Jesús Gil, el “pionero” del estilo Torrente y tal y tal…

  • Fue pionero en la práctica del populismo más extremo en España, y en los negocios turbios, que mezcló sin pudor con el deporte y con la política
  • Saltó a la fama a cuenta de una tragedia en la promoción urbanística de Los Ángeles de San Rafael

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¿Qué tenía el inspector Torrente, más allá de su falta de escrúpulos, de formación, su machismo, su acentuado filofranquismo y su egoísmo redomado, que, pese a todo, caía en gracia? El cóctel que define la esencia del cinematográfico Torrente parece estar inspirado en Jesús Gil, El pionero, como le llaman en el documental que HBO estrena este domingo. Fue pionero en la práctica del populismo más extremo en España, y en los negocios turbios, que mezcló sin pudor con el deporte y con la política.

Era Jesús Gil y Gil todo un personaje, que saltó a la fama  a cuenta de una tragedia de la que él mismo fue responsable, por empeñarse en la construcción a toda velocidad de un restaurante, en la promoción urbanística de Los Ángeles de San Rafael, desoyendo a los arquitectos, y sin darle el tiempo necesario para que fraguase el cemento. Así lo entendió el tribunal que lo condenó, después de que 58 personas falleciesen cuando se desplomó la estructura. Eso ocurrió en 1969 y, tras algo más de dos años de juicios y recursos, Jesús Gil y Gil ingresó en prisión, un 5 de enero de 1972. Pasó aquella noche de Reyes entre barrotes y en la cárcel se las ingenió para vivir “a cuerpo de rey”, haciendo que le llevasen incluso las comidas desde los mejores restaurantes de Segovia, puesto que tenía fino paladar y gozaba de un escandaloso trato de favor que culminó con la concesión del indulto que firmó el mismísimo Francisco Franco, en febrero de 1972, cuando llevaba poco más de un mes cumpliendo condena como un preso VIP.

Igual que Torrente, Jesús Gil y Gil era atlético de corazón y no tuvo reparos en hacerse con la presidencia del Atlético de Madrid, y ,posteriormente, con la propiedad. El empresario cuyo catecismo era el dinero, que todo lo compra y todo lo puede, seguía siendo visto por buena parte de los españoles como el hombre que se hizo a sí mismo. Y así con pocos escrúpulos y prácticas financieras inconfesables, se hizo también con la propiedad del club de fútbol. Esta vez su fechoría no iba a tener castigo, pues la Justicia consideró prescrito el delito. 

La imagen de Jesús Gil se iba blanqueando, a cuenta del escudo rojiblanco, o tal vez, la fama que le precedía se iba diluyendo ante sus “hazañas” y continuas salidas de pata de banco, que horrorizaban a unos y hacían las delicias de otros. Conocimos a su caballo y supuesto consejero, Imperioso, y a su cocodrilo, Furia; lo vimos sumergirse en un jacuzzi flanqueado por bellas chicas en bikini, que circunvalaban entre burbujas su enorme panza , en el programa Las Noches de Tal y Tal, en la cadena Telecinco.

Imagen de la serie 'El Pionero', de HBO / HBO
Imagen de la serie 'El Pionero', de HBO / HBO

Aficionado al insulto y a la bravuconada, se abonó al “método Ruiz Mateos” con tremenda soltura cuando se cruzó en su camino el gerente del Compostela: “Como vuelvas a mencionar el nombre de Jesús Gil te arranco la cabeza –le dijo-. Eres un chorizo y un hijo de puta”. Primer aviso. “El nombre de Jesús Gil ya no lo vuelves a mencionar en tu vida…” Y así, sin pestañear, la calzó un guantazo a traición. Esa imagen que, como tantas otras bochornosas secuencias protagonizadas por Gil y Gil llevan años en las hemerotecas, salpican el documental que nos sirve  HBO. Quizás viéndolas con una cierta perspectiva ayuden a entender la fascinación que, a pesar de todo, causaba el personaje en un nutrido grupo de fieles. 

Cuentan quienes se acercaron a él en tiempos de su reinado absoluto en el Atlético de Madrid que trató con desprecio a los futbolistas, pese a que, con los años, él mismo se lamentaría de que “mi error ha sido tratar a los futbolistas como a personas”. Pese a todo, les gritaba, les insultaba en ocasiones o les escupía exabruptos, como el que dedicó al Tren Valencia, jugador colombiano del Atlético de Madrid: “Al negro le corto el cuello. Me cago en la puta madre que parió al negro…” ¿Alguien se imagina a cualquier directivo, entrenador o responsable de club de fútbol del mundo comportándose así con Messi, Cristiano Ronaldo o Mbappé? Pues todas esas.

Ese era Jesús Gil y Gil. Y su aterrizaje en la política tampoco le cambió las hechuras. Fundó el Grupo Independiente Liberal (el GIL, un partido hecho a medida por y para él). Fue elegido alcalde de Marbella en 1991 y permaneció en el cargo hasta 2002, momento en el que fue nuevamente condenado e inhabilitado. Por aquel entonces había mezclado sus negocios con su club de fútbol, en el caso “Camisetas”, pero lo peor de su gestión se desvelaría mucho después, con el Caso Malaya (operación policial, que comenzó en 2005 y destapó un entramado de corrupción urbanística a gran escala en Marbella, en la que afloraron tramas de comisiones millonarias  y tipos penales como la malversación de caudales públicos, el cohecho, el tráfico de influencias, la prevaricación y en definitiva, todo aquello que tenga que ver con la corrupción urbanística). Sin duda, fue Jesús Gil quien puso la simiente de tamaña obscenidad político delictiva.

Cartel de la serie 'El Pionero', sobre Jesús Gil. /HBO
Cartel de la serie 'El Pionero', sobre Jesús Gil. /HBO

Jesús Gil y Gil puso en marcha su “república independiente de Marbella”, creó su policía motorizada y plenipotenciaria, a la que dotó con unas buenas Harley Davidson. Dio “carta blanca” cuando no órdenes directas de limpiar de vagos y maleantes la ciudad, permitió abusos policiales y desarrolló un urbanismo igualmente abusivo, desorbitado e ilegal (hoy en día todavía se calcula que quedan unas 30.000 viviendas ilegales en Marbella) y campó a sus anchas, con su populismo, su dinero, sus negocios y sus malos modos, hasta que la condena y la inhabilitación le retiraron de la vida pública, ya que la democracia y las urnas lo colocaban una y otra vez con amplias mayorías absolutas al frente del consistorio municipal. Obligado a pasarle los trastos y el bastón de mando a su delfín, Jesús Gil fue sustituido por Julián Muñóz. Luego vendría Isabel Pantoja, para añadirle un punto más de folclore al relato del pelotazo marbellí. Pero esa es ya otra historia…

Jesús Gil murió en 2004, a causa de un accidente cardiovascular, o un infarto masivo, y por aquel entonces, 15.000 personas desfilaron por su capilla ardiente, en el Estadio Vicente Calderón, para honrar los restos mortales de uno de los personajes que más pasiones (a favor y en contra) desató en la España de finales del siglo XX y que con esta producción de HBO sobre su vida y su historia, podremos repasar, con admiración algunos, otros con incredulidad, asombro o indignación. 

Como Torrente, Jesús Gil y Gil fue todo un personaje. La diferencia es que  el inspector es pura ficción, fruto de la imaginación y la hipérbole. Jesús Gil, aunque pudiera parecerlo, era de carne y hueso, no de celuloide.

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