemos decidió quedarse fuera, aunque apuntala su apoyo desde las Cortes Valencianas.

El contexto era muy distinto. En 2015, las relaciones entre Podemos y PSOE eran frías y rivalizaban por liderar la izquierda en el tablero nacional. Eran una formación recién creada. “Muchos veníamos de movimientos sociales. Tuvimos que cambiar el chip. Las cosas no van todo lo rápido que quisiéramos. A veces los debates tienen embudos. Hay que dialogar y ceder muchas veces”, explica César Jiménez, de Podemos Comunidad Valenciana.

En ese momento, decidieron quedarse fuera del Gobierno y asumir otra función, la labor de “Pepito Grillo” desde el Parlamento, “marcando las políticas”. Tanto Compromís como el PSOE los querían dentro del Ejecutivo para que también experimentaran el peso de la responsabilidad pública.

Cómo ensamblar a los diferentes

La primera premisa para el pacto fructificara era discutir primero de objetivos y después de sillones.Veníamos de una situación grave, de graves recortes. Los partidos de izquierdas teníamos claro que había que hacer algo. Primero hablamos del qué y luego del quién. El diálogo a tres fue positivo”, explica Ferri. En el primer pacto firmado  el 11 de junio de 2015 en el Jardín Botánico de Valencia figuraba la creación de una “renta garantizada de ciudadanía”, varias medidas para mejorar la atención a mujeres víctimas de violencia machista o hacer de la pobreza infantil un problema prioritario para el Ejecutivo. "Aún quedan muchos meses de Gobierno y varias cosas por hacer, como implementar la Ley LGTBI o aprobar la Ley de la infancia", explica Ferri. 

Aunque el primer objetivo fuera echar al PP, una vez conseguido intentaron crear mecanismos que asegurasen la confianza y la lealtad entre los socios bajo un proyecto común. “El mestizaje ha ayudado mucho a que no hubiera compartimentos estancos dentro del Gobierno. Si el consejero es socialista, el secretario autonómico es de Compromís. Se alternan”, explica Mata sobre esta estrategia que ha “cohesionado" al equipo, aunque pueda ralentizar la toma de decisiones.

La segunda característica que pone en valor el socialista valenciano es el protagonismo que adquiere el poder legislativo, donde se negocian los apoyos y donde opera la tercera pata del Botánico, Podemos: “Esta pluralidad ha hecho que el eje de la vida política no esté en el Gobierno sino en el Parlamento. Eso exige escuchar mucho y atender a propuestas. Puede que también cometamos errores".

Gestionar las tensiones

Comparten el mismo espacio, pero mantienen distintas posiciones que se liman de puertas para dentro. No ha sido todo idílico. Este verano los firmantes del pacto sufrieron una crisis que saltó a los medios cuando Ximo Puig cambió el sentido del voto de la abstención al 'sí' en el Consejo de Política Fiscal y Financiero de agosto. Mónica Oltra y el presidente socialista tuvieron que reunirse unos días después. “Desde Compromís en aspectos como éste nos mantenemos firmes. Había un acuerdo para abstenernos”.

El problema finalmente se solucionó con la promesa de que Puig trasladaría a Sánchez en su reunión en Moncloa el malestar por la infrafinanciación y se buscarían otras vías para compensarla. “Al menos desde el Estado se reconoce que somos la comunidad peor financiada. Somos la única pobre que paga como si fuera rica”, explica Ferri.

Aún así, las diferencias entre las formaciones son palpables y se acrecentarán en periodo electoral, cuando cada partido tiene que convencer al electorado progresista de por qué tiene que votarle a él y no al rival. "Cada formación pondrá en valor sus diferencias y las materias donde no hemos podido llegar a acuerdos, como la tasa turística”, explica el representante de Compromís. La disputa será legítima y sacará a relucir los disensos, algunas más profundos y otros cosméticos, pero Matas apunta a una línea clara: “El Botánico no tiene que hacer política contra el Botánico. El rival es el PP”.

¿Un ejemplo replicable?

Los tres partidos consultados creen que el Gobierno ‘a la valenciana’ es un buen ejemplo de cómo las izquierdas pueden entenderse. “En 2015 se hablaba de tener un Parlamento fragmentado como algo negativo. Es cierto que algunas decisiones se retrasan, pero tienen un sustento social más grande y son más representativas”, argumenta Ferri.

“Seguro que tendrá réplicas. Tanto en levante como en Portugal hay dos experiencias interesantes”, asegura Jiménez, que también afirma que Podemos estaría ya preparado para entrar en un próximo Gobierno, aunque remiten con prudencia a ver los resultados. Mata remata el argumento: “O nos entendemos nosotros o volverán los de antes”.

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